Cap. 5

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5.


"Ahí está ella. Ve y planta esa semilla. Esa es la clave. Espera a que se convierta en una planta. Luego vas... ¡y te coges la planta!"

-Seth Rogen


Lo que pasó es que al final medio como que me animé un poco esto de ir a la feria de los sábados a poner mi puesto de venta de lámparas en el mercado de pulgas que abre al lado. Como llegué temprano, pude ocupar un lugar algo apartado del centro, pero no tanto, e instalé una exhibición sencilla con una mesita cubierta de un mantel verde, tipo los de billar o casino, y jalé una extensión eléctrica para mostrar encendidas unas cuantas lámparas. Decidí llevar sólo doce; no muchas para no llamar la atención, pero tampoco tan pocas para no parecer comerciante misio. Por suerte esta sección del mercado de pulgas estaba toldada, por si las lluvias. Al rato se me acercó el administrador o algo así de la feria, un tipo bajito y amigable, pero muy profesional en su labor, para inscribirme y de paso cobrar por adelantado la cuota de participación, que en realidad no era cara. Como parte del proceso me solicitó muy amable que por favor complete una ficha de inscripción, la que llené en un par de minutos con mis datos algo tergiversados, por precaución, ya que nunca se sabe quién más revisa este tipo de listas, pero lo más probable es que lleguen a manos de la Policía Popular, o el partido, o los ronderos, o Sendero, para repasarlas minuciosamente buscando identificar comerciantes burgueses contrarrevolucionarios. De hecho varios de los que fueron este sábado y los anteriores ya deben estar marcados, o lo estarán pronto. Por eso es que nunca doy mis datos reales, mucho menos para asuntos que tengan que ver con la burocracia estatal. Además que me parece divertido cambiarme un poco el nombre, o dar uno completamente falso, y me invento cualquier número telefónico, y mi dirección es calle tal s/n, lo que no es difícil de hacer ya que por aquí muchas viviendas no cuentan con una dirección exacta y la complementan agregando que es la cuadra tal, la casa con la puerta de tal color, que queda al frente o al lado de tal lugar.

- Te la estás jugando.

- Pero, ¿no te parece divertido? Huevear a los rojos, con tonterías así.

- Sí, tremendo vacilón. Pero si te ampayan...

- Esto no es nada. Peores cosas pueden pasar.

- Por eso mismo. A lo que me refiero es a estar aquí, haciéndola de vendedor.

- Lo sé.

- Vas a llamar la atención.

- Obvio.

- Vender lámparas no es lo que te interesa en realidad.

- Bue...

- La doctora.

- Te veo lento hoy.

- Así te vuelvan a arrestar, con nueva sacada de mierda.

- El que no arriesga...

- ¿Estás seguro que vale la pena?

- Si no me cagan la rodilla sana, supongo que sí.

- Todo por una mujer.

- Ya vas entendiendo. Y no es cualquier mujer.

- ¿Tanto así te gusta?

- Puede que sí.

- Ya estás viejo para estas huevadas.

- Por eso mismo. Si no es ahora, ¿cuándo?

El ErmitañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora