Sumiyoshi Kamado, un Omega recesivo embarazado de Alpha que nunca volverá a su lado, contrario a lo que se afirma, no estaba enojado por el abandono del Alpha, sabía sobre la misión y responsabilidad de este en el mundo.
No estaba molesto, de hecho estaba feliz por el regalo que su salvador le había dejado un bebé junto con la promesa de seguir el legado del Sol. Mientras él acariciaba su poco crecido vientre a su lado apareció otra Omega Suyako, su mejor amiga de la mano de su hija, una niña de nombre sumire , ambos se hacen llamar marido y mujer frente a la multitud, aunque en realidad solo son amigos y todo les va bien. Los tres miran hacia el horizonte y observan la puesta de sol.
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Sumiyoshi y Suyako estaban huyendo de la familia de la chica por quedar embarazada de otra mujer, una alfa, y su familia se negó a permitir que su hija siguiera con esa mujer, quien desapareció misteriosamente poco después.
Suyako al enterarse dé lo ocurrido fue hacia sumiyoshi en busca de ayuda para huir de su pueblo, el omega mayor accedió a ayudarla y fue entonces que tomaron sus víveres y pusieron rumbo hacia las afueras del pueblo.
Nunca pensaron que un demonio iría detrás de ellos, Corrieron y corrieron tratando de perder a ese demonio mientras sus cuerpos morían por el mismo agotamiento físico además de que Suyako entraba en labor de parto parecía ser el final de sus vidas.
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Hasta qué.....
Pudo ver cómo la cabeza del demonio fue desprendida de su cuerpo por una espada de color rojo como el fuego, aparentemente fue un samurái quien los salvó. Estaba en estado de shock, pero los gemidos de dolor de Suyako lo devolvieron a la realidad. Se apresuró hacia ella para auxiliarla, aunque no tenía mucha idea de que hacer o como reaccionar pero el samurai quien los acababa de salvar estaba más calmado que el y decidió volver a ofrecer su ayuda.
Gracias a su salvador, un alfa de cabellos negros con puntas burdeos y ojos de color granate, que los ayudó a llegar a una casa cercana a la zona pudieron ayudar a suyako con el trabajo de parto y así mismo sin más percances el nacimiento de la pequeña sumire se dio en paz.
Sumiyoshi se encontraba de rodillas agradeciendo al aún desconocido samurai por sus acciones, este se inco en frente suyo. -"No es necesario, porfavor levántate"- sumiyoshi levanto la mirada aún llena de lágrimas por la emoción -"Aún así se lo agradezco, le debo mi vida y la de mi familia, porfavor quédese a pasar la noche para poder descansar"- volvió a agachar la mirada.
El supuesto samurai suspiro cansado y acepto la gratitud del joven. -"muy bien, pero porfavor levántate"- sumiyoshi levanto su mirada y sonrió -"¿Puedo saber su nombre?"-
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Yoriichi no sabía cómo sentirse al ser atendido por está pequeña familia, además de resultar muy curioso que estuviera formado por dos omegas aunque el no tenía el derecho de juzgarlos le seguía pareciendo curioso. -"Perdón por dejar a su cuidado a sumire"- apareció el jovén que salvo la noche anterior con un plato que contenía onigiris y té. -"No hay problema"- respondió el portador de los aretes hanafuda -"No es la gran cosa pero espero y lo disfruté"- dijo mientras acercaba sus brazos para volver a sostener a la pequeña sumire. -"Gracias, después de esta comida tendré que seguir con mi camino, no puedo seguir aprovechando de ustedes"- hablo para después tomar un sorbo del té ofrecido. Sumiyoshi negó con la cabeza ante lo dicho -"Eres nuestro salvador, te debo mi vida y la de mi familia"- jugo con los pequeños dedos de sumire -"así que si algún día necesita un lugar donde quedarse o unas comidas, estaremos felices de ofrecérselo"- yoriichi agradeció con un asentamiento de cabeza.
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Yoriichi se sentía terrible como pudo hacerle esto a esa familia y sobre todo como pudo ser capaz de traicionar a su amada Uta, se dejó llevar por el aroma cálido a bosque de sumiyoshi y sus instintos tomaron el poder de su cuerpo y no solo del suyo, sino también el de kamado. Pero la noche anterior parecía disfrutarlo de sobremanera, más de lo que él pudo imaginar o esperar.
"Yoriichi- san por favor"-
-"Sumiyoshi..."-
-"Por favor sé que no tengo ningún derecho de pedir esto, siendo consciente de todo lo que ha hecho por mí y por mi familia pero yo... Yo mi cuerpo y mi alma desean más..."- Yoriichi estaba mudo como sumiyoshi podría expresar esas intenciones y emociones hacia él además de soportar su calor, era algo que hasta él mismo le estaba costando todo de su ser. Pero aquellos ojos burdeos que brillaban como la flama, sus labios de un tono rosa muy leve casi imprescindible, cayó ante los deseos carnales de su propio alfa interno junto con los del Omega.
.•⁂ .•⁂ .•* Sumiyoshi parecía tener problemas para disfrutar de su sueño, por lo que Yoriichi se dirigió al pequeño Omega y se disculpó con su difunta esposa y la familia de este. Yoriichi aceptó ayudar a sumiyoshi a dormir con su olor. Inconsciente Sumiyoshi tomo los brazos de yoriichi aún inconsciente y siguió disfrutando de su sueño.
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-"¿Estás de acuerdo? Solamente aprendí lo básico aún no estoy listo"- Pronunció dudosamente Sumiyoshi.
-"Me prometiste seguir el legado del aliento solar,¿Verdad?"-
-"Si lo hice, pero no creo estar preparado."-
-"Tengo una misión en esta vida, y por ello te digo que será imposible que llegue a regresar algún día, así que...."- Tomo las manos de hombre con haori de cuadros y le entrego sus aretes, sumiyoshi abrió aún más los ojos y sin ser consciente de ello sus ojos empezaron a desprender lágrimas sabía el significado de estas acciones. -"Te pido que cumplas tu promesa, toma los aretes y el aliento solar y logra hacer hacer un legado con ello"- Yoriichi después de decir estás palabras simplemente le sonrió y tomo rumbo hacia un lugar desconocido para Sumiyoshi, quién no pudo evitar derramar lágrimas.
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-"Tanjiro"- Habló en un susurro el pilar del agua.
-"si?, Tomioka-San?"- pregunto un joven de ojos y cabellos burdeos.
-"Tus aretes, ¿Son una especie de regalo?"- pregunto curioso mientras analizaba a su joven compañero.
-"oh, bueno en realidad son un regalo familiar ha estado en mi familia por generaciones es el legado de mis hancetros junto con la danza del dios del fuego."- respondió con una sonrisa el Omega mientras acariciaba uno de los aretes.
