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Conter puede sentir el frío recorrer cada rincón de su cuerpo a pesar de la manta grisácea y la calidez que intenta envolverlo, tiembla mientras usa su aliento para calentar sus manos delgadas antes de volver a ponerlas cerca del fuego proveniente...

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Conter puede sentir el frío recorrer cada rincón de su cuerpo a pesar de la manta grisácea y la calidez que intenta envolverlo, tiembla mientras usa su aliento para calentar sus manos delgadas antes de volver a ponerlas cerca del fuego proveniente de la chimenea frente suya.

La habitación está adornada de tal forma que llega a ser familiar, los sillones con suaves mantas navideñas, la alfombra roja, los cojines festivos, los calcetines navideños que cuelgan por encima de la chimenea cuyo bordado escribe "conter" y "spreen". Pensar en ello lo hace sonreír volviendo a hacerse bulto para llegar a calentar su cuerpo, pues a pesar del frío inmenso es feliz, es feliz al saber que está viviendo con la persona que más ha amado.

La puerta detrás suyo cruje junto a unos pequeños pasos que comienzan a acercarse, a la vez levanta la mirada encontrándose con su pareja y dos tazas de café.

— ¿Tarde un poco, cierto?— expresa ofreciendo la taza para el mayor quien asiente con una sonrisa burlona— Bien bien disculpa, pero ahí está tu moka blanco, le puse un poco de canela.

— Dios te amo— murmuró antes de tomar un sorbo gimiendo en aprobación.

— Lo sé — responde con gracia sentándose a su lado entre las cobijas.

— Tarado.

El argentino suelta una risa nasal mientras toma su latte con la mirada del contrario sobre él. Gira los ojos hacía su dirección aún con la taza entre sus labios, puede ver las mejillas rosadas y los labios carnosos que le sonríen. Entonces, jura derretirse al tener aquella escena ante sus ojos.

Deja la taza en la mesita junto a él y posteriormente rodea la espalda del albino en un suave abrazo. Este imita su acción dejando el objeto y ocupando una de sus manos entre la cabellera negra desordenada mientras la otra divaga hasta encontrarse con la gran mano cálida entrelazando sus dedos, jugueteando y amándose.

— Me encanta cuando tus orejas están esponjosas por el frío— comenta, acariciando una de ellas — Son como algodones de azúcar.

El menor rió con cariño tratando de liberarse del tacto.

— No es cierto, parezco más bien una bola de papel— y entonces recibió un codazo— ¡Eh, más respeto!

— No digas esas cosas bobo, eres bonito — susurró el otro volviendo a alisar el cabello blanco de las largas orejas — Demasiado bonito.

Vió el sonrojo rojizo en las mejillas del menor por el rabillo del ojo y con una sonrisa amplia las besó dejándolas aún más rojas.

— Deja de decir mentiras, idiota— se quejó tratando de huir del tacto ajeno. Pero el mayor lo rodeó en un fuerte abrazo evitando los movimientos bruscos que intentaba dar— ¡Basta! te tomas muy en serio lo de ser un oso ¡maldito!

El azabache rió contra su pecho.

— Sí, pero así me amas.

Conter suspiró sin querer darle la razón. Sin embargo se deja caer en el abrazo sintiendo como a su vez el azabache comenzaba a repartir besos desde la unión de su cuello y mandíbula hasta las clavículas marcadas. Spreen levanta la cabeza encontrándose con la mirada curiosa del mayor quien frunce los labios. Luego, aquellos carnosos fueron tomados en un suave beso bastante torpe.

𝙎𝙣𝙤𝙬𝙛𝙡𝙖𝙠𝙚𝙨⠀⸝⸝  spreenterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora