Capítulo 2.

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Bien, empecemos de nuevo.

Familia "perfecta", padre ejemplar, esposa inigualable, hijos prodigio. Algo inusual, pero reconfortante para la sociedad. Eso es lo que es considerado una familia perfecta, sin problemas. Nada fuera de lo común, tan cliché que ya nadie se preocupa de los puntos ciegos.
Los Min eran considerados ejemplares para otras personas. Sin tener en cuenta algo; las miradas de advertencia y perversas del señor. Algo fácil de pasar desapercibida.

Los problemas siempre pueden ir en aumento si no se hace nada al respecto, como un límite o simplemente tomar la fuerza y el valor necesario de decir no a algo. Pero hay ocasiones que cuando se tiene el valor, las cosas no salen respecto a lo planeado, y eso es una gran tragedia.

Con el transcurso de los días, la situación con la familia Min empezaba a ser más complicada. La pobre mujer, quien legítimamente estaba casada con el señor Min, ahora se encontraba con un médico local. La respuesta a la pregunta del "¿qué fue lo que pasó?" sólo fue una excusa demasiado típica, "caí de las escaleras por accidente".

Incluso por cuestiones indescifrables, los doctores o las personas cercanas deciden no decir nada. Algo tan estúpidamente incorrecto. Pero creemos que hacemos cosas correctas por razones incorrectas y viceversa. En pocas palabras, ser cómplices en cierto punto y hacer que nada de lo que sucede es real.

Con la señora en un periodo de revisión para mejorar sus lesiones, los pequeños y su padre se quedaban tiempo en casa. SeongJin ahora se encargaba de los deberes de la casa, como limpiar, recoger, cocinar. Y ahora, por cada pequeño error, su cuerpo y su mente eran víctimas de las atrocidades del tan inigualable señor Min. El menor de la familia Min. Oh, ese pequeño. ¿Cómo le puedes explicar a un pequeño niño la crueldad del mundo? Un solo error, o una sola pequeña cosa fuera de lugar y pareciera que el mundo se pone en tu contra de un momento a otro.

La pequeña casa sin la madre se volvía más caótica. La constante amenaza hacia la pequeña Jin empeoraban con los días. Desde acercamientos incómodos hasta la manera en que el padre la miraba. La pequeña era tan joven como para saber lo que su padre ya insinuaba hacer con ella. Una cosa eran los constantes toques que por las noches él le daba, pero otra muy diferente era lo que pasaría esa noche.

La manera en que los grillos llenaban el silencio nocturno a veces eran tan estresante hasta el punto de generar una tormentosa ansiedad. Las manos de SeongJin estaban rojas de tanto frotarlas contra sí. Los costados de sus uñas estaban al rojo vivo debido a tanto morder y rasguñar los mismos lugares. Los ligeros ruidos de los grillos no daban confort. Era como una suave advertencia de que el demonio puede estar por venir.

El ruido chirriante de la puerta causa por su lento abrir causó un escalofrió por la espalda de la niña, la luz del exterior del cuarto se colaba con facilidad a la vez que se iba de la misma manera. La pequeña sólo atinaba a taparse por completo con las sábanas y presionar sus manos juntas sobre su pecho. El sonido de la madera siendo débilmente golpeada creaba una terrorífica sinfonía. Una risa tétrica resonó en el silencio.

— Pequeña Jin. No tiene caso que te escondas. Sabes bien lo que acabas de hacer. Debes pagar tus consecuencias y mostrarle a tu padre el respeto que se merece.

La sabana fue quitada de golpe, los espasmos en el pequeño cuerpo se intensificaban a cada segundo. Las manos de aquel hombre se pasearon con morbo a través de las piernas desnudas de la pequeña. El agudo sentido de gritar se hacia cada vez más presente.

—Es tarde para que llores, ¿no lo crees? ¿Qué dirá tu madre cuando regrese y vea que rompiste sus malditos platos? Y todo por qué la niña es tan inútil que no sabe lavar un miserable traste.

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⏰ Última actualización: May 01 ⏰

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