Olas

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Acudí a la compañía de mi progenitor en sus últimos días de vida como humano en esta tierra. En aquel contexto es que mi hermana Rosa me invita a aprender a surfear. Dice que aproveche este mes que estaré de visita en este país, que me presta su tabla y me puede enseñar los básicos para pasarla bien dentro del mar, ella sabe que siempre he sido muy bueno para los deportes. 

Yo, que amo el agua no dude en aceptar tan buenísima oferta. Por lo que al día siguiente de mi aterrizaje en su ciudad, fui al alba para adentrarme en este deporte nuevo para mí. 

Comenzamos con los estiramientos principales para calentar bien el cuerpo y evitar alguna lesión. Luego, de guata a la arena me pongo a nadar e intentar seguir los tres pasos que me permitirían más adelante, pararme sobre la tabla. Uno! aletea, dos! levanta el pecho, tres! arriba!. Que me incline hacia adelante, que entre las rodillas, que use mis brazos para equilibrar. Y al agua pato.

Ahí estuve, al otro día misma rutina, así concurrió una semana. Cuando salía del agua con la tabla apoyada en mi cabeza me sentí como una mas de ese grupo de gente, tonificada, bronceada, con cabellos llenos de sal, y la jovialidad que te entrega el mar. 

En frente del mar, por toda la playa había una serie de locales y restaurantes, y yo, que amo comer y como dicen, pasar tiempo en el agua da hambre, feliz me iba por un rico omelette con fruta o un batido con aguacate. Ahora bien,  me gustaba más cuando me tocaba salir del agua por las tardes, no sólo por la delicia de presenciar aquellos atardeceres, tonados de naranja y coral. ¡Qué sensación tan exquisita ese lugar!. Además, había un chico muy ecuatoriano que siempre me hacía ojitos, pero yo y mi forma de coquetear evasiva me hacía la interesante y poco que le concedía sus miradas. Una de esas tardes, riendo con mi hermana y sus amigas surfistas, me dice Flina que hay un chico que ya van varias veces que le ha preguntado por mí, girando hacía el costado apunta hacia este joven, tonificado y muy guapo a mi gusto. Zandi, es su nombre y yo con una sonrisa nerviosa y coqueta me acerco al bar y me pido una cerveza. Cuando regreso Zandi estaba sentado ahí con las demás chicas. Le saludo con un beso en la mejilla y me siento a su lado. Comenzamos a conversar mirándonos achinados por el solcito que bajaba ya adentrarse al mar. Que de donde vengo, que cuántos años tengo. Cuando me giro hacia el otro lado, veo la carita de Flina muy afligida comentándole a Rosa algo al oído. Y yo, en mi decisión política de feminista, dejé de prestarle atención al chico y me gire hacia ellas. -Vamos al baño-, me dice Rosa, tomándome la mano para acompañarlas.

Cuando estábamos haciendo pipí me entero de que Flina ama desde muy pequeña a ese joven surfista, ella me dice muy apenada que se han comido un par de veces en secreto pero que nadie sabe. Y para ella es difícil verlo coquetear con otras chicas, aun que ella también lo hace con otros chicos. A mi no me costo mucho comprender que ya no estaré hablando con Zandi, que no quisiera hacer sentir mal a la amiga de mi hermana, porque idealmente siempre preferiré respetar el corazón de una mujer. 

Cuando regresamos al sun set estaba decidida a no corresponderle más miradas a ese hombre que, para ser sincera me agradaba mucho sin siquiera conocernos.  Luego, regresamos a la casita con mi hermana y mi cuñado, una arepa, una duchita y a mimir. Así continuó el transcurso de mis días en ese hermoso lugar, y así como avanzaba el tiempo, se acercaba también el momento de mi retorno a Santiago. 

