¿Qué diría mi yo de hace una semana si le dijera la aventura que he vivido? ¿Qué opinaría el Franco de ayer si le contase que la repentina llegada de una chica tan tierna llamada Maru, cambiaria rotundamente nuestras vidas? Me pregunto muy sinceramente, que pensaría...
Hace justo una semana, un miércoles 14 de mayo, caminaba tranquilamente por las calles del centro de mi ciudad, Paraná, Entre Ríos. Nunca me había sentido molesto por caminar solo, pero ese día no había una sola persona que caminase individual. Todos iban con sus respectivas parejas y el único solitario en la calle era yo.
No sentí un vacío inmenso pero si uno pequeño recorriéndome el centro del pecho, nunca creí que una pareja te haga feliz, pero si creo que ambos participantes de la misma tienen vacíos y juntos rellenan esos mismos. Lo escuché a Rocky decirlo y supongo que quedó guardado en mi cerebro.
Como sea, continúe caminando solitariamente por aquellas calles húmedas, por que me olvide de mencionar que había llovido un poco y el cielo amenazaba con traer una tormenta en cualquier momento. Y así fue, no pasaron mas de 3 minutos hasta que unas pequeñas gotas se transformaron en una metralleta acuática sobre mi, que claramente no llevaba paraguas.
Buscaba algún lugar donde refugiarme hasta que la vi a ella. Una chica de un metro sesenta mas o menos, también sola, también sin paraguas y también tratando de resguardarse de la lluvia. No se como explicarlo pero, me sentí paralizado. De repente el agua golpeando mi cuerpo no me causaba nada, solo quería verla bajo ese pequeño techo que encontró afuera de una tienda.
Después de unos cuantos segundos idiotizado, sentí sus ojos girar hacia mi, entonces me vi obligado a moverme y seguí con la actuación de buscar donde resguardarme de la lluvia. Y aun que había muchos techos alrededor, elegí el mismo que ella.
— Perdón si te salpiqué. — Le dije sarcásticamente después de sacudir mi pelo mojado dejando caer el flequillo que ya me comenzaba a llegar a los ojos.
Ella soltó una leve risa y dijo — Tantas maneras de iniciar una conversación y elegiste la mas rebuscada, me gusta. —
Mi rostro fue invadido por un gesto sorprendido. — Estaba entre eso o decirte "hola", creo que elegí la decisión correcta. — Dije y su respuesta fue sonreír y asentir.
— Mariela, pero me dicen Maru... — Me miró a los ojos. — Franco, pero me dicen Franco.—
Conversamos ahí un poco sobre como la lluvia nos encontró totalmente desprevenidos, de lo que estábamos haciendo y de alguna que otra cosa que no presté atención por estar tan enfocado en su corte "Honguito" color castaño oscuro, en sus labios rojos por naturaleza, en su sonrisa perfecta o tantas otras cosas.
— No parece que la lluvia vaya a parar en un buen rato... — Dijimos después de un rato de charla.
Me gire hacia atrás para ver que era la tienda donde estábamos parados. — Llevamos todo este tiempo acá parados hablando y no nos dimos cuenta que atrás nuestro hay una hermosa cafetería— Dije.
— ¿Qué te parece entrar y seguir charlando, solo que ahora sentados y mas calentitos? —
— Te estas congelando, ¿No? — Pregunté.
— Si, ¿Cómo te diste cuenta? —
— Porqué desde que te salpique con el pelo no paraste de temblar hasta ahora. — Termine de decir y procedí a abrir la puerta del establecimiento. — Si mañana estoy resfriada, va a ser tu culpa. — Dijo.
— Voy a hacerme cargo y te voy a ir a cuidar si eso pasa. — Dije y entramos a una sorpresiva cafetería, mucho mas grande lo que imaginábamos, se notó en nuestro rostro cuando vimos el tamaño al entrar.
— ¿Qué era una cafetería o un supermercado? — Preguntó irónicamente.
— Me parece que podría tranquilamente ser un parque techado. —
Así fue como entramos, nos secamos como pudimos y pedimos dos cafés dobles amargos. Por que así lo tomaba yo y así quiso probarlo ella, obviamente corrió a buscar azúcar después del primer trago, no es para cualquiera...
Al rato nos dimos cuenta que esa cafetería era, efectivamente, una cafetería situada adentro de un banco, uno nuevo por que era la primera vez que lo veía.Compartimos una charla hermosa donde nos conocimos, me preguntó por mi familia, le dije que llevo mucho tiempo sin verla, le pregunté por la suya y me contestó lo mismo. Me preguntó por mis aficiones, mis gustos, mi historial criminal (que no sobrepasaba de robar algún caramelo de chico), para aclarar me preguntó y le pregunte de todo.
— Verdaderamente podría ser el destino el que nos encontró acá. — Dijo ella.
— ¿Por que lo decís? —
— Hoy es mi ultimo día en Paraná, vine un par de días a visitar. En realidad soy de Palermo. —
— Ya decía yo que ese acento no era campesino como el mío. — Respondí intentando hacerla reír, y lo logre...
Pero, todas las risas y charlas interesantes cesaron instantáneamente cuando, unos 10 hombres vestidos de negro de pies a cabeza, irrumpieron la cafetería armados hasta los dientes, protestando para que todos nos tiremos al suelo y seamos sus rehenes, amenazando con disparar a todo aquel que no siga sus ordenes. Éramos cerca de 30 personas en esa cafetería, tirándose al suelo rápidamente, agilizando nuestro movimiento en cada aturdidor disparo efectuado al techo. ¿Cómo sucedió esto? ¿Por qué tenia que pasar eso cuando todo estaba yendo tan bien? Esas son preguntas que no tenia sentido preguntarse, solo había que preocuparse por poder salir de ahí sanos, salvos y juntos...
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Un Robo Y Un Destino
RomanceFranco, un joven solitario, se encuentra con Maru, una encantadora chica que cambia repentinamente su vida. Lo que comienza como un encuentro casual bajo la lluvia se convierte en una conexión especial entre ambos. Sin embargo, su idílica tarde en u...