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La sombra de una persona se recuesta cerca del marco de la ventana; hace buen clima dentro de aquella habitación, se siente cálida, es silenciosa, puede oír el sonido del tic tac que produce el reloj de pared a cada segundo que pasa y no le molesta, al contrario es tranquilizador, haría un buen dia si no fuera por el frío del demonio que hace afuera, ni siquiera se encuentran en la temporada mas fria del año, pero, pareciera que el clima los quisiese matar, ahí mismo, en ese momento; podría incluso abrir la ventana y el cerebro se le congelara en menos de dos segundos.

El odia el frío por ello se talla las manos en busca de crear calor con fricción de estas mismas.

Suspira y mira por quinta vez (en menos de un minuto) la entrada del lugar. Aquella pieza de madera corrediza alargada de derecha a izquierda, un tanto estrecha para su gusto pero por donde cabe un cuerpo sin problema y se asegura de haberla cerrado bien cuando entro.

Camina de nuevo hacia el calefactor y comprueba que este a la temperatura indicada para calentar el lugar adecuadamente.

Revisa a sus alrededores, dando una rapida inspeccion al lugar donde ha pasado más tiempo -incluso que en su salón de clases- la enfermería de la instituto; es pequeña pero acogedora, cuenta con el espacio suficiente para un escritorio, un mueble para los productos necesarios para una curación o dolor pasajero, un pequeño sillon y una camilla que es dividida de la otra mitad del consultorio por unas cortinas de color celeste. Las paredes de color blancas y uno que otro jarron con flores repartidos estrategicamente por la habitacion. Todo se encuentra pulcramente limpio y bien acomodado, tanto que teme tocar algo y ensuciarlo.

Por el rabillo del ojo capta movimientos en la camilla y rápidamente se acerca haciendo a un lado las cortinas cuando pasa por su lado y cerrándolas completamente cuando entra al área cerciorándose de no hacer mucho ruido para no despertar a la persona que yace postrado en aquella camilla.

Al llegar a su lado puede ver cómo se remueve y maldice entre sueños cosas inentendibles con su característico ceño fruncido, sus manos se mueven por la cama como si estuviera buscando algo o a alguien.

Se inclina un poco a un lado de él y con delicadeza toma su muñeca dándole pequeñas caricias y la otra la sube hasta su cabello enredando sus dedos en ellos y deslizándolos despacio hasta que deja de removerse y su ceño se relaja un poquitin. El también se relaja y sonríe al ver dormir tan plácidamente al contrario.

Pero no contaba con que, de un momento a otro, la otra persona lo tomara rápidamente de ambas manos y lo jalara hasta atraerlo a su lado; no le da tiempo ni de protestar cuando ya está acostado en la camilla siendo aprisionado por unos fuertes brazos que se aferran a todo su cuerpo como si se tratase de su almohada personal.

Su espalda choca con el fuerte pecho del contrario y ahí lo mantiene, quieto, sin oportunidad de rechistar y tampoco es que quiera hacerlo pero poco a poco siente como todo el calor del contrario lo envuelve completamente en microsegundos

Sus ojos se abren de la impresión y a su cara suben los colores al sentir la respiración del contrario cerca de su nuca; ahora él es el que se remueve tratando de salir de aquellos brazos, pero le es imposible ya que teneme hacer un movimiento brusco que pueda lastimar más al contrario.

- Deja de moverte jodido deku y dejame dormir - dice el contrario sobre su nuca con la voz un poco más ronca de lo normal y apretando más el agarre en su cuerpo

Madremiajoder piensa el pecoso en cuanto siente que el aliento del contrario rosar contra su piel y se desliza en una corriente eléctrica por toda su espalda hasta la punta de los pies, traga saliva y se queda quietecito tal y como se lo ha pedido.

•FIEBRE•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora