7; Dance Macabre, Op 40

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—Lleva las maletas de tus abuelos al cuarto de huéspedes, luego baja para conversar con tus abuelos.—Pidió su madre con una sonrisa.

Minho asintió devolviéndole la sonrisa y tomando las maletas de sus abuelos entre sus manos, realmente pesaban. Caminando con ellas entre sus brazos y con lo pesadas que estaban los saludo desde las escaleras.

El trayecto fue corto, dejó las maletas en su lugar y bajo corriendo hasta la sala donde se encontraban sus padres y sus abuelos conversando.

Al entrar se topó con su padre que tenía la caja de las cartas UNO en su mano. Lo rodeó, fue hasta el sillón donde estaban sus abuelos y los abrazo, estos hicieron lo mismo mientras su abuela le besaba la frente y su abuelo le besaba la mejilla izquierda, realmente los amaba y le hacía muy feliz tenerlos a su lado.

—Ho, ¿quieres jugar?—preguntó su padre abriendo la caja de cartas.

—¿Para que les vuelva a ganar?—dijo con una sonrisa socarrona.

—Oh, vamos que estos viejitos pueden patearte el trasero.—su abuelo palmeó su espalda riendo.—Así lo dicen los jóvenes ¿verdad?

Minho rió asintiendo.

—¿Cómo te ha ido en el colegio, hijo?—Pregunta su abuela.

Minho trató de no ser obvio con la reacción de disgusto en su rostro, para que así sus padres no se dieran cuenta de lo angustiado que estaba por sus notas. Le habían amenazado con sacarlo de sus clases de boxeo y prohibirle salir, daban en la boca del estómago de Minho.

—Uh, me está yendo bien, abuela.—mintió sonriendo.

—Me alegro mucho.—sonrió pellizcando una de sus mejillas.—Te compré dulces de Seul, no sería una buena abuela si no te trajera algo.

—Se compró toda la dulcería, yo creo que trata de matarte de diabetes, yo me cuidaría de ella.—susurró su abuelo a su lado.

—Te quejas porque no quise darte ni uno de los dulces de mi Honnie.—le sacó la lengua mientras abrazaba a su nieto.

Una linda escena familiar que se destruiría en cuanto empiecen a jugar con las cartas, eran más despiadados con el otro, olvidando que tenían la misma sangre y el mismo apellido.

Después de unas rondas de prueba empezaron a ponerle más intensidad al juego apostando unos cuantos billetes por cada acierto y por cada error, todos mantenían la vista fija en sus cartas, de vez en cuando miraban a su lado para tratar de hallar nuevas alianzas. Finalmente la rigurosa partida terminó con Minho como el ganador definitivo de la cantidad de dinero que se encontraba en la mesita de té.

—Nuevamente les he ganado.—Rió tomando entre sus manos los billetes y las pocas monedas que estaban ahí.

—Nos pateaste el trasero.—Dijo su abuelo llevando sus manos hacia sus lentes para acomodarselos.

—Honnie tendrá otro premio también.—Habló su abuela levantándose del sillón con ayuda de su nieto.

—Mamá, siempre lo has mimado mucho.—regañó la madre de Minho.

—Habla desde la envidia.—murmuró su abuela en el oído de su nieto causándole una risilla.

—Te oí mamá.

Ambos se rieron, su abuela le ordenó que se quedara en el sofá para que así pudiese traer su segundo premio.

—Iré a terminar la cena.—anunció su madre.

𝙲𝚒𝚐𝚊𝚛𝚛𝚘  𝚊𝚌𝚊𝚛𝚊𝚖𝚎𝚕𝚊𝚍𝚘  ˒• 𓏲 𝚔𝚗𝚘𝚠𝚖𝚒𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora