El reloj solo marcaba las 8:30 de la mañana, el calor ya resultaba asfixiante, aparto las sábanas sudadas de su cuerpo, un fogaje insoportable se experimentaba en aquella habitación, con seguridad si colocaba un huevo en el sartén al sol en el patio se fritaría, intento levantarse rápidamente de la cama, pero un mareo lo hizo volver a ella. Realizó el esfuerzo de despegar su cabeza de la almohada, trato de sentarse resoplando al lograrlo, "si es así a los veinte años como seria a los sesenta, si es que llegaba". Lanzo un quejido al no encontrar sus chancletas al lado de la cama así que resignado a iniciar el día se agachó para buscarlas debajo, estaba seguro de que su hermano había entrado en algún momento a su cuarto y las había pateado al pasar, con seguridad este no las había colocado en su lugar, en comparación con él parecía aborrecer el orden, refunfuño entre dientes al no lograr a alcanzarlas, metió la mitad de su cuerpo para arrastrarlas, después de lograrlo se dispuso a arreglar la habitación.
En la mesa de comedor se encontraban sus hermanos menores mientras su madre traía la comida a la mesa, saludo como de costumbre para luego tomar su lugar. —¿Dónde está papá? —pregunto a su madre mientras esta se sentaba en el centro; los menores empezaron a comer sin decir una palabra a ninguno le gustaba hablar sin antes tener un poco de pan y café en la barriga, querías mejorar el ánimo del alguno de ellos solo debías darles comida. —Está arreglando algunas cosas antes de irnos, ¿te quedarás en casa de tu abuela como es costumbre? —pregunto curiosa, siempre lo hacía, le hacía compañía especialmente en la época de semana santa, pero ahora que estaba más grande no deseaba ir, la razón no era ella, sino el tener que estar en todos esos eventos de la iglesia.Afirmo a regañadientes tomando su taza de café, ese tema no se discutiría, ninguno de sus primos iría si se negaba, no quería herir los sentimientos de la mujer que lo quería como un hijo, si no iba él, nadie más lo haría.Además, tenía muchas ganas de verla, después de irse a hacer la secundaria en Medellín no la había visitado ni una sola vez, con la escasez de dinero era un lujo comprar pasajes para viajar a menudo.Agradecía que su padre ya tuviera trabajo, así pudo regresar a estudiar en su municipio y no siguió siendo un peso para su tía que, aunque al inicio había tenido buena intención pronto había empezado a fastidiarse, como dice el refrán casa de tu tía no es para todos los días.Uno de sus hermanos estiró una mano para alcanzar la jarra con suero —Oye cuidado te echas todo al plato mira que yo no he probado aún —su madre le arrebato la jarra para luego pedir que le pasaran los platos, esparció en cada uno de ellos la misma cantidad, sonrió al ver el puchero de enojo del menor de sus hermanos. —Pero a Efrén le estás llenando más el plato —Mamá negó irritada mientras él se embutía con gusto una cuchara de yuca cocida revuelta con el suero —Mira que eres descarado, a todos le serví lo mismo, pero comen más los ojos que la boca.Su pecho se llenó de burbujas de tranquilidad estaba en su hogar, extrañaba aquello.En las calles del pueblo la gente se movía apresurada hacia la misma dirección, del suelo podía verse salir un fogaje y subir hacia el cielo, se había despedido de sus padres para pasar el fin de semana en casa de su abuela espíritu desde el viernes, así que decidido llevaba un bolso con la ropa necesaria para acompañarla a los eventos si ella lo pedía, no estaba emocionado con la idea, pero no iba a pelear contra lo inevitable, la vieja había estado muy enferma y no quería hacerla enojar.Para llegar a su casa debía atravesar medio pueblo, su familia vivía en la orilla justo en la frontera con aquel pueblo vecino, a veces sus amigos bromeaban diciendo que dormía en santo tomas y se levantaba en palmar, no le molestaba en absoluto aquello.Se movía junto con la gente, observo su reloj notando que eran a penas las nueve y media de la mañana, las calles no habían cambiado mucho, pero no podía esperar maravillas en solo un año, los árboles de mango brindaban un poco de sombra por lo que buscaba moverse debajo de ellos, la brisa no soplaba en absoluto haciendo que el calor fuera peor que insoportable, saludo a varias personas que sentadas en unas mecedoras en la terraza se echaban fresco con un cartón, otras en cambio resignadas a soportarlo observaban a la multitud atravesar las calles.Le sorprendió llegar al centro del pueblo y encontrarse con las vallas de policía cerrando las vías y carreras alrededor de la iglesia para que los carros y motos no lograran pasar, rio al ver que uno de los motociclistas intentaba rodarla para no tener que darse una vuelta más grande y llegar a su destino sin gastar más gasolina; pero se subió a su moto enojado después de que un policía le ordenara dejarlo. —No sirven si no para joder —dijo entre dientes para después arrancar, algunas cosas no cambian pensó, siguió su camino hacia el centro haciendo una seña a uno de sus excompañeros que, hacia servicio social con la defensa civil, este le devolvió el saludo para luego seguir conversando con los policías.Desde la vuelta podía observar el campanario de la iglesia, apretó el paso para llegar a las afueras de la casa cural, desde que tenía memoria los árboles que la rodeaban mantenían ese pedazo de la carrera bastante fresco así que lo busco para descansar un rato antes de retomar su camino.Recostándose en la verja del lugar vio con curiosidad a la mayoría de los integrantes del grupo juvenil realizar una representación de la pasión de Cristo en la mitad de la carretera que daba al parque, se estremeció al pensar cómo se sentiría el inclemente sol en la piel de los actores, saco un termo con agua siguiendo desde lejos todo el tema, los vestuarios eran muy bonitos no se podía negar, pero estaba seguro de que tendrían que lavarlos porque con toda esa tela juraría que estaban sudando como cerdos.La voz del padre en la puerta casi lo hace derramar el agua, lucia bastante furioso. —¡¿Pero ¡¿cómo es esto posible?! Puedo contar con los dedos de las manos las personas que están viendo la representación —volteo curioso para confirmar que no fuera con él a quien se dirigía, pero notó enseguida que se encontraba acompañado por una de las secretarias del despacho —Padre quizá es por la hora en que se realizó la actividad —desde el lugar que se encontraba notó como se contorsionaba el rostro del sacerdote. —Por favor, usted y yo sabemos que no es por eso, acaso no se está moviendo una multitud hacia el barrio de la ciénaga en estos momentos. De nada sirvieron las campañas de concientización que se realizaron en la comunidad. La secretaria asintió dándole la razón al padre, no necesitaba que dijeran nada más, conocía a la perfección el tema y sabía de que se quejaba. Todos los viernes santos ocurría lo mismo, para los fieles católicos lo que se suponía era un día de recogimiento terminaba convertido en una feria con música a todo volumen y abundante alcohol.Puede que no estuviera seguro en estos momentos de su fe, tenía un conflicto interno con respecto a sus creencias, no lo había hablado con nadie, pero tan enredado como estaba no iría a los penitentes ni loco, solo había ido una sola vez en su vida y le había resultado tan desagradable que nunca más había vuelto a asistir a aquello.Le parecía bastante atroz, a lo largo de los años la iglesia había intentado acabar con aquella costumbre antigua, pero la gente se resistía al cambio aferrándose con uñas y dientes a aquella tradición, ni siquiera por fe, sino por sinvergüencería, solo buscaban una excusa para beber ese día, lo que lo llevaba a preguntarse por qué el pretexto, a nadie le interesaba eso cada quien era responsable de sus actos.El padre se irguió para luego salir fuera de la terraza, disimulo observando desde su posición el parque.La secretaria corrió hacia el despacho para después caminar hacia el sacerdote con un megáfono en la mano, se lo entrego y este procedió a encenderlo. —Cualquier católico practicante sepa que la iglesia se opone rotundamente a tales actos, Cristo se sacrificó lo suficiente por todos nosotros, así que los invito a dar vuelta hacia sus casas y regresar a las tres de la tarde para la adoración de la cruz —rio porque le hizo gracia como camino en dirección hacia la calle de la ciénaga no había visto a ningún otro padre hacer aquello.Después de aquello espero unos minutos para apartarse de aquel lugar y caminar al siguiente barrio, desde la esquina podía vislumbrar la casona alta que se encontraba a mitad de la cuadra camino más rápido en su dirección, las risas de unos niños le hicieron detenerse, con cuidado atravesó la calle para que estos no lo mojaran con el agua de la piscina inflable en la que se zambullían.Uno de ellos lanzo un chorro de agua a una de las niñas haciendo que gritara y volteara para mojarlo también. Siguió su camino hasta llegar al frente del alto piso, su abuela le había contado a él y a sus primos en su niñez acerca del sueño de su difunto esposo, quien le había prometido un palacio cuando eran novios, lo más cercano que había alcanzado a hacerle con todo su esfuerzo era esa casa, una de las más grandes del barrio con un piso tan alto que había que subir casi diez escalones para llegar a la gran terraza, abrió el cerrojo de las rejas que entre su papá y su tío habían instalado para darle más seguridad, la gran puerta doble del frente estaba cerrada, pero el jardín y los árboles parecían recién regados, coloco el bolso en una de las mecedoras de la terraza, la que se encontraba justo al lado del bulto de la inmaculada concepción se dirigió después a la ventana abierta apretando las rejas —¡Abuela llegué, porfa ábreme! —gritó, desde el fondo de la cocina el ruido de un cucharón le hizo sonreír, de seguro estaba preparando el almuerzo, la casa estaba impecable, en la gran sala se encontraba instalado un televisor gigante, el mueble viejo que había sostenido al antiguo estaba de nuevo barnizado, sosteniendo adornos de vidrio junto a fotografías de la familia.El reloj que su abuelo se había ganado en una apuesta seguía funcionado en la pared del fondo que daba frente a la sala, justo debajo de él se encontraba el espejo, así cada persona que entrara a la casa lo primero que vería sería su reflejo no pregunten por qué, pero su abuela siempre lo había tenido en ese lugar. Los muebles de la sala tenían cojines forrados con tela parecida a las cortinas, la mesita pequeña central estaba un poco más vacía supuso que los adornos se encontraban ahora en el mueble que había visto antes, por el pasillo observó moverse a su abuela hacia la puerta así que se dirigió a ella para entrar. —Hijo que alegría verte —dijo envolviéndolo en uno de sus abrazos gigantesco, se lo devolvió agradecido de tenerla para luego apartarse y sonreírle —Te extrañe vieja Espi —rio para después simular darle un coscorrón —pasa al comedor y cuéntame todo —dijo dándole la espalda, cerró la puerta siguiéndola.Las fotos en las paredes eran las mismas de siempre, su matrimonio, sus hijos y al fondo encima de la puerta del patio la foto de su difunto esposo, si cerrabas esa puerta detrás tendría un crucifijo, no siguió hasta el fondo, sino que cruzo hacia el comedor jalo una silla y observo desde el pasamanos moverse a su abuela en la cocina.Sus recuerdos de la infancia golpeaban desde el fondo de su mente, le resultaba agradable darse cuenta de que algunas cosas seguían igual, el cariño y la nostalgia se hicieron espacio para salir a la superficie, su abuela y su amor incondicional se hacía aún más fuerte con los años, eso era como paños de agua tibia para el ardor incómodo de su alma debido al tiempo pasado junto a su tía, las primeras semanas todo había sido agradable, pero luego con el paso del tiempo las sonrisas se habían tornado en bocas fruncidas, las palabras educadas y cariñosas mutaron a quejas y refunfuños para después pasar a