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Chuuya había estado toda la noche procrastinando el hecho de irse a dormir. Era tarde, había terminado de darse un baño y casi pasaba de las 3:00 AM, por lo que se encontraba caminando por todo su departamento de un lado a otro con las luces apagadas.
No era algo normal en él, pero durante el día había recibido un extraño mensaje de un número desconocido dónde le mostraban una foto de Dazai golpeado y atado a una silla.
No era su intención angustiarse, simplemente no podía evitarlo.
Justo en ese momento tenía en la mano su celular con la pantalla iluminada mostrando el número de un amigo de la port mafia. Mordía su labio sin mucha fuerza, pensando si era muy loca la idea de pedirle un helicóptero lo más pronto posible para salir en busca del detective.
Dio un trago a la copa de vino servida sobre la barra del departamento ¿A quien demonios engañaba?
Marco el número escuchando un pitido, dos pitidos, y... Nadie contestó.
Chasqueo la lengua cruzando los brazos y dando patadas contra el piso con rapidez ¿Qué esperaba? Era muy tarde y ni siquiera llevaba una camisa puesta, solo unos pantalones de pijama, eso era ridículo.
—¡MALDITA SEA! ¡Dazai, eres un hijo de puta, bueno para nada, pedazo de...
—¿Con esa boca te atreves a besarme, Chuuya? —Nakahara agrandó los ojos voltenadose con rapidez a la sala. Podía reconocer esa voz aún cuando no lo podía ver del todo con claridad.
—¡¿Qué mierda haces aquí?!
—Creí que te alegraría verme.
—¡CREÍ QUE ESTABAS MUERTO!
—Tienes poca fé en mi. —Dazai se acercó negando con la cabeza y una sonrisa burlona. —No puedo morir, perchero.
—Pero... Vi las fotos, estabas herido y...
—Lo estaba hace unos días, pero ahora estoy bien y estoy aquí. —explicó extendiendo sus manos con la intención de recibir un abrazo. Chuuya no lo pensó dos veces cuando su sombrero salió volando y su rostro se acurrucó contra el pecho del más alto, rodeándole el torso con ambos brazos.
Sus ganas de llorar llegaron en el instante que sintió un beso ser depositado dulcemente en su cabellera húmeda.
Por un momento de verdad pensó que lo había perdido. Se sentía tonto, era obvio que eso no pasaría, estaba hablando de Dazai, el maldito suicida que fallaba al intentar morir.
—¿Estabas preocupado por mi? —susurró apoyado el mentón sobre su cabeza, sintiendo como Chuuya afirmaba lentamente. —Solo fueron unos rasguños, nada que un par de vendas no puedan cubrir.
—Déjame verlas. —le pidió alejándose. Aún estaba oscuro, y la única luz era la de la cocina que apenas lo dejaba ver el rostro de Dazai.
Llevándolo de la mano hasta la habitación, lo obligó a sentarse para poder descubrirle el torso, quitando la camisa y desenrrollando las vendas con cuidado.
Dazai solo se dejaba hacer, se sentía bien ser tratado con gentileza y las caricias que Chuuya le daba a cada marca que salía a la vista.
El pelirrojo podía ver todas las nuevas heridas que en su mayoría eran tan pequeñas que no parecían causarle molestias. Las toco por los bordes con la punta de sus dedos. La piel aún estaba rosada, señal de la cicatrización.
—No tienes ninguna grave.
—Eso es porque Yosano estuvo al pendiente estás semanas, si te dijera las cosas que sucedieron te desmayarias de solo pensarlo.
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Pequeño || Soukoku || OneShot
FanfictionPor cosas del destino, Dazai se vuelve chiquito. Tan chiquito que cabe en la palma de una mano. Atte: La Trenza De Draken