Era un día soleado de verano y Ana estaba emocionada por su viaje con su familia a la playa. Ella y su hermano menor, José, saltaban de alegría en el asiento trasero mientras su madre manejaba hacia la costa.
Sin embargo, en el camino, el estado del tiempo empezó a empeorar y una tormenta surgió. Pensando que podrían esperar en la carretera a que pasara, su madre decidió continuar. La visibilidad se redujo a cero en cuestión de minutos y el viento empezó a golpear fuertemente el automóvil.
De repente, algo en la carretera hizo que su madre perdiera el control del vehículo. El auto comenzó a girar en medio de la tormenta. Ana cerró los ojos y oró para que todo estuviera bien. Cuando finalmente se detuvieron, Ana y su hermano salieron del auto y vieron con horror que su madre estaba gravemente herida y no podía moverse.
Fue un largo camino hacia el hospital, pero llegaron finalmente. Los médicos hicieron todo lo posible, pero no pudieron salvar a su madre. Ana y José quedaron devastados. Todas sus expectativas de la playa, la diversión y el sol se desvanecieron en un instante.
El regreso a casa fue doloroso y silencioso. Nada podía consolar a los dos niños, que perdieron a su madre en un trágico accidente de tráfico. La tristeza se apoderó de ellos durante mucho tiempo, así como el trauma y el dolor de perder a un ser querido. Nunca olvidarían ese triste verano que cambió sus vidas para siempre.