1-Plan de escape

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(N/A): Holaaaaa resucité (~*o*)~ (soy Cece)Perdón por hacerlos esperar taaaaanto, pero problemas para guardar mi historia+ muchos exámenes=catástrofe

Pero al fin está aquí el primer capítulo, espero les guste y me den su opinión.

(Pos, por favor no me odien)

Era la una de la mañana, hacía una hora que el toque de queda del orfanato había comenzado y Andrea cumplido dieciséis años. Ella estaba sobre su litera, observando con tristeza como la pequeña niña de la cama de abajo dormía. Ella era lo más cercano que tenía a una hermana, la había protegido y criado desde que la dejaron en la puerta del edificio a los dos años, muy parecido a su propia historia. Se había encargado de ella pues las monjas del orfanato tenían demasiadas niñas pequeñas por cuidar y ella era la mayor de todas, y la única con trece años. Ahora la pequeña Holly tenía cinco años y había dejado de ser tan dependiente, y aunque lo seguía siendo, eso le quitaba a Andrea un poco de culpa y remordimiento por su futura fuga. Sí, ella planeaba fugarse, irse lejos a cumplir sus sueños, para ser más precisos, a Los Angeles. Regresó su concentración a la mochila que estaba empacando y terminó de llenarla con las pocas pertenencias que tenía. Bajó cuidadosamente de su litera procurando no despertar a Holly. Se acercó de puntillas a la puerta y justo cuando estaba a punto de salir, escuchó una pequeña voz soñolienta llamarla.

-Andy, ¿A dónde vas?-La pequeña la miraba extrañada con sus rizos dorados totalmente desordenados.

-A...-Andy buscó unos segundos algo pertinente que decir-a comprar un pastel, ya sabes, por mi cumpleaños.-respondió tratando de esconder su nerviosismo.

-¿A esta hora? ¿Y con una mochila?-preguntó mientras se sentaba en su cama y cruzaba los brazos, ella podía ser pequeña, pero no era tonta.

-Voy a Los Ángeles, a cumplir mis sueños.-reveló finalmente.

-¿Pero con quién le haré bromas a las monjas ahora?-preguntó haciendo un puchero.

-Lo siento Holly, las tendrás que hacerlas sola, pero no estés triste, volveré por ti.

-¿Lo prometes?

-Lo prometo, volveré por ti y te ayudaré a cumplir tus sueños. Pero por ahora, me tengo que ir, adiós Holly.

-Adiós Andy- respondió la niña con un tono muy triste.

Una vez fuera de la habitación, Andrea dejó caer las lágrimas que estuvo conteniendo. No quería llorar frente a Holly, eso solo la pondría más triste.

Logró salir del orfanato sin que la vieran. El frío viento de la madrugada la hizo tiritar. Pero no le importó el frio ni el cansancio que sentía, ella era al fin libre. Miró por última el viejo edificio de ladrillos en el cual estaban clavadas letras de metal oxidado que formaban el nombre de su orfanato: Hogar para niñas de la madre Rosa.

El mismo nombre lo decía: hogar para niñas. Ella ya no pertenecía ahí. Caminó hacia la estación de trenes que estaba muy cerca. Entró al tren y encontró el asiento perfecto, junto a la ventana. Talvez su largo viaje de seis horas no sería tan aburrido si se la pasaba viendo el paisaje. El transporte comenzó a avanzar y ella no podía borrar la sonrisa de su rostro, cada segundo ella estaba más cerca de su meta. Se preguntarán cómo es que una huérfana tiene dinero para ir a los Angeles. Pues, ella conocía a una señora a quien consideraba su madre. Su "mamá" era dueña de una cafetería y Andy estuvo trabajando en ella durante dos años. Sin un solo centavo gastado, ella había recaudado más de diez mil dólares. Su "mamá" le enviaría parte del dinero cada mes porque ella efectivamente no podía cargar con tanto dinero.

Andy se acomodó en su asiento y se quedó dormida en dos segundos, al fin, después de dieciséis años, ella podía descansar.

Estaba sumida en sus sueños, acurrucada sobre su asiento y apoyando su cabeza contra la ventana. De repente sintió una mano sacudirla suavemente y se despertó. Vio con los ojos entreabiertos a una chica, que la miraba con una expresión de "por favor no me hagas nada por despertarte". Se frotó los ojos y tuvo una mejor visión para reconocer a la pelirroja de intensos ojos verdes frente a ella. Una sensación de alegría la llenó.

-No inventes, ¡¿Melissa?!- Melissa era su vieja amiga del orfanato, la adoptaron a los ocho años y nunca más la volvió a ver, hasta ahora.

-¡Andy! Que pequeño es el mundo.-La pelirroja se abalanzó sobre ella para darle un fuerte abrazo. Esa chica adoraba los abrazos.

Estuvieron conversando durante horas, resultaba que Mel también iba a Los Angeles, la diferencia es que Andrea quería ser solista y su amiga actriz. Le dijo que tenía planeado quedarse en una casa compartida, que la renta no estaba cara y que esperaba que se le una.

-¿Es una casa mixta? O solo hay chicas.

-Es mixta, será muy divertido si vas.

-Bueno, ya tenía una semana pagada en un hotel, pero talvez pase a ver la casa después de eso. ¿Cuánto es la renta?

-Seiscientos dólares más 20 de agua y luz.

-¿Por qué tan barato?-pregunta sorprendida, buscó casas así por un mes y lo mínimo que encontraba de renta era ochocientos.

-Uno, la zona, dos, los padres del dueño son prácticamente millonarios y tres, seríamos diez en total.

-Wow, ¡¿Diez?! Espero que les guste hacer fiestas, no podría vivir con ocho personas que parecen gatos dormilones.

Ambas se echaron a reír y bajaron del tren. Al salir de la estación de trenes, Melissa se despidió dándole su número y tomó un taxi. Andrea estaba nuevamente sola con su equipaje sin idea a dónde ir. No recordaba la dirección de su hotel. Trató diciéndole a un taxista que la lleve al hotel Winston, pero él le respondió que no conocía el lugar, lo mismo pasaba con el resto. Se dio por vencida y decidió preguntarle a un transeúnte. Se acercó por atrás, y con timidez, a un chico y le golpeteó sobre el hombro con el índice para llamar su atención. El chico se volteó sorprendido, aunque Andrea se sorprendió más, porque Dios, era guapísimo.

-Perdón si te asusté-empieza Andy con timidez.

-No te preocupes-respondió con una amable sonrisa.

-Okey, bueno, lo que pasa es que...-Andrea se había quedado sin palabras. Ella no solía hablar con chicos, pero él la estaba mirando expectante-...no recuerdo donde queda mi hotel, soy nueva en la ciudad, de hecho, acabo de llegar.

-Cómo se llama.

-Winston Hotel.

-Sé dónde queda, si quieres te llevo.

-¿Lo dices en serio?-preguntó Andy emocionada

-Sí, claro ven-el chico otra vez le dedicó una sonrisa perfecta-por cierto, soy Dylan.

Es bueno soñarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora