Así es, voy en el autobús. No tengo nada que hacer, además de escuchar música, así que me puse a observar a la gente. Desde mi asiento logro ve a un chico, no importa su físico, pero se ve triste, algo en sus ojos me dice que no está del todo bien y me gustaría poder ayudarlo pero solo soy una extraña para él. También veo un grupito de cuatro chicas riendo como si fueran las únicas en el mundo, me gustaría poder sacarles un poquito de su felicidad y entregársela a ese chico. Pero tampoco puedo hacerlo.
Al lado mio hay una chica de unos 25 años, vestida de maestra y con varias cartulinas y carpetas, ella está leyendo lo que estoy escribiendo disimuladamente así que... ¡Hola señorita! No es usted tan disimulada. Realmente no me molesta que éste leyendo, se siente bien que la gente se interese en este montón de letras, aunque sea una sola persona.
En fin, estoy feliz porque es viernes, estoy llegando a casa, solo comeré y me iré derecho a la cama a esconderme en esas suaves mantas que tanto me aman, así es, me aman y yo a ellas. Pasaré la tarde acostad@ leyendo, escuchando música y hablando con Gus, un amigo que he hecho por internet, no es necesario aclarar que este no es su verdadero nombre. Lo he conocido en persona y es increíble, nos llevamos muy bien a pesar de que es 4 años mayor que yo. Le seguiré contando acerca de Gus en otro capítulo porque estoy a punto de bajar del bus.El autor.