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― Los chicos de ahora son bastante enérgicos, ¿no cree? ―

El hombre se sobre saltó ligeramente ante la voz femenina, que sólo pudo ahogar una risilla.

― Disculpe... ―

― No, tranquila, sólo me tomó distraído ― Se puso de pie y algo nervioso le extendió la mano. ― Nene Sensei, ¿correcto? ―

La mujer sonrió, mostrando su dentadura. ― Es correcto, es un nombre bastante fácil de recordar ― Agregó, correspondiendo el gesto del apretón de manos.

― Eso y que en realidad no pasa desapercibida ― Murmuró, desviando la vista ligeramente.

Nene alzó una ceja. ― ¿Eh? ¿Cómo es eso? ―

Se separaron y el hombre un poco sonrojado, rascó su mejilla distraídamente. ― Bueno... es que... sí me permite decirlo, es usted muy bonita ―

Ella soltó una risita. ― Muchas gracias, es muy amable de su parte ―

― Sólo digo lo que es obvio ― Agregó, mientras acomodaba sus papales del escritorio. ― De hecho, estaba a punto de salir a almorzar, no quisiera... ―

Pero su propuesta fue repentinamente interrumpida por la llegada de alguien que ambos conocían muy bien.

― Aquí estás ―

Los ojos oscuros de aquel hombre se agrandaron con sorpresa al presenciar a su colega abrazar por detrás a la joven profesora y darle un beso en la mejilla.

― Amane... ― Murmuró la mujer entre molesta y avergonzada.

El mencionado sonrió ampliamente sin una pizca de culpa. ― Es hora de almorzar, toma te he traído donas y algo de chocolate ― Anunció, mientras alzaba una bolsita de papel y un vaso.

― Yugi-san ― Llamó el otro hombre de la habitación, una vez recobró el sentido.

― Hey, John ¿Estás en tu descanso también? ―

El mencionado sólo asintió.

Algo extrañado por la actitud de su compañero se puso en medio de ambos. ― ¿Ocurre algo? ― Los miró a ambos de lado a lado y después volvió a sonreír. ― Je... veo que por fin conociste a mi esposa ―

― ¿AH? ― Pidió casi en lo que parecía un grito. Ya sospechaba algo parecido después del saludo que presenció. Pero no creía que se tratara de un matrimonio.

Los colores se le subieron al rostro, la vergüenza y el arrepentimiento lo invadieron. ¿Cómo podría ser capaz de ver a la cara a su compañero de nuevo? Oh dios se sentía tan sucio por haberse insinuado de esa manera a Nene Sensei.

Aunque a juzgar por sus expresiones, quizás nunca notó las segundas intenciones. Estaba rezando por regresar a su natal América lo más pronto posible.

Amane parecía divertido por la reacción de su compañero docente. ― Venga hombre, ya sé que es bellísima ― Declaró señalando a la sonrojada mujer. ― Pero sí sigues haciendo esos gestos, creo que empezaré a sentirme un poco molesto ― Advirtió, cambiando su semblante a uno más serio en un santiamén.

Un escalofrío recorrió su columna, obligándolo a tomar una pose recta. ― ¡NO ES... NO ES NADA DE ESO! ― Exclamó al borde del colapso.

Amane aún lo veía con sospecha, esperando que cometiera un mínimo error para lanzársele encima. Y John empezaba a sudar de los nervios.

Harta de todo ese show, Nene bufó con molestia y se posicionó a lado de su esposo. ― Ya déjate de juegos ― Y le golpeó la cabeza.

El hombre se irguió en su lugar lanzando un quejido. ― ¡AUCH! ¿Qué demonios...? ―

Pero ella le ignoró y se volvió al extranjero. ― Por favor discúlpalo John-san ― Pidió haciendo una leve reverencia. ― Y tú ― Le dirigió una mirada filosa al otro. ― Deja de hacer estas escenas cada que conocemos a alguien ¿quieres? ―

Indignado, Amane formó un puchero y desvió la vista.

― En verdad lo lamento, sé que sólo querías comer tu almuerzo, por favor olvida este espectáculo ― Pidió mirando nuevamente al extranjero, mostrándose algo penosa.

― ¿Entonces, ustedes...? ― Murmuró señalándolos temblorosamente.

Nene rodó la mirada. ― Ah sí... este idiota dramático, es mi marido ― Lo señaló con desinterés, causando que el aura oscura deprimente, creciera en el de ojos brillantes. ― ¿Entonces quisieras almorzar con nosotros? ― Ofreció, sonriendo brillantemente buscando transmitirle confianza.

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Unos diez minutos después, Amane y Nene comían sus donas a solas.

― Lo asustaste completamente ― Recriminó ella.

Él sonrió. ― No era mi intención... bueno quizás un poquito ― Soltó una risita burlona, siendo reprimido por la fría mirada rubí. ― Ow, es un buen colega para trabajar con los chicos en la clase de ciencias, no te preocupes, hablaré con él para que no quiera transferirse de escuela ―

― Eso me agrada más ―

― ¿Cómo puedo decirle que no, Señora Yugi? ― Expuso sonriendo encantadoramente para ella.

La aludida negó con diversión y después ambos siguieron disfrutando de su pequeño tiempo a solas.

Fin.

Descubrimiento|HananeneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora