Debilidad.
Punto frágil que nos hace incompetentes a pesar de nuestras fortalezas, aquello que nos mantiene vulnerables, incluso si somos astutos y estrategas.
El sonido de las llaves alerta mis sentidos, levanto la cabeza cuando las rejas se abren, dejándome ver a un par de guardias quienes entran con esposas en mano al penthouse con todo tipo de comodidades que se hace llamar cárcel.
Formo una sonrisa y ato la toalla alrededor de mi cintura para salir del jacuzzi con una copa de coñac en la mano.
—Buongiorno —les saludo acomodando mi parche de ojo.
—Recluso Lettier, se le informa que tiene una visita programada. Por favor, prepárese para ser trasladado a la sala de visitas —impone un civil.
Ronette odia todo lo que tenga que ver con ello, por eso nos rigió sobre una ley tosca y fría, en la cual no existen las excepciones.
Abro el closet de dos puertas repleto de trajes de lino de color blanco, elijo un buen vestuario a corde con la situación. Como abogado, vestirse de manera elegante es fundamental para la apariencia, incluso si convivo en una cárcel con malandrines de calle, incluso si hay un sismo, incluso si muero; siempre permaneceré limpio y pulcro; refleja profesionalismo, abundancia, superioridad.
Me digno a caminar recto mientras me desplazo por el largo pasillo con una sonrisa vacilante, manteniendo el equilibrio de las esposas de pies, al igual que la de las manos que mantengo en mi espalda. Tengo seis guardias escoltando delante y detrás, si tuviesen tan siquiera una pizca de sentido común no dudarían en asegurar que no es suficiente.
Hemos sido manipulados con una coraza de acero que difícilmente puede romperse, la debilidad abarca un sin fin de dudas, inseguridades y retrocesos, ocuparnos en ello solo nos desenfoca de la meta.
En el trayecto los demás prisioneros gritan, saltan e intentan tocarme con sus asquerosas manos, los cabellos alborotados y la vestimenta sucia de posiblemente estiércol. Les ignoro en un gesto de superioridad mientras me desplazo sin prisa, para que tengan el privilegio de verme tan siquiera una última vez en este cuchitril.
Por eso carecemos de ella, la debilidad solo trae consigo lamentaciones que dan el brazo a torcer, nosotros nos mantenemos firmes, no hay nada ni nadie que nos haga doblegar.
Llegamos a la sala de visitas, vuelven a pasarme la máquina detectora de metal mientras me mantengo indiferente. Abren las puertas y me adentran a un cubículo algo diminuto, su alrededor consta de paredes metalizadas, una mesa de vidrio, dos sillas y una linterna en mal estado que me lastima los ojos.
Tomo asiento de mala gana.
—Siga por favor —dice un guardia de seguridad a mis espaldas.
Escucho sus pasos, su caminata es lenta, pero segura.
El hombre pasa por mi lado jugando con su anillo plateado, se posiciona frente a mí, toma asiento y le barro con la mirada de inmediato; su vestimenta consta de un esmoquin común, el cabello blanco, producto de las canas perfectamente peinado hacia atrás, se carga una barba definida y la misma cicatriz que comienza desde la comisura izquierda de su boca perdiéndose por su oreja.
Donnovan Schiavone.
Expone un gato blanco hecho de arcilla en medio de la mesa para luego conectar sus ojos negros con los míos en un gesto sobrio.
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De Trajes Y Arrogancia [+21]
ActionUn buen enemies to lovers trae consigo odio al principio para luego detonar en llamas con un amor fogoso, pero, para Mulford y Arcadia eso es solo un cliché, ellos el odio lo llevan a tal punto de querer acabarse el uno al otro. *** Una villana arro...