•|Déjenme ser feliz|•

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Los rayos de sol pegaron directamente a su rostro, gruñó levemente, era molesta esa maldita luz encandilando su rostro; bufó irritado. De la nada sintió como su cuerpo sudaba, gruñó a nueva cuenta, frunció el ceño molesto; ya no podía dormir en paz. Se reincorporó en la cama enfadado, por costumbre volteó a su lado, sabía que no habría nadie allí, pero aparentemente su corazón no entendía. Maldijo entre susurros, observó las cortinas entreabiertas, por ahí entraba la maldita luz.

Se levantó de la cama, estaba semidesnudo, se sentía mareado, observó a su lado encontrándose con múltiples botellas de vodka. Suspiró, como usualmente se emborrachó la noche anterior, trató de hacer memoria, pantallazos de alguien sin ropa y gemidos amplificados golpearon sus oídos. Eso pasó la noche anterior, lo típico; se preguntaba quién fue, su corazón deseaba que fuera él pero era imposible, ya lo había perdido.

[...]

Salió a comprar algo para comer, tenía hambre y además ya no tenía vodka; su estado era realmente deplorable, no se había afeitado y mucho menos se había peinado. No comprendía como aún querían estar con él, tomó aproximadamente diez botellas de vodka para luego aventar cualquier paquete de comida. Una vez pagó tomó las bolsas y emprendió camino hacia su cueva, parecía una al menos. Todas las ventanas cubiertas por las cortinas oscuras daban esa sensación de cueva; ni hablar adentro, todo estaba desordenado y vacío.

De camino observó al mexicano con otros dos latinos más, chasqueó los labios molesto cuando hicieron contacto visual. Esa zorra, le arruinó la vida junto con Estados Unidos; aceleró el paso para evitar al mencionado latino, lo último que necesitaba era hablar con él. -URSS!!- llamó su nombre. El soviético lo ignoró hasta que el mexicano se paró frente a él, lo fulminó con aquella mirada fría que lo caracterizaba.

Esquivó al mencionado pero este no se dió por vencido y continúo siguiendo al soviético, pero este lo continuaba ignorando mientras se tragaba su rabia. De la nada el mexicano jaló el brazo del contrario obligándolo a girarse; esto enfadó al soviético. -QUÉ MIERDA QUIERES?!- exclamó. Esto sobresaltó al mexicano quien se sintió diminuto frente al contrario, su mirada estaba encendida por el odio. -ME ARRUINASTE LA VIDA! QUÉ MÁS QUIERES?!- exclamó a nueva cuenta.

México sintió un nudo en su garganta, le dolía escuchar eso viniendo de URSS, él quería arreglar su vida pero tomando aquél lugar que tanto deseaba. URSS jadeó cuan animal, sintió la mirada de varios sobre él, estaba demasiado enfadado quería pegarle a alguien. -Hey! Leave him, alone! (hey! Déjalo!)- interfirió. Perfecto, apareció en el momento justo, se dió la vuelta encontrándose con el estadounidense, era como el regalo perfecto para desahogarse.

-NO! URSS! DÉJALO!- gritó México desesperado. El soviético no lo escuchó, ni siquiera se molestó en hacerle caso, cerró su puño y observó la estúpida cara de Estados Unidos. El odio lo cegó por completo, estaba enojado con todos, con la vida, pero principalmente con Estados Unidos, México y su ex-esposa. Sentía esa presión en su pecho, la conocía, era la misma que sintió cuando México lo besó en su hogar aquél día.

Ese maldito día en 1940.

-Cariño, no es lo que piensas! Te lo juro! Confía en mí!-

-...-

-Third, mírame, por favor! Créeme, él me besó!-

-No me toques-

-Reich, por favor...-

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⏰ Última actualización: Apr 16, 2023 ⏰

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