Genya es igual a un pequeño y rabioso perro chihuahua. Tembloroso cuando alguien deposita caricias sobre su cabeza; agresivo si se siente amenazado. Tan bravucón que resulta cómico y al mismo tiempo tan hambriento de amor.
Tanjiro notó el parecido hace algunos días y desde entonces no consiguió apartar la idea de su mente. El muchacho, enorme y aterrador como es, se estremece ante la más mínima muestra de afecto; un cumplido simple logra derrumbar las murallas que protegen a su corazón y lo vuelven un sensible e indefenso perrito deseoso de afecto. Los chihuahuas son una raza de perro volátil, gruñones, frágiles y mimados; no hay palabras para expresar lo encantado que se siente al creer que el Shinazugawa menor es así.
El chico de mirada carmín se pregunta que tan difícil sería desmoronar a Genya, ¿qué hace falta para colapsar su imagen tosca y revelar al verdadero él?
Tanjiro se siente como un pervertido, cosa que es curiosa, pues jamás se tomó la molestia de meditar sobre dichos temas. Pero es incapaz de evitarlo, al menos con un cazador de mirada furiosa y hombros anchos sentado a su lado. En lo único que piensa es en mover su mano un par de centímetros, lo suficiente para acariciar la piel tibia del chico y hacerlo temblar bajo su toque. Quiere a Genya mirándolo perturbado, con incertidumbre y miedo en sus hermosos ojos lavanda mientras tiene el rostro rojo como una cereza. Se asusta a sí mismo al imaginar al hombre de cabellos negros vulnerable y abierto, en la intimidad de su habitación solo para él.
La situación crea en Kamado una mezcla de sentimientos que cargó por semanas; Tanjiro es una persona gentil e inocente, le gusta ser amable con todo el mundo y hacer feliz a la gente. Pasó la pubertad entre brutales entrenamientos y misiones sangrientas, así que no tuvo tiempo para experimentar deseos reveladores, hasta ahora. El hambre en su interior le brinda sensaciones nuevas e incontrolables que hacen fluir su sangre hirviente por sus venas y calentar su rostro y un par de lugares que se avergüenza de admitir. No le gusta comportarse así, en mayor parte porque Genya es su amigo y no es correcto pensar en él de esa forma. Como sea, el mundo interno del cazador amable dio un vuelco cuando el muchacho demonio y él se hicieron amigos:
Después de un buen entrenamiento, ambos, exhaustos y sudados, se recostaron sobre la tierra fresca del bosque. Ese día miraron las nubes hasta que sus respiraciones volvieron a la normalidad y las palabras en sus bocas cobraron coherencia, Tanjiro acarició los cabellos rebeldes del más alto; su intención expresa fue reconocimiento, como cuando un hermano mayor felicita a su hermano pequeño por un buen trabajo. Genya no reaccionó bien, o mejor dicho, reaccionó demasiado bien. Las mejillas del muchacho se enrojecieron a un nivel abrumador, el calor llegó hasta sus orejas y abdomen, la emoción brillante en sus ojos junto a su boca abierta rompieron algo dentro de Tanjiro. Después de ese día, cada vez fue más fácil llevar a Genya a un estado de vergüenza explosiva y, eventualmente, comenzó a ser a propósito. Juntó sus dedos en accidentes planificados, acarició la cabeza del más alto y le dio cientos de cumplidos inocentes, todo para ver una mueca avergonzada en su amigo.
El asunto fue en aumento y orilló a Tanjiro a contener sus impulsos y no llevar sus fantasías demasiado lejos. Sabe que debe tener cuidado, pues un paso en falso hará que Genya huya. Para su desgracia y conforme el tiempo corrió, las roces casuales y las miradas discretas comenzaron a ser insuficientes; un día se halló presionando el costado del muchacho con el suyo propio durante el entrenamiento, rozando sus dedos más tiempo del necesario a la hora de ofrecer un plato de arroz, o incluso, se tomó la molestia de limpiar el rostro del chico con un paño húmedo, todo bajo la excusa de "tratarlo como a su propia familia, igual que a Nezuko", nada más alejado de la verdad.
Genya es un buen amigo, tanto como lo es Inosuke, Zenitsu y Muichiro. Solo que en realidad no es así, porque con los demás no siente anhelo de cercanía, no se muere por llevar sus dedos a las partes más delicadas de sus cuerpos o sostener sus frágiles titubeos en la palma de sus manos; eso es algo que solo quiere de Genya y de ninguna otra persona.
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Un accidente afortunado
FanfictionÚltimamente Tanjiro está vuelto loco por sus sentimientos hacia un particular cazador gruñón, mantener la compostura a su lado se vuelve todo un reto. Sin embargo, un accidente inesperado le da la oportunidad de apreciar la vulnerabilidad que anhela...