Unidos por el Hilo Rojo

Capítulo 1 Mar

Las palmas de las manos me sudaban y mi corazón corría a mil por hora, la última vez que estuve así de nerviosa fue cuando tuve mi entrevista para entrar a la universidad de mis sueños y 4 años más tarde estoy aquí esperando mi turno para dar el discurso final, una despedida para todos los que nos graduamos el día de hoy, todas nuestras familias reunidas para celebrar que por fin se terminaba una etapa de nuestra vida, y comenzaba otra, aunque algunos se graduaron por suerte y otros solo para probarles a sus padres que sí pudieron terminar una carrera ya sea por x o y razón.

Repasaba el discurso una y otra vez en mi cabeza, me lo sabía de memoria, ese no era el problema de mis nervios, si no por lo que pasaría después del discurso, la reacción de todas las personas que se encuentran reunidas en el gimnasio de la universidad. 

—Les pido una ronda de aplausos para la alumna Mar Flores de la Licenciatura de Relaciones Públicas y Organización de Eventos —dijo el decano de la universidad —Mar Flores se ha destacado por sus servicios de voluntariado en estos 4 años de carrera y su gran talento de conectar con las personas a su alrededor haciéndolas sentir pertenecientes a una comunidad e inspirando a todos, por favor recibamos en el escenario a la Valedictorian de esta generación 2018-2022.

Mis compañeros de generación aplaudieron la unión con los familiares que nos acompañaban, me levanté de mi asiento con las hojas del discurso solo por si acaso y siempre con una sonrisa, subí al escenario y respire profundamente una última vez, no había vuelta atrás, ya lo había decidido.

Mar tú puedes con esto.

—Muchas gracias Decano Ambros —mire hacia donde se encontraba parado, justo detrás de mí, le dedique una sonrisa amigable. —Un placer estar el día de hoy aquí con todos ustedes compañeros y padres de familia, hermanos, primos, tíos, amigos, quien sea que nos acompañe el día de hoy a presenciar un día muy importante para todos nosotros, un día que marca una antes y un después —mire a mis compañeros y a las gradas donde se encontraban los familiares —Quiero agradecer a todos los que nos acompañan el día de hoy en este momento tan importante para nosotros, sin ustedes no estaríamos donde nos encontramos el día de hoy, estos años de carrera no han sido fáciles para ninguno de nosotros, como todo estudiante hemos pasado por altibajos, todos los días eran un nuevo reto, por ejemplo el tener que madrugar para encontrar un buen lugar de estacionamiento y a pesar de haber madrugado a muchos de nosotros nos tocó estacionarnos a un lado de los botes de basura, y podría decir que nos pasaba más a menudo de lo que quisiéramos.

Pequeñas risas llenaron el gimnasio, y uno que otro alumno negaba con la cabeza recordando esos momentos

—Muchos de nosotros nunca sabremos qué se sentirá el tener un lugar cerca del edifico B —las risas aumentaron —Al igual que para muchos de nosotros solo quedara como mito la famosa soda de sandía de la máquina expendedora del edificio F, aparentemente sólo había en esa máquina expendedora, pero cada que uno iba nunca había, debo admitir que tengo la teoría de que nunca existió esa famosa soda y era un invento para atraernos al edificio para que los estudiantes de medicina y odontología tuvieran en quien practicar.

Mire hacia un grupo de estudiantes que reconocí de la carrera de odontología y reí ligeramente recordando mi primer año de carrera, decían que había una soda increíble pero solo la encuentras en la planta baja del edificio F, ese día decidí ir muy temprano para encontrarla, pero lo único que me lleve fue un molde mal hecho de mi dentadura y desde ese momento no volví a caer en el cuento de la soda de sandía, pero era divertido ver cómo los estudiantes ingenuos pasaban por el edificio y eran interceptados por enfermeras, médicos, o dentistas en busca de su presa. Cambié la hoja de mi discurso, y tomé aire para poder continuar.