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RM

No estaba seguro de que se había metido en Jin en los últimos cinco minutos, pero el hombre que actualmente estaba sobre mi regazo, moviendo sus caderas como un pistón bien engrasado, no era un maldito ángel.

Lo que había empezado como una burla por mi parte, un momento para ver si podía empujar a Jin a ese lugar donde perdía parte del control sobre el que juró que no había estado escribiendo por experiencia, había terminado con las manos del sexy ángel empuñando mi pelo mientras moldeaba su cuerpo al mío.

Era el cielo o el infierno, ya que sus pantalones y mis vaqueros seguían en su sitio, porque si fuera por mí, se habrían ido, y en vez de que Jin se hundiera en mi regazo se estaría hundiendo sobre mi muy rígido...

—Mierda. —Jin suspiró, su aliento un susurro sobre mi boca mientras levantaba su cabeza, sus caderas aún moviéndose, causando que esa fricción que adormecía el cerebro continuara incluso mientras se tomaba un descanso.

No queriendo que pensara en una razón para terminar con esto, o todas las razones por las que esto era una mala idea, y en realidad lo era en el gran esquema de las cosas, mordí y chupé mi camino a lo largo de la línea de su mandíbula hasta su cuello, y luego empecé a besar mi camino hasta llegar a su oreja.

Los dedos en mi cabello se tensaron y retorcieron, y la mordedura del dolor me hizo gruñir al lado de la oreja de Jin, haciendo temblar todo su cuerpo.

—Dame tu boca, Ángel.

Una mirada salvaje entró en los ojos de Jin mientras tiraba de mi pelo de nuevo, inclinando mi cara de la manera que él quería antes de bajar la cabeza y mover su lengua a lo largo de mi labio.

Cuando separé mis labios y él levantó su cabeza una fracción, arrastré su cuerpo hasta el mío.

—Dame tu maldita boca.

Los labios de Jin se curvaron al moverse una fracción en sus rodillas, y luego aplastó sus labios contra los míos. Mientras deslizaba su lengua profundamente dentro de mi boca, mis dedos se arrastraron alrededor de la parte posterior de sus pantalones y luego se deslizaron por debajo de ellos hasta la piel recién bañada.

Caliente al tacto, y aún un poco húmedo por la ducha, la piel de Jin era tan suave que me hizo querer frotar mi cuerpo desnudo sobre ella. Le palmeé su apretado trasero, le separé las mejillas, y arrastré mi dedo hacia arriba y hacia abajo por su canal caliente, y cuando presioné la almohadilla de mi dedo hasta su entrada, metí mi lengua dentro de su boca, capturando su sorpresa.

Jin gimió y volvió a empujar sobre mi mano, claramente le gustaba lo que le estaba haciendo, y como nos besamos como un par de adolescentes calientes, sabía que cada maldito segundo de esto lo usaría más tarde.... cuando estuviera solo.

—RM, Dios, tienes que... —Jin levantó la cabeza, y mientras se sentaba sobre mis muslos y su culo desnudo llenaba mis palmas, apretó los ojos y los cerró—. Mierda.

Jin liberó sus dedos y me los pasó por la nuca.

—¿Es esa tu forma de decir...?

—¿Qué eres jodidamente guapo? Sí.

Una sonrisa dibujó los labios perfectos de Jin mientras alisaba sus manos sobre mis hombros, y aunque quería que siguiera hacia el sur, tenía la sensación de que esto era lo más lejos que estaba dispuesto a llegar hoy. No iba a empujarlo y arruinarlo.

—Vamos, Ángel —dije mientras le quitaba las manos del pantalón. Lejos de la tentación—. No puedo ser la primera persona en decirte eso.

Jin pasó sus manos por su pelo y suspiró.

—Sólo tienes una... cierta manera de hablar.

—¿Ah, sí?

Jin asintió.

—Sí.

—Bueno, debo estar diciendo algo bien. Te tengo en mi regazo duro como una roca y tu boca se ve como si yo...

Jin puso un dedo en mis labios.

—¿Qué? —dije alrededor del dedo.

—Estabas a punto de arruinarlo con tu boca.

Pasé mi lengua sobre la punta de su dedo índice, y cuando las caderas de Jin golpearon hacia adelante, levanté la mano y envolví mis dedos alrededor de su muñeca. —Creo que te gusta cuando hablo.

Jin miró la boca sobre la que se estaba discutiendo, y luego asintió mientras se alejaba de mis muslos y se ponía de pie, liberando su brazo.

—Tu boca es...

—Si te detienes ahí, Ángel, voy a empezar a pensar que eres un pequeño sádico hijo de puta.

Jin se rió mientras él también se reorganizaba.

—Iba a decir que tiene talento cuando no está ocupada hablando.

A pesar de que me estaba dando el peor caso de frustración sexual que jamás había tenido, me encontré riéndome del ángel con pelotas mientras se daba la vuelta y caminaba para coger su videocámara. Cuando Jin apretó un botón que supuse era el de apagado, me miró con una sonrisa que estaba justo en mi lado de los malditos problemas. No tenía ni idea de lo que me había hecho pensar que era un ángel cuando podía hacerme sentir como si estuviera ardiendo después de una sesión de besuqueo.

—Y esta noche —dijo Jin— voy a pasar un buen rato recordando eso. Así que... no lo arruines.

Me senté allí mirando su sonrisa burlona y no pude evitar preguntarme si este había sido su plan todo el tiempo. De cualquier manera, no iba a quejarme. Bueno, no sobre el video, al menos. Pero tal vez el hecho de que no me invitara a quedarme a verlo con él cuando termináramos más tarde ese día.


















 Pero tal vez el hecho de que no me invitara a quedarme a verlo con él cuando termináramos más tarde ese día

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斤¹ [ NamJin ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora