No me hagas decirlo.

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— ¡Spreen! ¡Conchudo! — Lo oyó fuerte y claro. — ¡Spreen no te vayas! ¡vuelve aquí! — Pero se negó, conservando la rapidez de sus pasos.

Estaba perdido en la ira, necesitaba alejarse de allí lo más rápido posible y Roier no estaba haciendo las cosas mas fáciles. —. ¡Hey! Te dije que esperaras. — El chico le tomó de la muñeca, obligándole a detenerse.

Se volteó, enfrentando aquellos bonitos ojos que tanta desdicha le causaban. —. ¡Déjame en paz! — Vociferó, arrebatando su mano del agarre.

— ¡No! — Esta vez fue más duro. — ¡Tu no te vas hasta que te disculpes con Jaiden!

La mueca en los labios de Spreen se acentuó y la escena que acababa de vivir pasó frente a sus ojos.

Había entrado a la casa que alguna vez le perteneció a él y a Roier solo para encontrarse con Jaiden en la entrada.

Tenía hambre, estaba cansado y fatigado por el viaje de regreso desde su última exploración.

Podría haber soportado el hambre unos metros más hasta llegar a la cabaña de Ramón pero el deseo de ver a Roier se había incrustado en su mente desde hacía unos cuantos kilómetros y pasar a robarle un par de tostadas no sonaba del todo mal.

Entró sin saludar ni pedir permiso, Jaiden le comentó algo que Spreen no alcanzó a oír. No le importaba, para cuando alcanzara la sala de cofres Jaiden ya no podría alcanzarlo ni él oírla, pero apenas intentó abrir la puerta asegurada, una luz roja se reflejó en su rostro.

Lo intentó una vez más, pero la puerta no se abrió.

— That's what I was trying to tell you. — La voz de Jaiden volvió a sonar a su espalda. — You are not allowed anymore.

— ¿Qué hiciste? — Vociferó. — ¡¿Por qué no puedo pasar?!

La chica se tardó unos segundos demás en leer la traducción. — I didn't do anything, it was Roier!

— Las pelotas fue Roier. — Golpeteó la puerta con fuerza. — ¡Roier! ¡Salí de ahí capo!

— Wait, let me get him for you. — La chica se abrió paso y la puerta cedió al instante en su presencia.

— Ah, así que ahora vos podes pasar. — Apretó los puños a cada lado de su cuerpo, poco a poco estaba perdiendo los estribos. — ¡¿Acaso toda la isla tiene los permisos menos yo?!

— Dude, what is wrong with you... — No lograba comprender, Spreen estaba tan fuera de sí, hablando tan rápido que la traducción que se procesaba carecía de sentido alguno.

Jaiden empuñó su espada casi de forma inconsciente. —. ¿Qué? ¿Acaso querés pelear? — Spreen la imitó.

— ¡¿Pero que chingados esta pasando aquí?! — Roier se asomó desde el sótano, observando atónito la escena.

— ¡Roier! — Exclamaron ambos al unísono sin embargo fue Spreen quien tomó la delantera, exponiendo su caso. — Roier, algo hizo esta chavona con la puerta que no me deja pasar. — Jaiden logró apenas emitir una queja antes de que el oso siguiera. — Decíle que lo arregle o alg...

— El que te quitó de la whitelist fui yo, no Jaiden.

El silencio que siguió a la frase duró los cinco segundos que Spreen tardó en procesar las palabras de su amigo. Intercambió miradas con Jaiden y la misma se encogió de hombros. — Pero qué decís...

— Lo que escuchaste. — Se metió las manos a los bolsillos y procuró mantener un semblante frío. — Ya no tienes permitido pasar a la sala de cofres.

Su mundo comenzó a derrumbarse.

Se sentía humillado, olvidado y de alguna forma reemplazado.

Lo siguiente que Spreen recordaba era haber salido corriendo, cruzar el puente hasta llegar al gran muro y ser alcanzado por Roier, exigiéndole algo que no podía darle.

— ¿Y bien? — Se cruzó de brazos. — ¿Te vas a disculpar con Jaiden o no?

— Una pija me voy a disculpar yo. — Roier suspiró y negó decepcionado.

— Hace unos días viniste y te peleaste con Bobby, le disparaste a una ventana de la casa y empezaste a decir cosas sin sentido. — Elevó el rostro solo para encontrarse con la terquedad tatuada en la expresión del oso. — La casa no es tuya, hiciste los cimientos del primer piso, yo construí todo lo demás y lo sabes bien. — Spreen desvío la mirada. — Hoy llegas y tratas mal a Jaiden ¿Qué rayos pasa contigo Spreen? ¿Cuál es tu problema conmigo?

Tensó la mandíbula, maldiciendo al chico para sus adentros. — Vos sabés perfectamente lo que pasa. — Un pequeño rubor se hizo presente en sus mejillas, no era la primera vez que Roier lo veía y no iba a mentir, le fascinaba.

— Creo que no lo tengo muy claro... — Suavizó su tono casi de forma inconsciente y dio un paso hacia el frente. — ¿Me lo cuentas? — Volvió a sujetar la muñeca del oso, esta vez de forma más suave.

— Yo... — La palabra "te amo" cosquilleó en la lengua de Spreen y por un segundo creyó que sería capaz de aceptar sus sentimientos, los celos, el dolor y la traición. — No puedo... — De la nada sus manos habían comenzado a temblar. — No puedo decírtelo... no me hagas decirlo Roier, por favor. — La terquedad en su rostro rápidamente se transformó en desesperación. — No estoy listo.

Sus ojos violeta se clavaron en el suelo, sin embargo en ningún momento apartó el agarre de su contrario. El calor que le brindaba de la nada resultaba indispensable.

— Esta bien... no te voy a presionar Spreen, pero tienes que saber que estás cosas que haces no solo me confunden a mi. — Asintió, lo tenía más que claro. — Aún quiero que te disculpes con Jaiden... y de paso también con Bobby.

— Ugh. — Rodó los ojos, pero en el fondo sabía que Roier no desistiría de su cometido. — Dale, pero me volvés a agregar a la whitelist.

— Discúlpate y lo pensaré. — Le sonrió y el semblante serio de Spreen se suavizó lo suficiente para que Roier se atreviera a tirar de él en dirección a la casa.

Thorns [Spiderbear Oneshots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora