Obi-Wan no entendía nada de lo que estaba pasando, solo le habían indicado que acompañaría a su maestro en una misión importante. Eso no evitaba que desconfiara de las expresiones de los otros maestros, parecían felices de que se vaya. Aunque no debía sorprenderle, ningún Jedi lo quería, según ellos era muy irracional, muy rebelde, muy desequilibrado para mantenerse fiel al lado luminoso.
Por eso mismo nunca tuvo un maestro como tal, todos los maestros se encargaban de educarlo, aunque lo hacían por obligación, no porque lo hicieran de buena gana. Él único que parecía querer enseñarle era Qui-Gon Jinn, aunque parecía que solo fingía para que el menor no se sintiera mal.
–Escucha padawan, cuando lleguemos te mantendrás en silencio, solo yo hablaré.– le indico el maestro mientras miraba al frente.
–Sí maestro. – contestó, para volver a sumirse en el silenció.
En sus años como padawan aprendió que los maestros detestaban que hablará o cuestionará las enseñanzas jedi. Pero no podía evitarlo, había muchas cosas que no le gustaban de ser jedi.
Mientras seguía en silencio pronto visualizó un planeta rojizo, no se le hacía conocido.
–Maestro, ¿qué planeta es ese?– preguntó curioso.
–Moraband.
Kenobi volvió a guardar silencio, había oído mención de ese planeta por parte de algunos maestros, Moraband era el planeta donde los sith habitaban. Los sith, todo lo contrario a los jedi, los que gobernaban la galaxia, porque si, hubo una guerra fatal entre siths y jedis, dónde el lado luminoso perdió y con ello, los sith iniciaron su mandato en toda la galaxia.
Ahora los jedis eran esclavos de los sith, siguiendo sus órdenes, aunque siempre intentaban rebelarse. Lo último que Obi-Wan supo era que los jedi le habían pedido al nuevo emperador ser libres del yugo de los sith, y este se los daría siempre y cuando le dieran lo que quería. ¿Y qué quería el emperador? Un seguro de que los jedi no atacarían Moraband, un jedi que estuviera dispuesto a casarse con el emperador.
Suponía que ir al planeta, era para avisarle al emperador que ya se le había encontrado un futuro esposo, aunque no sabía de quién se trataba, lo último que sabía es que la mayoría de jedi (que no eran muchos) habían rechazado la propuesta.
Aterrizaron frente a un gran templo, más grande que el templo Jedi en Tython, siguiendo a su maestro, bajo de la nave, mientras que del templo salían 3 hombres vestidos de negro.
–Jedi.– dijo uno de los hombres cuando estuvieron frente a frente.– Soy Darth Bane, ¿supongo que nos traes una respuesta?
–Si no es eso, entonces no sé para qué vino.– dijo el otro hombre, a quien Obi-Wan se le quedó viendo.– Un gusto joven aprendiz, soy Darth Revan.
Kenobi asintió, le habían dicho que se quedara callado y eso iba a hacer, pero eso no impediría que observará al tercer hombre, parecía más joven que los primeros hombres, de ojos amarillos como todos los sith y cabellos rubios. El hombre no se presentó, solo se quedó detrás de los dos sith.