La Cita

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Era cerca de medianoche cuando un famoso comerciante del centro de la Ciudad de México se preparaba para recoger su puesto de tacos, pues su jornada había terminado y la llovizna no le había dejado muchas ganancias en ese día.

Al guardar sus cosas y enganchar el remolque a la camioneta, un viento le sopló la nuca, sintiendo escalofríos que recorrieron todo su cuerpo, incluso algunos perros callejeros también pudieron sentirlo: volteó lentamente aún estando agachado y del otro de la carretera la vio. Se trataba de una sombra humana muy extraña que lo miraba, ladeando la cabeza como un perro cuando está confundido.

Él sabía que la sombra era la muerte.

Pálido y con la respiración acelerada, el taquero se metió a su camioneta y arrancó sin mirar atrás, sin preocuparse por su familia que lo esperaba en casa. Huyó a toda velocidad, sin dormir, hasta llegar a Puebla y se estableció allí.

<<Una nueva vida>> pensó. <<Una nueva oportunidad>>. <<Aquí no me encontrará la muerte>>.

Cuando volvió a llegar otra vez una noche lluviosa como la que lo hizo huir, se dispuso a guardar sus cosas para irse a descansar y volvió a sentir escalofríos: esa figura sombría lo esperaba aún más cerca de donde él estaba.

—Está bien —la enfrentó el taquero—. Me rindo. Soy tuyo. Pero dime, ¿por qué te veías confundida al verme esa otra noche en la Ciudad de México?

—Porque... —dijo la muerte—. Se supone que tenía una cita contigo en una noche lluviosa. En Puebla.

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