El Jardin de las Mariposas

La Prisión

Emily se quedó paralizada ante las palabras de Desmond. No podía creer lo que estaba escuchando. ¿Cómo había llegado a este lugar, donde las mujeres eran capturadas y retenidas como objetos de colección? Emily sabía que tenía que ser astuta si quería escapar con vida.

-¿Qué planeas hacer conmigo? -preguntó Emily, tratando de sonar tranquila.

Desmond se acercó a ella y le acarició la mejilla con suavidad.

-Te voy a mantener aquí con las demás mariposas -dijo Desmond con una sonrisa macabra-. Pero no te preocupes, te trataré bien. Al menos, hasta que decida que ya no eres útil para mí.

Sophia se acercó a Emily y le ofreció una copa de vino.

-Ahora relájate -dijo Sophia con una voz suave-. Te enseñaré tu habitación.

Emily tomó la copa de vino y bebió un sorbo mientras Sophia la guiaba por los pasillos de la mansión. Todo parecía normal, pero Emily sabía que debía mantener la guardia alta. Llegaron a una habitación grande y luminosa con una cama cubierta de seda y una ventana que daba al jardín de mariposas. Emily pensó que tal vez podría escapar por esa ventana, pero rápidamente descartó esa idea cuando vio las barras de hierro que impedían que se abriera.

-Aquí es donde te quedarás -dijo Sophia con una sonrisa forzada-. Espero que estés cómoda.

Sophia salió de la habitación y Emily se quedó sola, con su mente llena de pensamientos aterradores. Sabía que tenía que encontrar una manera de escapar, pero no sabía cómo.

Pasó los días encerrada en su habitación, tratando de encontrar una manera de escapar. Comenzó a investigar la mansión en secreto, buscando pistas que pudieran ayudarla. Descubrió que Desmond había construido una celda subterránea debajo del jardín de mariposas, donde mantenía cautivas a las mujeres que había capturado. Pero no pudo encontrar la llave que le permitiera liberarlas.

Una noche, Emily se despertó por el sonido de las puertas de la habitación abriéndose. Sophia entró en la habitación con una bandeja de comida.

-Desmond quiere verte -dijo Sophia con voz tensa-. Sígueme.

Emily siguió a Sophia a través de los oscuros pasillos de la mansión, sin saber qué esperar. Finalmente, llegaron a la sala donde Desmond estaba sentado, rodeado de mariposas vivas y muertas.

-Bienvenida, Emily -dijo Desmond con una sonrisa fría-. He decidido que es hora de que te unas a mi colección.

Emily sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Sabía que tenía que actuar rápido si quería escapar con vida.