SEGUNDA PARTE

196 21 9
                                    




Lo primero que pensó Keisuke cuando abrió los ojos fue que su casa se estaba quemando.

Se levantó rápidamente y se puso el pantalón que llevaba la noche anterior antes de salir disparado hacia donde parecía provenir el intenso olor a chamuscado.


La cocina.


Entró con todas las alarmas activadas y su cuerpo se puso instintivamente más tenso cuando encontró una sartén con un contenido ya no identificable por lo carbonizado que estaba, en llamas.

Humedeció un paño bajo el agua del grifo y tras escurrirlo la echó sobre la sartén ardiendo, después apartó la sartén y desconectó la cocina.

Suspiró con alivio, pero después frunció el ceño cuando escuchó música proveniente del salón, si sus oídos no fallaban, eso definitivamente era metal. Él jodidamente odiaba el metal. Sintió el alivio convertirse rápidamente en rabia mientras avanzaba hacia el lugar.

Sentado sobre el sofá, con sólo una camisa rosada puesta, Chifuyu se estaba pintando los dedos de los pies mientras su cabeza se balanceaba al ritmo del estridente sonido de la música.

Keisuke no se paró a admirarlo, sus ojos nublados en furia y todavía exaltado por el incendio que casi da lugar en la cocina.


—¿Qué demonios te pasa? —gritó por encima de la música


El menor se sobresaltó por la intrusión y levantó la vista mirando a un iracundo Baji, sonrió en grande.


—Keisuke, buenos días —dejó el esmalte y se puso en pie de un salto, se acercó con intención de darle un beso al mayor, pero este le apartó con brusquedad

—¿Qué está mal contigo? ¡casi quemas mi casa! Y te encuentro aquí pintándote las uñas y escuchando metal...

—Noisecore —interrumpió Chifuyu

—¿Qué?

—Eso no es metal, es noisecore —explicó con una dulce sonrisa, elevando la voz para hacerse escuchar por encima del sonido


Keisuke sintió un tic nervioso en el ojo. Respiró hondo para calmarse y miró severamente al menor.


—Dejaste algo cocinándose en la sartén y casi quemas la casa —reiteró el punto más importante del asunto, el rubio asintió primero con una dulce sonrisa, después abrió los ojos, sorprendido, y sin medir palabras con el dueño de la casa, se fue corriendo a la cocina, sorprendiendo al pelinegro, quien lo siguió hacia donde se dirigía


Al llegar a la cocina, Chifuyu observó a su alrededor, el humo todavía estaba presente, y en una esquina de la encimera de mármol, estaba la sartén carbonizada.

El menor se puso a llorar sorprendiendo por segunda vez a Keisuke.


—Oye ¿Qué te pasa? ¿por qué estás llorando? —se acercó, pero Chifuyu comenzó a negar con violencia la cabeza sin dejar de llorar

—Te estaba haciendo el desayuno, Baji-san, crep de chocolate —dijo sin detener el llanto—. Pero ahora...ahora ¡todo está arruinado! —y de nuevo lloró


Keisuke se desconcertó al tener al rubio, llorando y haciendo berrinches como un niño pequeño. Se sintió incómodo.


—Oye, es mi cocina la que casi arde, quien debería llorar soy yo —sólo obtuvo un llanto más fuerte como respuesta, suspiró profundamente—. Está bien, no estoy molesto contigo, vamos, deja de llorar.


Y como si hubieran pulsado el interruptor de apagado, Chifuyu dejó de llorar.


—¿No vas a gritarme?

BONITO (BAJIFUYU)(FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora