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. . . ハタサタラ旗は
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Luego del fracaso de aquella misión, Abril pasó volando, o al menos así lo sintió Minho, quién estuvo ausente de sus obligaciones por su herida de bala en el brazo.
Eran inicios de Mayo y tenía que volver al trabajo, aunque claro, estaba cabreado desde aquella noche.
Especialmente cabreado con aquella maldita pero sexy pelinegra de ojos azules.
Soorin tenía un encanto descomunal que lo traía loco desde que la conoció, y por más que quería odiarla igual a como odiaba a Black, no podía.
Ese mes que estuvo sin tener contacto con ella lo tenía al borde de la locura, y realmente quería creer que era por la falta de sexo y no porque ya se habían encariñado de su presencia y sus encantos.
Pero también tenía que recordar que ella había jugado con él y le había mentido en muchas cosas que ahora por fin entendía.
Los apellidos no cuadraban, la enferma cantidad de dinero que tenían, la mansión terroríficamente enorme que tenían, y el hecho de que habían detalles que los hermanos no calcularon para ocultar bien sus identidades.
Luego de ese día, Chan dio con algo que no había tomado en cuenta cuando conoció al hermano mayor de las chicas, y era que él tenía una gran cicatriz en el ojo derecho que iba desde su ceja hasta su pómulo, que era precisamente el mismo lugar donde años atrás, Chan le había cortado en una de sus peleas cuerpo a cuerpo donde casi los atrapan.
Habían muchas señales de que ellos no eran lo que decían ser, y fue cuando todo cuadró para todos.
Especialmente para la comandante de (G)I-DLE.
━━ ¡Se los dije! ━━ Gritó molesta cuando finalmente Minho ya se había reintegrado con ellos. ━━ ¡Les dije que había algo raro y ninguno me creyó!
━━ Ya cállate, Gaeul ━━ Dijo Mina irritada mientras la miraba, y la menor la miró indignada ante eso. — Ya te entendimos, pero cállate ya.
━━ Apoyo a Mina ━━ Dijo Miyeon desde el otro lado de la sala.
Todos apoyaron eso, y finalmente la chica se calló con molestia y se sentó a seguir con su trabajo sin dirigirles la palabra.
Todos volvieron a hablar con normalidad, a excepción de Chan y Minho, que no querían saber nada de nadie y solo querían ir a buscar a ambas chicas para meterles una bala en el cuerpo.
O meterles el miembro hasta la garganta.
Chan suspiró y tomó los documentos al lado de su escritorio, abriendo los tres expedientes para corregirlos por fin.
