P R Ó L O G O

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Se supone que un rey no debe de fijarse en un guerrero, menos en su mano derecha.

Se supone que un rey solo debe tener ojos para su reina, su corazón debe latir solo por ella.

Se supone que un rey, no se enamora de un plebeyo.

Se supone que un rey... No se puede enamorar de nadie, que no sea su reina.

Se supone, claro, sin embargo... ¿Cómo podría siquiera resistirse a aquellas hermosas orbes moradas?

No se podía, al menos, el rey no lo tenía permitido.

Pero él era débil.

Era imposible no caer ante aquel azabache a su parecer, algo que él no era capaz de hacer.

El guerrero se arrodilló ante él, apoyando sus manos sobre el mango de su espada, agachando la cabeza en total devoción a su rey.

─ Usted tiene mi lealtad eterna. Mi espada y corazón, le pertenecen a usted, mi rey...

K I N G | FooligettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora