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El sol había bajado para cuando Rubén y Samuel se dirigían al centro del pueblo,  Le explico donde podría ubicarse para que no estuviera tan lejos de él. Samuel no era una persona insegura y mucho menos alguien que demostrará su inquietud o miedo, pero algo se le removía en el pecho de nervios al dejar al castaño solo y sin ayuda.

Era consciente de que Rubén es un ser con poderes increíbles y que no dudaría en defenderse por sí solo, sin embargo el mismo le había dejado claro que aún necesitaba tiempo para recuperarse, su energía ahora estaba un poco más manejable pero su cuerpo aún se sentía resentido.

Y eso le preocupaba.

Ahora estaba sobre la tarima de conferencia en la enorme capilla hecha por el Padre Alexby con devoción a su trabajo y posición, las paredes estaban algo sucias por el descuido, los umbrales antes de pintados con un tono marfil se veían casi grises y en la estructura se podían ver grietas.

La madera rechinaba al caminar sobre ella, las decoraciones, las velas, todo se veía viejo y sucio. Desde al muerte de Alexby, el actual alcalde había burlado la memoria del Padre y utilizado la enorme estructura como lugar de conferencia publica.

Para Samuel todo ese teatro montado era una perdida de tiempo, solo iban a ver cómo el alcalde se mofaba de las necesidades del pueblo, burlarse, imponerte leyes inventadas y reírse de los que rezaban por la piedad de los Dioses.

Aunque el mayor quisiera no estar ahí, su lugar como líder de guerreros lo obligaba, es en ese momento en que Samuel maldice su puesto como líder.

La gente empezó a entrar siendo obligados por los guardias del alcalde, empujándolos o arrastrándolos hasta los asientos. Sintió  su sangre hervir de molestia pero no podía hacer nada, no podían. Armar una revuelta les traería problemas y saldrían perdiendo y muriendo por cometer traición.

Escucho un traqueteo a su derecha, sus compañeros y amigos se encontraba incómodos, no era el único sintiéndose así.

—¿Todo bien?— pregunto sin girar a verlo, su tono de voz fue bajo lo necesario para que solo Willy lo escuchará. El rubio asintió con la vista fija enfrente, en suma posición rígida y tensa.

Samuel lo analizo de soslayo notando las ojeras bajo la mirada oliva de su amigo. Willy lo miro por unos segundos antes de que las puertas fueran abiertas y el alcalde entrará.

El mayor interpretó por la mirada contraria que algo no muy bueno vendría. Los orbes amatista buscaron entre la multitud de gente al menor, revisando con disimulo hasta dar con el junto a uno de las columnas, no estaba muy lejos de él.

—Muy buenas tardes querida Karmaland— la voz burlona y con un estúpido tono cantarín hizo eco en las paredes vacías del lugar. Nadie dijo nada, solo obtuvo silencio pero eso no le detuvo a seguir— los he reunido nuevamente aquí para comunicarles sobre algunas cositas— la mirada azulina brillo observando con superioridad a la gente.— Por favor Fargan, haz los honores...—

El mencionado se tenso en su lugar mirando con disimulo al líder y luego a la hoja que se le fue entregada en manos, Samuel apretó el mango de su espada mirando la espalda de Fargan y su incómoda postura frente a todos.

—Por la ley y el poder de la alcaldía de karmaland, se anuncia que desde el día de hoy el pago de impuestos subirá a ¿di-diez diamantes?...— No se hizo esperar las palabras asombradas y el murmullo de la gente molesta por el aumento desconsiderado e inhumano, pero fueron callados al escuchar un el traqueteo de las armas de los policías y guardianes cómplices del alcalde. La mirada filosa del Mayor se fijó en Fargan, silenciosamente diciéndole que continuará.

—En vista de las crecientes amenazas se ha tomado la decisión de aumentar la armería y la seguridad del pueblo— el agarre de Samuel se apretó al escuchar tal mentira. “Nada de lo que le quitarían al pueblo iría a su cuidado y protección”.— en caso de no pagar los impuestos, se les castigará o sancionará, se les quitarán sus cosas hasta que se pueda pagar con la cuota pedida. Si la persona no llega a cumplir con las indicaciones, se someterán a castigos impuestos por el alcalde.—

MAMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora