Capítulo 3

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-¿Porqué lloras Samara?- lloré más fuerte -Lina dijo que saliste del curso con ojos llorosos ¿que pasa?- me avergonzaba decirle.

-Me duelen las manos- mentí -Mejor me voy a casa. ¿Traes mis cosas por mí?

-Claro, ahora regreso- eso fue suficiente como para hacerla dejarme sola nuevamente.

Salí de mi escondite y lavé mi rostro, un puchero se formó en mis labios.

"Niña, esa niña"

Se repetía una y otra vez en mi mente, mi primer amor ya me nota, pero soy solo eso para él, una niña.

Es mejor que me olvide de él.

Serena llegó con mis cosas y me despedí, el portero me dejó pasar al ver mis vendas y caminé a paso lento a casa.

A mi mente llegaba cada uno de mis delirios con el, creía que la primera vez que cruzáramos miradas el notaría que era el amor de su vida, que cuando habláramos sonreiría para mi. Pero creo que solo puedo hacer que se ría de mí.

Mi casa parecía un lugar oscuro justo ahora, así que caminé hasta la casa de la señora Lara, quizás una de sus historias sea capaz de animarme.

Cuando toqué está abrió la puerta y me dejó pasar, un delicioso olor a galletas llegó a mi y mi estómago las deseó probar.

-¿Saliste temprano por ser el primer día?

-Me caí- señalé mis manos que hasta ahora ocultaba tras mi espalda.

-¡Ah pero qué barbaridad! ¿Como pasó?

-Alguien me empujó sin querer

-Bueno, al menos se disculpó- de hecho no, ni siquiera se quien fue. Salí corriendo también. Asentí sin ánimos de más. -¿Quieres leche con las galletas?- mi sonrisa tomó partida ante aquella pregunta, la señora Lara sonrió y fue a la cocina.

-Quiero escuchar más historias. De cuando era más joven- la vi sonreír mientras remojaba su galleta en café.

-¿Sobre él?- asentí -Eres una romántica- asentí dándole la razón -La primera vez que tomó mi mano- chillé y esta sonrió por aquello. -Estaba lloviendo, el camino a mi casa era largo así que aunque corriera con ganas iba a mojarme, por eso decidí esperar bajo una caseta.- dejó la galleta deshacerse en su boca y luego volvió a hablar -El estaba bajo un árbol, del otro lado de la calle, nos miramos y sonreí, luego salió corriendo a toda prisa y se colocó a mi lado.- la vi tomar un sorbo de su café -Recuerdo que me preguntó si tenía frío, lo tenía, estaba temblando, pero negué y el tomó mi mano para ver si estaban frías, eso dijo él. Luego no la soltó, ambas manos cayeron unidas hasta que la lluvia cesó, no dijimos nada, solo mirábamos la lluvia tomados de la mano.

-Ahh, que bonito

-Lo fue- sonrió con algo de tristeza -¿Quieres más galletas?

-Si por favor.- miré las fotos, tenía una con su esposo pero no sonreía como lo hacía cuando hablaba de ese chico de su juventud, me pregunté si yo sería Lara en unos años, llena de y si.., que tal si, debí haber...

Pero de todos modos, lo suyo con aquel joven fue recíproco, ambos se gustaban y aunque no llegaron a nada no es lo mismo que yo.

Creía fielmente que cuando él me notara descubriría que somos almas gemelas, pero creo que no es así. Después de todo ¿que vería el en mí?

Me despedí de la señora Lara luego de horas de escuchar sus historias que llegaron hasta que sus hijos eran bebés, tiernos bebés que ahora tienen hijos de mi edad según me dijo.

Cuando llegué a casa me deshice del uniforme, cambié mis vendas y preparé algo para almorzar. Mi teléfono estaba sin batería y no tenía tarea porque no había tomado ninguna clase en sí.

Así que luego de esto no tuve más que hacer que ver alguna serie en la televisión hasta que mamá llegó del trabajo. Me acosté a dormir y coloqué la alarma a tiempo.

Le envié un mensaje a Serena preguntándole si nos iríamos juntas a la escuela pero me dormí antes de que contestara.

Cuando desperté al día siguiente no podía enderezar las rodillas, había dormido con ellas flexionadas y me generaba mucho dolor.

Me bañé como pude y coloqué unas medias negras que juré ya no usaría como mi nueva yo pero que ahora me servirían para ocultar las rodillas raspadas, además de que mi nueva yo es más desastrosa que la anterior.

Creo que mejor seré yo misma, de todos modos no lograré que se fije en mi. Mi madre tuvo que llevarme a la escuela por no poder correr o caminar con prisas, cuando llegué ya habían entrado todos.

Mi madre me dejó en la entrada y se me permitió pasar porque era ella quien me había traído y caminé al paso más rápido que mis piernas me permitieron.

-¿Te ayudo?- giré mi rostro en torno a su voz y torné mi boca en una fina línea mientras negaba, no quería que el mejor amigo de mi amor imposible me ayudara, porque eso implicaría que sus ojos se posarían en mi cuando nos vea y ya no quiero ver nada en ellos cuando creí que al menos algo lo haría sentir.

El otro sonrió burlón y caminó frente a mí para luego perderse dentro del curso, solo quedaban algunos pasos más cuando lo noté regresar con él del cuello y posarse ambos en la puerta.

No podría pasar, no a menos que se hicieran a un lado pero no quería pedírselo, me daba pena hablar cerca suyo, estaba avergonzada por el día de ayer.

¿Porqué tuvieron que unir los cursos?

-Sa Ma Ra- Park Jimin -¿Hoy no besaste a tu novio el suelo? ¿O caíste sentada y por eso caminas así?- lo ignoré haciendo caso omiso a lo que decía y pronuncié y bajo y penoso permiso cuando me acerqué al par de amigos.

Kim Namjoon fue quien hizo a su amigo a un lado pero continuaron hablando sin inmutarse, yo por lo pronto miré la punta de mis zapatos hasta tomar asiento.




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Mi Primer AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora