⭑☆𝓞𝓷𝓮-𝓼𝓱𝓸𝓽☆⭑

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Un par de hombres se encontraba besándose con brusquedad en una habitación alejada de las demás, las manos del mayor recorrían el cuerpo del albino mientras que éste emanaba gruñidos, gemidos y jadeos. El cuerpo y mente del más alto no parecía responder, la lujuria dominaba todo su ser y su estado de ebriedad no era de mucha ayuda, trataba de recordar cómo había llegado a eso... Tenía vagos recuerdos, recordaba estar en un bar, y luego de un pestañeo a otro estaba drogándose con su amigo, tal vez al estar hablando empezaron a ser víctimas de aquella sustancia que ingerían.

Solo podía recordar que en algún momento el rostro de ambos se encontraba a poca distancia, podían sentir sus respiraciones chocando entre sí, la vista nublada, el deseo placentero. Seguramente era culpa de aquellas pastillas, ¿Cómo era que se llamaban? Ah si, éxtasis

Masachika fue quien inició el besó, fue de una manera tan linda, primero colocó una de sus manos en la mejilla de Sanemi, para luego dar un dulce y cálido beso en una de las mejillas del otro hombre, pero rápidamente se fue esa amabilidad, había desparecido, el azabache buscaba navegar aquella zona de su amigo, mordía con cuidado la comisura de los labios del albino para poder introducir su lengua.

Y ahí estaban besándose con desesperación mientras ambas lenguas jugueteaban entre sí, quien comenzó el beso no se limitaba, recorría y apreciaba cada parte del cuerpo del contrario, una de estas lo tomaba de la cintura para atraerla hacia su pelvis.

Ese momento nunca se repetiría y el par lo sabía, así que con la poca conciencia que aún no era afectada por su perversión se habían decidido a aprovechar aquel momento, si bien, no eran las condiciones óptimas, querían hacerlo.

El beso fue roto por quien lo había comenzado, este era consciente de cada movimiento que hacía, aunque sí, estaba algo drogado, todavía podía percibir la realidad, por su parte, el otro hombre estaba hecho un caos, sus cabellos estaban desordenados, su camisa se encontraba totalmente desabrochada y arrugada, esto era realmente provocativo, cada segundo más que lo miraba lo incitaba a darle una buena cogida.

Pero por más que sus deseos placenteros y perversos lo invadieran, debía contenerse, no podía, o más bien no debía aprovecharse de aquel cuerpo vulnerable, sin embargo, Shinazugawa parecía querer provocarlo, no se oponía a los besos e incluso parecía buscar rozar ambas pieles llegando así a colocar una de sus piernas en la entrepierna de Kumeno.

— Mierda, ¿Por qué te detienes? — Dijo aquel hombre de ojos violeta, estaba en cierto modo molesto, primero lo besaban con desesperación para luego dejarlo así como si nada con ganas de llegar a algo más, eso sí que era frustrante. Oh vamos... ¿Piensas dejarme caliente? —

— No, pero... Tú estás ebrio, aparte, somos hombres — Las últimas palabras enfurecieron más a Sanemi, es decir, él no fue quien inició los besos. Y aunque si estaba ebrio, podía asegurar estar cuerdo, estaba cien por cien seguro de eso.

— Que estúpido es eso — Shinazugawa no se guardó sus pensamientos para el mismo, lo único que quería en ese momento era continuar y recibir algo de cariño y mimos, incluso tal vez algo de sexo ¿Era mucho pedir? – No me importa si eres hombre, solo bésame. —

El hombre de cabellos negros no dijo ni una palabra más, hizo caso y siguió nuevamente con una ronda de besos mientras con desesperación comenzaba a quitar la camisa del otro hombre, para acto seguido comenzar a iniciar un camino de besos y pequeñas mordidas en el cuello de Sanemi, dada la acción que tomo de sorpresa al mimo, este no pudo evitar que un gemido dulce saliera de sus dulces y finos labios. Las manos de Kumeno viajaban por todo el cuerpo del contrario, cuando obtuvo más confianza bajaron a los glúteos del mismo y los apretaron con dulzura. Shinazugawa soltó un suspiro exaltado, le gustaba lo que sentía, pero, sentía que estaba a merced de ese hombre sin poder hacer nada.

Éxᴛᴀꜱɪꜱ ||| ᴍᴀꜱᴀꜱᴀɴᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora