162 días, 16 horas, 40 minutos. Era el tiempo exacto en el que no veía a Yeonjun.
Ese día fue... Tragico, por no decir más.
Yeonjun salió molesto de aquella vivienda. Por alguna razón a pesar de amar a su pareja, Beomgyu siempre lo hacía salirse de sus casillas.
Era un chico bastante celoso, al punto de que no pasaba un día sin reclamarle al mayor.
Aquella vez no fue la excepción...
𝘗𝘰𝘳 𝘧𝘢𝘷𝘰𝘳, 𝘳𝘦𝘴𝘪𝘴𝘵𝘦...
─¿Quien es esa zorra, Choi?
─Vamos, Beomgyu, ya te lo explique un millón de veces.─ Diria el chico cansado mientras daba vueltas por la habitación.
𝘝𝘢𝘮𝘰𝘴, 𝘯𝘰 𝘵𝘦 𝘳𝘪𝘯𝘥𝘢𝘴...
─No, no te creo...! ¿Me engañas? Lo sabía... ¡Sabia que no debía confiar en ti...!
─Beomgyu...— Dijo, queriendo dejar de pelear.
𝘠𝘰 𝘢𝘶́𝘯 𝘵𝘦 𝘯𝘦𝘤𝘦𝘴𝘪𝘵𝘰...
─¡No! ¡Largate! ¡Vete, Choi Yeonjun!
Yeonjun hizo caso. No estaba enojado, ni mucho menos, pero necesitaba respirar un poco.
Lo que si era que se sentía algo triste... Su novio, acaso no confiaba en el? Siempre decía que le era infiel, pero su corazón pertenecía completamente a Choi Beomgyu.
El no notaba eso.
Salió a pasear por el parque, era tarde y la estrellada y oscura noche era presente, junto con el brillo lunar que resaltaba en los ojos de Yeonjun.
Miraba los árboles pensante, cuando peleaban así solía quedar de afuera, en moteles o sin dormir, y esa vez no sería la excepción.
Se amaban, eso lo sabía, pero el hecho de que Beomgyu fuera así con el le quemaba por dentro.
Estaba todo desolado, miro la hora en su teléfono con sueño... Estaban apuntó de dar las 2 a.m, y quería dormir.
Su primer (y única) opción fue quedarse en el motel de siempre, conocía al chico que trabajaba ahí, y lo dejaba rentar una habitación para dormir a pesar de que no estuvieran diseñadas para eso.
Se puso sus audífonos y camino hacia el lugar.
No noto cuando aquel carro paso a toda velocidad.
Solo escucho el impacto, seguido de un tinnitus en sus oídos...
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─¿Bueno?─ Un Beomgyu adormilado contesto el teléfono, algo molesto por la interrupción a sus sueños.
Lo que siguió después dejó atonito a Beomgyu... Del otro lado de la línea una voz femenina le daba las malas noticias.
