Extraño viento

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Una mañana normal en el Santuario 🏛️

Los rayos del sol comenzaban a entrar por cada uno de los templos zodiacales. Como cada mañana, muy temprano, la rutina y las labores diarias comenzaban para los habitantes del santuario. Las doncellas al servicio de Athena se encargaban de la limpieza de los templos y de preparar los alimentos para sus guardianes.

En la arena de entrenamiento se escuchaban las lanzas, espadas y escudos chocar producto de los entrenamientos de los aspirantes a santos. Algunos caballeros dorados se encontraban observando a los jóvenes entrenar, dándoles instrucciones para perfeccionar sus técnicas.

Ese día, todos ya se habían levantado, a excepción del morador de la octava casa.

La doncella encargada del templo de Escorpio había terminado sus labores de limpieza, tocó tímidamente la puerta de la habitación de su guardián pero no obtuvo respuesta alguna, por lo que dejó el desayuno cubierto en la mesita de la cocina y procedió a retirarse.

A pesar de que los Santos de los 12 templos se conocían desde niños, su convivencia diaria no era muy frecuente. Cada uno tenía distintas obligaciones y les eran encomendadas misiones individuales por lo que era común que no se vieran durante semanas e incluso meses. Pocos de ellos tenían más cercanía, cómo Shion y Doko o Sísifo y El Cid.

En la modesta cama del octavo templo seguía recostado el guardián de cabellos celestes. Sabía que debía levantarse, los molestos rayos de sol que hacía rato iluminaban su habitación, le indicaban lo tarde que era ya.

Tenía mucho calor y se sentía algo agitado. Se levantó con trabajo de la cama y se dirigió al cuenco de agua fresca a lavarse la cara. En el agua pudo ver su reflejo, se veía cansado y demacrado como si no hubiera dormido en lo más mínimo. Tenía días sintiéndose más cansado de lo normal.

Ese día no comió su desayuno, sentía náuseas. Invocó su armadura dorada, se la puso y salió de su templo para realizar el patrullaje diario por los alrededores del santuario.

Aquellos que se encontraban con Kardia de Escorpio generalmente sentían dos cosas, admiración o terror. Todos sabían sobre su temperamento y carácter explosivo pero no pasaba desapercibida su galante apariencia, hombre altísimo con cabellos rizados y ojos hermosos. Un hombre orgulloso y fuerte, digno guerrero de la orden de santos del más alto rango.

Conforme llegaba a los templos de sus compañeros, pedía permiso para pasar y no se detenía a conversar con ninguno. Eso era algo que no los sorprendía ya que Kardia entablaba poca o nula conversación con ellos, salvo con la joven diosa Athena con quien tenía una relación algo más cercana y con su discípulo Yato.

Terminó su patrullaje y decidió ir a un lugar desolado detrás de la arena de entrenamiento. Kardia solía aislarse con frecuencia por motivos desconocidos.

Los días transcurrían en calma en el santuario, sin embargo, los avistamientos de espectros se hacían cada vez más frecuentes.

Un día el Patriarca se reunió con Degel de Acuario para conversar sobre los mensajes que les mostraban cada vez con más frecuencia las estrellas.

En el observatorio:

- ¿Qué opinas Degel?
Preguntó el patriarca.

- No hay duda Señor, el mensaje es repetitivo. Hades ha despertado y ha comenzado a mover sus tropas. La calamidad caerá sobre la tierra muy pronto.
Indicó el guardián de la onceava casa.

- Entonces debemos estar preparados, la Diosa Athena pronto estará en peligro. Mañana nos reuniremos y estableceremos la estrategia defensiva. Gracias Degel, ve a descansar.

- No tiene que agradecer, es un honor poder servirle.

Degel hizo una respetuosa reverencia y se retiró.

Ya era de madrugada cuando comenzó a descender la escalinata con dirección a su morada. El aire estaba muy frío, incluso él, quien estaba más que acostumbrado al frío extremo pudo sentirlo. Todo estaba en calma esa noche, el único sonido que podía escuchar eran sus pisadas.

Al estar llegando a su templo una fuerte ráfaga de viento revolvió sus largos cabellos y algo llamó su atención, esa ráfaga de aire se sentía demasiado caliente a diferencia de la temperatura fría de esa noche. Aunque estaba desconcertado decidió no darle importancia y entró al templo de acuario a descansar.

A la mañana siguiente, muy temprano.

- Caballeros dorados, vayan a la cámara del patriarca para una reunión urgente.

La voz del patriarca habló directamente a la mente de los Santos dorados, quienes se apresuraron para cumplir la orden que acababan de recibir.

Unos minutos después del aviso, los 12 caballeros llegaron al lugar indicado. El patriarca Sage estaba sentado en su trono con los ojos cerrados perdido en sus pensamientos. Los jóvenes guerreros tomaron sus posiciones frente al santo papa y se arrodillaron esperando el mensaje que se les transmitiría.

- Jovenes guerreros al servicio de Athena, el momento ha llegado, la guerra Santa está comenzando....

El patriarca inició la reunión revelándoles el mensaje que habían dado las estrellas y todos escuchaban atentos las palabras del hombre sabio.

Degel mantenía sus ojos cerrados en aras de asimilar cada palabra, hasta que de pronto volvió a percibir la ráfaga de aire caliente. Abrió los ojos de inmediato y comenzó a mirar para todos lados en busca de la fuente de ese extraño calor, pero no vio nada fuera de lo común y ninguno de sus compañeros parecía haber sentido nada.

Hasta atrás de todos los caballeros dorados, estaba arrodillado Kardia, quien mantenía sus ojos cerrados tratando de concentrase en todo lo que el patriarca les decía, pero no lograba hacerlo, estaba sudando mucho y se sentía muy agitado, su corazón latía demasiado rápido.

- ¿Qué...demonios me está...pasando?
Pensó.

Trataba de guardar la calma, no quería que por ningún motivo sus compañeros se dieran cuenta de lo que le estaba pasando. Eso era impensable.

- Ya termina...de hablar...viejo.
Pensaba con desesperación. El aire le faltaba y lo único que quería hacer era salir de ese encierro y respirar aire fresco.

Degel seguía inquieto, podía sentir ese extraño calor pero no hallaba su origen.

- Ahora vayan a sus templos y abran bien los ojos. Pronto daré nuevas indicaciones.
Concluyó el patriarca.

Al escuchar esto, Kardia se levantó rápidamente y salió de salón antes que cualquiera de sus compañeros para dirigirse a su respectivo templo.

- Que extraño, esa sensación de calor se ha ido.
Pensó Degel aún más confundido.

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⏰ Última actualización: Apr 10, 2023 ⏰

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