reclamos, restregándole constantemente el favor que estaban haciendo, lo costoso que era y lo hartos que estaban.Varias veces había querido empacar sus cosas para volver a su casa con su familia, pero los ruegos de su madre para que aguantara un poco más le hacían apretar sus dientes y guardar muy en lo profundo la poca dignidad que le quedaba.No los odiaba, ellos habían tendido la mano a su familia en un tiempo de dificultad gigantesco, pero el cielo sabía lo feliz que se había sentido al recibir la llamada de su padre para informarle que ambos ya tenían trabajo y le mandaría el dinero de inmediato para que volviera a su hogar.Un estruendo en la calle provoco el ladrido lastimero de los perros, quienes asustados empezaron a rastrillar sus patas por la puerta de zinc de su casucha, le hizo señas a su abuela para que no se moviera, ya se encargaría de tranquilizar a los dos animales y aprovecharía para saludarlos.A pesar de haber algunos árboles y plantas sembrados, el suelo no tenía ni una sola hoja ensuciándolo, se acercó a una de las esquinas del amplio patio para abrir la puerta y entrar; Rocky y Kira movieron sus colas felices pero la menor se lanzó hacia él para lamer su rostro, rio intentando apartarla —Vaya sí que han crecido ustedes dos —dijo rascándolos a ambos por la parte trasera de las orejas, otro sonido fuerte hizo chillar al perro, apretó la mandíbula indignado, la pólvora hacia parte del festejo así que los pobres animales iban a sufrir por lo menos durante dos horas más, intento calmarlos lo más que pudo por algunos minutos, al final se dirigió de nuevo al comedor resignado. —Se callaron un poco —afirmó su abuela sentándose junto a él en el gran comedor —Mira que son inconscientes, un viernes santo y haciendo un circo allá afuera_ sonrió al recordar al sacerdote y después de contarle ese hecho esta frunció la boca molesta —Mira que eso de los penitentes antes era muy respetado, algunos aun lo hacen por fe_ ese algunos no se le escapo —¿cómo es eso de algunos Espi? —Cuestiono curioso —Vamos, eso ahora se ha convertido en negocio para unos, les pagan a personas para que se piquen y así tener un show que presentar al público, arrugo el entrecejo incrédulo —¿Enserio abuela? ¿Por qué harían algo así?, dibujo con los dedos la figura del mantel mientras hablaba —Porque más va a ser hijo, por dinero. Si hay show, hay público y si hay publico habrá quien alquile las sillas en las terrazas, quien compre las cervezas, es así de simple.Quiso sorprenderse por la información, pero no fue aquello lo que sintió sino más bien espanto, no podía creer que por dinero algunos se picaran en mitad del sol fingiendo una devoción que no sentían en absoluto, reduciendo todo aquel acto a algo teatral e irrespetando a quienes lo hacían dese la sinceridad de su corazón. —Ahora entiendo porque el padre estaba tan furioso —expreso apoyando su cabeza en las manos, su abuela tomo aire bastante irritada. —Como quisiera que se llevaran un susto y aprendieran, en mis tiempo estos días se respetaban, nadie quería que se le apareciera el penitente gateador — intento ocultar una sonrisa porque sabía que estaba molesta y después se podía ofender pero no lo logro, vamos quien creería algo así, en sus tiempos hablaban del agua convertida en sangre, de las personas pegadas por mantener relaciones sexuales, recordar esto último casi logra hacerlo soltar una carcajada. —Por favor abuela, esa es una leyenda y todos saben que no existe. —Ja —exclamo su abuela recostando su espalda al respaldar de la silla —Por supuesto que existe, el susto que se llevaba la gente cuando no terminaba de caminar la procesión completa y se desviaban por las calles, entenderías si lo hubieras visto, o que hay de los borrachos que también se espantaban —torció los ojos divertido. —Abuela estaban tomados no es más que eso —pudo ver como negaba vio que se impulsó para discutir, pero al final solo dijo —Ver para creer dijo uno de los apóstoles en su tiempo y te digo que termino creyendo —refunfuño entre dientes a esa afirmación.Después de reposar el almuerzo la tarde se fue volando, la temperatura disminuyo como ocurría todos los años a las tres de la tarde, mientras el silencio comenzaba a esparcirse por las calles más cercanas a la iglesia a lo lejos por la antigua calle de la ciénaga lograban escucharse algunos sonidos de música pero ya la mayoría de la gente bulliciosa se había marchado a su casa después del evento, desde la terraza alta pudo observar a varias vecinas ancianas que al igual que su abuela con velo en la cabeza se dirigían a pie al templo para realizar la adoración de la cruz, había asistido una vez cuando era más pequeño y lo único que recordaba de aquello era el altar desnudo.Después de pasar varias horas viendo televisión había hecho un arroz de sardina para comer antes de irse con su abuela al sermón de las siete palabras, la acompañaría porque se lo había prometido, pero no estaba para nada entusiasmado con la idea, esperaba lograr convencerla cuando terminara de no caminar la procesión, estaba casi seguro de que su intento seria en vano.El centro del pueblo estaba repleto, su abuela iba agarrada de su brazo mientras la guiaba entre la multitud buscando encontrarle alguna silla, desde hacía varios años atrás el municipio se había vuelto más concurrido para esta época por lo que el templo había quedado pequeño, obligándolos a hacer el sermón al aire libre en la gran plaza del frente, cientos de sillas de plástico se encontraban acomodadas para las personas que lograran llegar a tiempo, por suerte encontró una para su abuela, quien inmediatamente después de sentarse entablo una conversación con la mujer a su lado que al parecer conocía. Tomo asiento un poco impaciente, pero a la vez curioso, levanto la mirada hacia el cielo que esa noche no tenía ni una sola estrella, lo único que lograba verse era una gran luna llena que brillante iluminaba la oscuridad, tenía que aceptar algo y eso era, el aire de misticismo de la época, suponía que todo eso había dado pie para el montón de historias que giraban al rededor del municipio, no podía culpar a la gente que las había inventado porque eso eran, inventos provenientes de la imaginación, se negaba a otorgar credibilidad a tales barbaridades, en especial a aquella mencionada por su abuela acerca del penitente fantasma, el ambiente y esa luna le daban ganas incluso a él de inventarse una historia de terror cualquiera "¿a quién podría colocar de personaje principal?"; observo a los grupos de personas que se acomodaban dentro de la multitud con curiosidad, podía ver a los vestidos de nazarenos, aquellos que iban a pagar mandas, las magdalenas, las dolorosas, su mirada salto a los fariseos para posarse después en los cargueros, esos mismos, ¿qué si empezaba a rondar una leyenda acerca del cargador vengador?, sonrió divertido o el cargador fantasma que saldría a aquellos que no cargaran bien o que se cansaran y se fueran dejando la procesión incompleta, por poco suelta una risa alta porque sabía que podía pasar ese cuento de generación en generación y otros lo tomarían como una leyenda, los tontos como algo que ocurrió en verdad llenándose de un temor infundado.Allí debajo de la luna, enfrente de la tarima observando a los feligreses cayo en cuenta de algo, podía hacerlo, probar que todo era un cuento para al día siguiente decirle a su abuela que todo era una invención, empezaría la procesión y la dejaría a la mitad para irse a casa, esperaría allí a la supuesta aparición que por obvias razones nunca se mostraría, eso haría, tal como cuando tenía siete años y había desmentido lo de la transformación del agua en sangre.El sacerdote explicó con suma paciencia cada palabra dicha por Cristo en la cruz, llevaban varias horas sentados escuchándolo, sentía que su trasero estaba bastante dormido y acalambrado, se animó un poco cuando empezaron a descender el cuerpo de la cruz, los tambores comenzaron a retumbar mientras los fariseos se ubicaban en su lugar y empezaban a danzar guiando la procesión, los nazarenos les seguían, las personas iban ubicándose detrás de los santos de su preferencia, con paciencia espero a que pasara la dolorosa, su abuela siempre iba allí todos los años, la papayera iba tocando una melodía delante de la imagen, mientras los cargueros la levantaban y la balanceaban un poco, su abuela sacudió su camándula para luego pegarse prácticamente detrás a paso lento realizando el rosario, camino a su lado con paciencia esperando llegar al punto donde debía salirse, muchos iban en profundo silencio meditando mientras peregrinaban, pero otras personas como las dos chicas parlanchinas que iban a su lado se dedicaban a mirar la ropa que llevaban los otros para burlarse y criticar, no eran las únicas porque muchos de su misma edad y de la suya estaban buscando su nueva conquista, sonrió a una chica que desde la otra punta lo observaba con descaro, le guiño un ojo coqueto y esta se sonrojó apartando la mirada haciéndolo reír.Llevaban casi media hora caminando no sabía si exageraba, pero ya estaba bastante aburrido, no tenía disposición para ello, así que decidido a irse, le susurro a su abuela que tenía una emergencia de esas que se solucionan en un baño, ella que se había pegado a una vecina asintió diciendo que se iría con ella a casa. —Hijo ten cuidado —pidió preocupada — Deberías aguantarte un poco, mira que hoy parece ser de esas noches —la interrumpió dándole un beso en la mejilla —No te preocupes, no va a pasar absolutamente nada —la cara de su abuela era de intranquilidad y terquedad, le dio la espalda seguro de que quería rebatirle, pero se alejó de la gente buscando salir de la multitud, espero en una de las casas por las cuales pasaba a que terminara para caminar al lado contrario buscando la plaza para ir a la casa.La calle recta y ancha solo se encontraba iluminada por el alumbrado público, las casas se encontraban oscuras, sus habitantes dormían o no estaban, a medida que avanzaba se percataba de la soledad que reinaba, no había ni un alma en el camino, apresuro el paso temeroso no de algún fantasma, lo que le aterraba era encontrarse con alguien de carne y hueso, de esos que roban y matan. Llego a la esquina de la tienda cuyas luces estaban encendidas, pateo una piedra con fuerza, un ruido a su izquierda hizo que dirigiera su mirada hacia la carrera donde se encontraba la famosa cruz de la ciénaga, en ese lugar había estado la iglesia cuando el pueblo se había empezado a formar, ahora era una pequeña capilla, los viernes santos se convertía en la parada del camino de los penitentes que llegaban a cortarse con cuchilla para que la sangre acumulada por los latigazos en su espalda saliera, pero el resto de días del año simplemente era el lugar que muchos escogían para jugar juegos de mesa y apostar. Un bombillo amarillo titilaba justo encima de la cruz vacía, la pintura blanca se estaba desprendiendo, desde el lugar donde estaba podía ver como se estaba cayendo a pedazos su atención sin embargo se la llevo otra cosa o más bien alguien, parado justo al lado de la cruz le daba la espalda a él, observando la pared, era un hombre bastante alto, grueso, no lograba distinguir si blanco o moreno la luz no era mucha, pero lo que lo disgusto o impresiono era que no llevaba camisa, tenía puesto solo un pantalón corto caqui que más bien parecía un pedazo de saco, iba descalzo y encima de su cabeza llevaba un saco de tela blanco con pequeñas cruces negras, frunció el ceño extrañado al ver que en su espalda había cantidades de moretones, un escalofrío lo recorrió, pero a su vez negó conmocionado, al parecer uno de los penitentes había decido quedarse allí y no había ido a casa, le pareció raro, decidido a no cuestionar aquello pensó en avanzar, faltaba una cuadra corta para llegar a casa de su abuela, sin apartar los ojos del extraño se disponía a avanzar e ignorarlo, pero vaya susto se llevó cuando el foco de la capilla estallo dejándola en total oscuridad; su corazón comenzó a latir apresurado, giro su cabeza hacia al frente para seguir su camino y avanzo lo más rápido que pudo, las luces de los postes parecían temblorosas como todo su cuerpo en esos momentos y cuando empezaron a apagarse a sus espaldas, solo pudo pensar que se debía a alguna falla eléctrica.Logró llegar a la terraza de la casa prácticamente corriendo, subió lo más rápido que pudo los escalones, abrió la reja y cerro rápidamente, la puerta de la entrada le costó un poco más debido a los nervios, cuando la abrió entro aliviado, asomándose a la ventana noto que afuera las únicas luces encendidas eran las de su terraza. Rio lleno de alivio y vergüenza, había corrido como un estúpido, pero todo tenía una explicación, así que ahora que estaba en su casa se sentaría a ver películas y todo estaría bien, nada le había ocurrido, lo que demostraba que tenía razón y todo era puro cuento. De seguro el hombre en la capilla era uno de esos a los que le pagaban para picarse y se había quedado bebiendo por allí, solo era un borracho y lo del alumbrado eran fallas técnicas, eso era racional.Acomodándose en el mecedor de la sala jalo uno de los bancos para levantar sus pies, se sentaría allí a ver televisión mientras comía mango biche con sal. No llevaba ni quince minutos allí, cuando un ruido en el techo justo encima de él lo hizo saltar, un gato eso debe de ser pensó mientras se llevaba una tira de mango a la boca, un golpe en la puerta del patio le hizo levantar la ceja, coloco el plato con la fruta en la silla mientras iba a verificar en el pasillo se paró en la salida de la sala vislumbrando la puerta, se dispuso a volver, pero otro golpe aún más fuerte lo hizo saltar, corrió apresurado hacia la sala no iría al patio ni loco, nadie podía entrar a su patio las paredillas eran bastante altas, esperaría allí sentado, además eso de verificar solo podía ponerlo en peligro acaso no era aquello lo que ocurría en las películas, no era ningún idiota se quedaría allí.Paso casi media hora después de aquello, los latidos de su corazón ya no iban tan rápido, pero aún sentía un poco de miedo, la película se encontraba en su parte más emocionante, estaba seguro de que su abuela estaba por llegar, por esa razón los golpes en la puerta de entrada no lo sorprendieron, se levantó de su silla tomando las llaves, al hacerlo cayo en cuenta de algo, estas eran las copias su abuela tenía las reales así que ella no tocaría la puerta simplemente abriría.Un escalofrío subió desde sus pantorrillas hasta el pecho haciendo que su cuerpo se estremeciera fuertemente, apretó las llaves dentro de sus manos mientras un golpe aún más fuerte lo hacía retroceder, ya no era alguien tocando parecía alguien pateando, su ritmo cardiaco estaba tan acelerado que podía escuchar los latidos de su corazón en sus oídos, otra patada fuerte en la puerta hizo que dejara caer al suelo las llaves, mordió con fuerza su labio inferior inseguro de lo que debía hacer, intento respirar más calmado, tenía miedo no iba a negarlo lo primero que vino a su mente fue una oración y casi ríe porque llevaba mucho tiempo sin orar, recordó uno de los salmos que recitaba junto a su madre antes de dormir cuando era muy pequeño, el ruido de la puerta se detuvo, sus respiraciones eran superficiales, se agachó para tomar las llaves"¿Qué debía hacer ahora, salía a la calle en busca de su abuela o se quedaba allí encerrado solo?" su sangre estaba caliente y eso no le permitía pensar con claridad, no sabía de qué se trataba, si era alguien vivo o muerto, pero de lo que estaba seguro era que le aterraba. De repente experimento algo muy extraño, a pesar del ruido de la televisión encendida, un silencio empezó a reinar, era espeso y venía de la calle, sentía que el volumen del televisor se iba bajando poco a poco o que los sonidos se alejaban, en su lugar una ausencia de sonido se esparcía; era como si pudiera tocarlo, no sabía cómo explicar aquella sensación extraña, como si estuviera y no estuviera allí, como si se duplicara la realidad, se meció los cabellos frustrado, un peso comenzó a implantarse en su pecho, sentía que el aire le faltaba, intento calmarse porque la situación era exasperante, un ruido extraño bastante lejano lo hizo arrugar el ceño, sus pies se movieron de forma automática hacia la ventana sus piernas temblaban, la saliva espesa se acumulaba en su boca, el ruido se hacía cada vez más fuerte, como láminas de zinc siendo arrastradas por la arena, no lograba identificar bien a que se debía, muerto de miedo hizo a un lado un poco la cortina para asomarse sin ser notado, su corazón se paró temeroso porque se aterro al pensar que hubiera alguien o algo fuera de su puerta, soltó el aire sin saber que llevaba tiempo reteniéndolo quizá por eso se sentía asfixiado, no había nadie pero el ruido se hacía más fuerte, como el piso de la terraza era alto y la ventana también no lograba ver del todo la calle solo alcanzaba a mirar las partes superiores de los transeúntes a menos que se pasaran por la terraza de la casa del frente, solo así vería por completo.Toda la calle estaba sumida en la oscuridad, sentía como si todo estuviera pasando a una velocidad descomunal dentro de su cabeza, pero por fuera el tiempo iba más lento de lo normal, las pantallas de luz comenzaron a titilar, aferro la cortina con fuerza, el sonido en la calle se hizo aún más fuerte, tanto que creía sentir temblar las cosas en la casa, su cuerpo vibraba prácticamente, las lámparas comenzaron a encenderse desde la esquina, desde el lugar donde venía el ruido, con más claridad distinguió que se trataban de cadenas arrastradas, el polvorín levantado por estas comenzó a llenar la calle dificultándole la vista, vaya sorpresa desagradable cuando logro vislumbrar la mitad de un hombre, su cabeza cubierta con un saco del color del óxido, su piel era morena o parecía también rojiza o cubierta de óxido, su corazón se paró un latido y todos los vellos de su cuerpo se levantaron cuando lo que sea que estaba afuera levanto el brazo para flagelarse la espalda, a su cintura llevaba amarradas unas cadenas y estaba seguro que era las que arrastraban, uno y dos golpes, estaba a punto de darse la vuelta para mirarlo, un grito terrorífico escapo de su garganta y soltando la cortina se lanzó al piso tembloroso, llorando y pronunciando palabras sin sentido, su cabeza latía fuertemente, no supo cuánto tiempo paso, pero cuando abrió los ojos se encontraba en la cama con una fiebre tan alta que habían llamado a un doctor. No podía ni siquiera abrir la boca, su abuela se quedó con él por un día entero, haciéndole compañía, lidiándole la fiebre y arropándole cuando aumentaban los escalofríos, no tenía explicación para aquello que había visto, de lo que estaba seguro era que se había cagado de miedo, eso no era de este mundo, pero tampoco quería saber de dónde venía aquello.Había durado en cama dos días, después de aquello sus padres habían pasado por él, no había dicho absolutamente nada a nadie, porque primero lo creerían loco y segundo no estaba dispuesto a aceptar en voz alta delante de su abuela que no eran cuentos, débil después de esos dos días se había despedido de ella dándole un abrazo pero cuando buscaba apartarse no lo permitió, el susurro en su oído lo hizo temblar un poco. —Espero que hayas aprendido la lección, hay cosas con las que no se juegan y el que busca encuentra.Se alejó con tanta fuerza de sus brazos que de no ser por su padre hubiera caído sentado, su abuela Espi sonrió compresiva y el avergonzado de que lo supiera no le respondió nada. La lección estaba más que aprendida lo que está quieto se deja quieto, nunca más desafiara, ni se burlaría de los cuentos así fueran falsos, ya no le hacía falta comprobarlos.
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NOCHE SANTA
Short StoryHay cosas que no necesitan ser probadas especialmente sino se está preparado para el resultado.