CAPITULO I

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Quedó impresionada al ver nuestra nueva casa, no es muy grande, pero si es mejor que la anterior, por fuera se ve que tiene bastante espacio y podré tener una habitación más grande que la antigüa.

Nuestro viaje desde Daegu hasta Seúl fue cómodo, pero viajamos en avión, por lo que estoy algo mareada y cansada, solo quiero llegar y dormir. Pero para mí mala suerte, el camión de mudanza tardará unas horas más en llegar por un problema con la dirección.

Al menos tengo mi ropa y algunas cobijas. Mamá se aseguro de todo para que no hubiera ninguna molestia.

- Entonces, ¿Te gusta? - Pregunta mi madre sacando la última maleta del auto.

- La casa es linda, este vecindario también.

- Me encargué de buscar lugares seguros y bien cuidados en internet, esta casa estaba en venta, al parecer es nueva.

- Puedo notarlo.

Mi madre se ha esforzado por sacarme adelante por si sola, desde que mi padre nos abandono cuando yo tenía ocho años. Pero no me molesta, ella siempre fue una gran madre y siempre se las arregla para tener tiempo conmigo además de su trabajo como contadora. Nunca me faltó nada, ropa, comida, escuela, útiles, etc. Entonces la aprecio mucho, es una gran madre y de eso no tengo duda.

- ¿Te ayudo con las maletas? - Pregunto.

- Porfavor.

Al entrar me percató de que la casa es más grande por dentro que por fuera, la sala es bastante linda aunque aún no tenga muebles, bastante espaciosa.

Dejo las maletas en la esquina y salgo por mi mochila, que es lo único que queda. Cuando la estoy bajando de la cajuela alzó la mirada y me percató de diez chicos por lo que cálculo de mi edad saliendo de una casa y dirigiéndose hacia la parte de afuera del vecindario.

Este lugar era un vecindario al lado de otro, probablemente ellos se estén dirigiendo hacia la cerrada de la lado, ese lugar en donde las casas se ven un poco más caras.

Sin darle más vueltas meto la mochila a la casa y me la cuelgo en el hombro. - Mamá, ¿Puedo elegir mi habitación?

- Claro, eligela y yo te ayudo a subir tus maletas.

Al subir me doy cuenta de que el piso de arriba no es tan amplio, tiene un pequeño pasillo ancho con tres puertas, doblándose en la esquina que lleva a otra puerta, voy hacia esa, una puerta de roble obscuro con una perilla dorada, abro la puerta y al entrar me recibe un olor a vainilla, tal vez sea por los antiguos dueños. La habitación tiene su propio baño con ducha, lo normal, además de una ventana en el medio que da vista hacia el vecindario rico de la lado.

Dejo mi mochila y bajo por mi maleta, parece que mi mamá está en el baño o explorando la planta baja. Primero llevo la maleta en donde están mis propias cobijas y almohadas, y después regreso por la de mi ropa y objetos personales.

Por suerte no tendré que dormir en el piso, pues mi mamá compro dos colchonetas. Saco la mía y la extiendo en una parte del piso, saco mis almohadas y cobijas para acomodarlas en ella.

Quedó bien para ser una simple colchoneta en el suelo.

Tomo mi celular de mi mochila y me acuesto en mi cama temporal, es un milagro que el lugar tenga internet.

No se que hacer, entonces le hago una videollamada a mi mejor amiga para charlar un rato, creo que nuestro único contacto de ahora en adelante será virtual, porque ella sigue en Daegu.

- Chaeyoung, ¿Cómo estás?

- Dubu, estoy bien, ¿Ya llegaste?

- Si, si, hace unos veinte minutos. Estoy tan cansada.

THE RED ROOM - DAHMO G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora