Make you Mine

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Sana y Dahyun eran ante los demás, polos opuestos pero que se complementaban. Eran mejores amigas desde la secundaria a pesar de lo diferentes que eran.

Mientras que Sana era una chica tierna, amable y un poco coqueta, Dahyun siempre se caracterizó por ser seria e intimidante ante los demás. Sin embargo Sana sabía que su mejor amiga era mucho más que eso, a pesar de ser mujeriega y algo grosera no podía negar lo protectora y buena que era con ella. Sana era ese punto débil que Dahyun temía pero amaba. Sana era esa persona con la que se podía mostrar débil, a la que le podía confiar su frágil corazón, Sana veía ese lado feliz y gracioso que no le mostraba a nadie.

A pesar de saber que Dahyun nunca aceptaría sus sentimientos, pues la veía solo como su mejor amiga, Sana no pudo evitar enamorarse de la coreana, y es que como no hacerlo si la menor siempre estaba al pendiente de ella, la cuidaba y protegía de todo, le daba regalos y la hacía reír si se sentía mal. La hacía sentir especial, le daba esas sonrisas que movían todo en ella, esas sonrisas de las que solo ella podía ser espectadora.

Kim Dahyun era una chica complicada, quizá por eso nadie se molestó en ver más allá, pero Minatozaki Sana pudo apreciar su belleza y amor en medio de todo el caos y problemas que rodeaban a la coreana, por eso mismo las primeras veces que la japonesa se intentaba acercar, Dahyun siempre la alejaba, porque por mucho que deseara sentirse amada y tener al alguien a su lado no era tan egoísta para hundirla en medio de sus problemas y su vida tan complicada.

Como se puede apreciar ahora, nada de eso sirvió, Sana no era una chica que se rendía fácilmente y ver que Dahyun necesitaba a alguien le dio las fuerzas y la paciencia para poder entrar a la vida de la que ahora era su mejor amiga. Sin embargo no todo era color de rosas.

Aunque amara con todo su ser a esa coreana que estaba siempre para ella, odiaba no poder ser la dueña de sus labios, odiaba saber que aunque ella recibía las sonrisas sinceras y el cariño de la más pálida, habrían noches en las que otras mujeres estarían entre sus brazos recibiendo lo que ella siempre ha anhelado, sus besos y caricias.

Porque Minatozaki Sana tampoco se conformaba, ella quería más, quería todo de Dahyun. No sólo deseaba sus sonrisas, deseaba sus labios y sus caricias con ferviente pasión. Quería ser la que estuviera entre sus brazos no solo de día sino también de noche, quería ser la única en la mente y corazón de Kim Dahyun.

Sana ahora estaba en su cuarto, compartía departamento con Dahyun desde que comenzaron la universidad, y estaba esperando que la coreana llegara de trabajar mientras leía un libro que usaría para su próximo proyecto en una de sus clases.

Estaba tan consentrada que no se dio cuenta de que su menor había entrado a su cuarto hasta que sintió un peso encima de ella, Dahyun se recostó delicadamente posando su cabeza en el pecho de la mayor tirando su libro en algún lugar de su cuarto.

Esas muestras de cariño eran normales para ellas, pero había algo en que Dahyun lo iniciara que hacía a su corazón latir tan rápido como si estuviera a punto de salirse de su pecho.

Dahyun se acomodó mejor sobre la japonesa cuando ella comenzó con suaves masajes en su nuca. Eso siempre lograba tranquilizar a Dahyun y Sana lo sabía, no logró contener la sonrisa cuándo sintió a Dahyun suspirar por lo agradable que se sentía estar con ella. Poco sabía Sana que Dahyun ansiaba esos momentos tanto o más que ella.

"¿Cómo te fue hoy?" Sana preguntó y eso bastó para que una conversación amena se hiciera entre ambas hasta que Dahyun se acordó de lo que había comprado para Sana cuando volvía del trabajo.

"Unnie, te compré esto, pasé por la tienda que te gusta" dijo Dahyun entregándole una bolsa con los chocolates favoritos de Sana. La Japonesa sintió su corazón derretirse ante el pequeño detalle de la menor y su sonrisa se ensanchó haciendo que el corazón de Dahyun latiera con rapidez y que un color carmesí se instalara en sus mejillas.

SaiDa One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora