EPÍLOGO

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Aquel ángel se encontraba solo en aquella mazmorra, atado de pies y manos mientras las ratas que había en ese lugar corrían cerca de sus pies. Llevaba ahí 5 días inmenso en una plena oscuridad y apenas podía oír los murmullos que provenían del exterior. Por cada minuto que pasaba se encontraba débil, aquellas cadenas de metal celestial lo estaban debilitando poco a poco.

Y en ese momento una voz lo interrumpió sacándolo de sus pensamientos más profundos.

-Por fin llego tu hora, serás juzgado como te mereces- dijo aquel guardia real.

La luz que provenía desde la puerta le molestaba, provocando que apenas llegara a enfocar durante los primeros minutos mientras que los guardias lo estaban desatando. Podía sentir como iba siendo arrastrado, haciendo el esfuerzo de ver a su alrededor, aunque era en vano, ya que solo conseguía ver manchas.

En ese instante los guardias abrieron dos grandes puertas de roble y en su interior, en aquella sala estaban los ángeles más poderosos, poniendo su mirada en aquel traidor, juzgándolo sin ni siquiera haber empezado aquel juicio, donde solo salían palabras de odio por ese ser.

Los guardias dejaron al ángel en el centro de aquella sala mientras que los murmullos y palabras de odio iban hacia su persona.

- ¡Silencio! -dijo aquella voz ronca, provocando un silencio por todos los presentes incluyendo que ese ángel que estaba esposado levantara la mirada y viera bien a su creador.

Solo se escuchaba por esa sala los pasos de ese hombre, dirigiéndose al tribunal y sentándose en ese trono que precedía todo el jurado.

-Comencemos cuanto antes con este juicio- volvió a decir aquel hombre.

- Señor, estamos aquí para juzgar a su ángel favorito por la mayor traición posible, ponerse en contra de su creador- dijo el ángel más mayor que se encontraba en ese jurado.

El ángel que estaba siendo juzgado solo se encontraba allí de rodillas y con las manos esposadas sin ni siquiera mirar a algunos de los de allí presentes.

-Señor, tenemos todas las pruebas posibles de que este hombre- dijo señalando al acusado- es completamente culpable de sus actos y tiene que ser castigado tal y como se merece.

-Primero tenemos testigos donde este ser ha estado tentando a provocar el odio hacia su persona señor- dijo una de los ángeles más importantes para Dios.

-Por si no fuera poco aquí tenemos los escritos de su puño y letra donde planea todo el revuelo para quitarle su trono señor- volvió a decir el ángel más mayor mientras levantaba un puñado de papeles.

- Este plan que ha planeado corre un gran riesgo para los de nuestra especie y es un acto que no podemos tolerar.

-Señor no necesitamos más pruebas, con las que hay y siendo esto un juicio rápido el jurado ha decidido que este ángel sea nada más y nada menos que culpable, exigiéndole así un castigo nunca impuesto por usted, estos pensamientos y actos podrían haber provocado lo peor- dijo uno de los ángeles con mayor apego a Dios.

Todos los allí presentes empezaron a gritar que clase de castigo era el más indicado para aquel traidor, sin embargo, él no había levantado la mirada del suelo en ningún momento, solo quería escuchar cual castigo iba hacer el suyo, cumplir ese castigo y que todo estuviera como siempre, haciéndole creer a todo el mundo que iba a cambiar.

- ¡Silencio! - volvió a gritar aquella voz ronca- viendo lo visto y que quiero terminar con todo esto lo más rápido posible he tomado una decisión.

Y con eso, todo el mundo volvió su mirada a su señor y creador, viendo cómo se levantaba de su trono e iba hacia la dirección del joven traidor.

-Hijo mío, te lo he dado todo, belleza, atención, ser el favorito de tu padre y así es como me devuelves todo esto. He cumplido uno y cada capricho que has soltado por esa boca y así es como ibas a pagarle a tu padre, intentando quitarle el trono por esa soberbia y avaricia tuya- dijo mientras el ángel no levantaba la mirada- No me has dejado de otra Lucifer, y yo por eso ante todos los presentes, yo Dios, destierro a mi hijo favorito y más bello del mundo de los cielos y lo destierro al peor lugar del mundo, al infierno.

Justo al terminar eso, todos los presentes no podían creer lo que iba hacer, provocando que Lucifer levantara la mirada y viera a su padre a los ojos.

-No me puedes hacer esto padre, no a tu hijo- dijo suplicando.

-Tú ya no eres mi hijo, te has revelado contra tu padre, todo ángel sabe que eso tiene un castigo, y tu queriendo un reino por esa soberbia que te caracteriza lo vas a tener, a partir de ahora vas a reinar el infierno, donde solo habrá castigos y humillaciones, siendo uno de los reinos peor deseados por cada ser, y no solo eso, a partir de ahora tus alas serán quitadas y procederás hacer el ángel caído de este reino, ahora quitarlo de mi vista.

-Padre no me puedes hacer esto, ¡a mí no ¡- dijo mientras volvía a ser llevado por los guardias a la mazmorra- Escúchame bien padre, voy a crear el mal y toda persona que respire o no, pienso llevarla por mi camino donde solo habrá odio hacia a ti como yo lo tengo.

-Guardias no olvidéis de quitarle las alas- dijo Dios por última vez.

- Pienso vengarme algún día me oyes papa, algún día tu reino dejara de existir- y con eso las grandes puertas de roble se cerraron mientras solo se escuchaba los gritos de dolor por el castigo más inhumano para un ángel, el destierro.

La Mujer del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora