Harry

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-Apúrate, muchacho, sabes que debes acompañarme hoy y no tienes excusa para no hacerlo.- La ronca voz junto con el imponente aroma hacen al alfa más joven levantar su vista hacia su padre, quien lo miraba con advertencia, como si fuera un empleado más y no su propio hijo.

-Tengo cosas por hacer.

-Y las vas a posponer o delegar porque como dije, no hay excusa válida para que no me acompañes.

-No puedo hacer eso, se trata de nuestra empresa, nadie puede hacer tan bien mi trabajo como yo.

-Alguien más puede hacerse cargo y si lo hace mal nos deshacemos de esa persona.- La risa fría que escapó de los labios del alfa mayor, hizo al rizado enfurecer, apretando sus uñas contra la palma de su mano en busca de la calma.

-Iré y no será necesario deshacernos de nadie, puedo encargarme más tarde.- Dice lo más sereno que puede, volviendo la vista de su padre a la computadora. -Y hasta entonces, si no es mucha molestia.- Su mirada verdosa vuelve a elevarse, haciéndole una seña a su padre de abandonar su oficina y este, con un gesto desinteresado, tal cómo llegó, desaparece de la vista de su hijo.

Es entonces cuando Harry se permite respirar con tranquilidad, pensando en que podría salir bien ¿ver omegas con poca cantidad de ropa? Mmm, no era algo que le llamara tanto la atención, ¿Drogas, alcohol? Eso lo podía tener en su propia oficina si así lo deseara, las opciones no eran muchas, sin embargo, tenía el presentimiento de que al final del día valdría la pena y ese pensamiento fue lo único que logró hacer que no buscara más excusas para declinar la amable invitación de su padre.

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El reloj marcó las 10:00 pm y era hora de que Harry entrara en personaje, Edward Cox, el nombre que tenía para todo aquel que no hiciera parte de su íntimo circulo de personas compuesto por su padre, su hermana y sus dos guardaespaldas que además eran sus mejores amigos, el apellido era el de su madre, a la cual si amó con todo su corazón a pesar de ser ella la líder de aquel cartel del que Harry hace parte desde que tiene uso de razón y que al morir heredó a su esposo y padre del alfa, el encargado de "entrenar" a Harry para sucederlo en caso de que muriera.

Su ceño estaba fruncido, el desinterés pintado en sus facciones mientras escuchaba a su padre hablar de como este lugar que hace ya unos cuantos años había inaugurado era todo un éxito y como los omegas más hermosos de Londres trabajaban para él -incluso cuando Harry sabía a la perfección que muchos de esos no lo hacían por gusto sino por obligación-

-Quizá puedas entretenerte un rato con alguno de esos omegas, cualquiera estaría encantado de entregarse a ti por un poco de dinero.- Harry estaba fastidiado, eso no le interesaba, incluso si esa idea fuera una posibilidad no era algo que deseaba escuchar de los labios de su padre. -Vamos, este lugar estará bajo tu mando, te guste o no, algún momento alguno de esos omegas estará bajo tu poder.

-Suficiente, padre, mis obligaciones con este lugar es lo único que deberíamos estar compartiendo, lo que haga o no con mi vida privada no te incumbe.

-Claro que sí, quiero ser abuelo, necesitamos un heredero para ti, no me haré más joven esperando.- Y eso, era otra cosa que Harry no quería, traer un niño al mundo que deba pasar por lo que él pasó, era algo que le aterraba y si estaba en su poder iba a evitarlo a toda costa.

-Pues la espera continuará, no esperes un heredero pronto y mucho menos de uno de estos omegas.- Sumando a la lista, el alfa más joven era todo un romántico que esperaba formar una familia con un omega que sea el amor de su vida y puedan empezar de cero en algún lugar muy lejos de ahí, dudaba mucho que eso pasará con un omega que bailaba en un club, obligado o por gusto y que seguro se acercaría a él solo por su dinero o posición.

I like it when you dance for meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora