El día más lejano que recuerdo fue cuando tenía 9 años (hace unos 7 años), cuando mi madre me dejó por primera vez en un centro de psicología (para mi tratamiento). Recuerdo que la mujer que le tocó ser mi psicóloga tenía bastante sobrepeso, rondaría los 100 kilogramos, y fui a ese centro una sola vez.
Yo era reacio a tener una psicóloga, ya que no sabía por qué debía tener una. Me negaba rotundamente a tener una hasta los 10 años.
También recuerdo que durante mi primer año con mi nueva psicóloga (aún sigo yendo a verla y este año es el último año de tratamiento que tengo) le miraba la frente porque vi en un video que si se miraba fijamente la frente de la persona con quien se habla se le puede incomodar, espóiler: no funciona, en cambio, en mis informes aparece que yo tenía una mirada amenazante durante varios días.
Ahora que me acuerdo, y sé que no tiene nada que ver con este capítulo, el año pasado mi psicóloga se embarazó (perdón si llegas a leer esto) y cuando me lo dijo, le respondí (en broma): Sé que te he dicho que quería ver que tuvieras un bebé antes de que se termine mi tratamiento, pero no hacía falta que me hicieras caso, ¡pero lo decía en broma, no hace falta hacerme caso sabiendo cómo soy!
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Mi vida junto al Asperger
SachbücherEsta "historia" está escrita para dar a conocer sobre el síndrome de Asperger y cómo puede afectar el día a día de aquella persona que lo padezca como una historia en primera persona.