Cuando pasaba por la punta donde estaban los surfistas, me encontraba muchas veces con Zandi, pero yo intentaba sólo ser muy cordial y no dar chance a algo mas.. aun que se me escapaba un poco la sonrisa nerviosa y coqueta, más en sima me lo encontraba por lo menos todos los días y realmente si me parecía muy atractivo. 

Llegó mi último lunes en ese paraíso de olas y camarones. Tenía vuelo de retorno el domingo que venía. Esa noche de luna creciente fue el cumpleaños más esperado por todos los chamos, la festejada era la campeona nacional de surf, amada por toda la gente, ya que es una chica muy carismática y talentosa. Nos fuimos todis de fiesta, botellas de tequila y brebajes. La noche ya había transcurrido y varias micheladas por mi vejiga, hasta que nos encontramos bailando Zandi y yo,  me dice muy coqueto - entonces qué?- yo lo miro, subo los hombros y le pongo cara de: me encantas pero no puedo. Antes de irme a casa, nos encontramos solos y me pide mi instragram, yo lo dudo por un momento, me dice que esta bien si no quiero dárselo, luego tomo su celular y anoto mi cuenta. 

Lo que quedo de martes a viernes eran ires y venires de like a nuestras historias. Llega el sábado por la noche, mi última noche antes de irme. Yo sentía muchas emociones por el tiempo transcurrido junto a mi hermana y acompañando a papá, también por las bonitas personas y paisajes que pude conocer. Nos fuimos de baile, porque amamos bailar. De lejos nos mirábamos como papas fritas Zandi y yo, hasta que del reguetón pasaron a la electrónica, música que yo no aprecio mucho. El chico se acerca y le cuento que yo vine acá a Ecuador a acompañar a mi papá que estaba enfermo. Le conté que hace dos días había fallecido y que ya mañana me iría de regreso a chile con sus cenizas. Me dio un abrazo tan apretado que casi me deja sin aire. Me miró bonito y se puso a bailarme de forma muy graciosa, él estaba dando todo de si, pero a mi me causaba mucha gracia. 

Se puso a llover fuertísimo, y caminamos en patota a otra discoteca. Fuimos a la barra y lo invite a una cerveza, cuando se nos acabó el invitó la siguiente. Por suerte esa noche no había ido Flina, ya que ella era mucho más jóven y no podía quedarse hasta tan tarde.  Así, baile tras baile, la cumpleañera que seguía festejándose, dice que nos vamos al after. Salimos y caminamos todos, yo me percaté que Zandi justo en ese momento había ido al baño, pero seguí a mi hermana y a los demás. Nos dimos unas vueltas y entramos por un lugar que por fuera parecía un bar tradicional. Subimos al segundo piso donde había una puerta negra con un guardia muy serio en frente. Tali le dice -todos ellos vienen conmigo-, y nos deja pasar, yo mirando todo el tiempo hacia atrás para ver si venía Zandi, pero nada. Entramos y era otro mundo, un salón precioso con luces ultra violeta, espejos y sillones blancos. Había mucha gente bailando música electrónica. Y ahí estaba yo, cuestionándome porque no espere al chico, le quise escribir por instagram pero en el lugar no había nada de señal. Ya mis esperanzas estaban esfumadas, me tomé otra cerveza pensando que por algo pasan las cosas. Que si él hubiera estado ahí, ya nos estaríamos besando pero se supone que yo no lo haría por respeto a Flina...

Paso un buen rato y nos fuimos, cuando bajamos teníamos dos caminos para llegar al auto, y por alguna razón tomamos el camino mas largo, creo que porque mi cuñado quería pasar comprando un papelillo. Ahí iba yo, tranquila pero un poco nostálgica, pensando en papá y en que dentro de todo la pasé bien.. cuando miro al frente venía él. Nos vemos y nuestras sonrisas eran grandísimas. Caminamos a nuestro encuentro, me toma en brazos desde la cintura y me da un besote. Delicia de beso. El beso mas esperado del mar. Cuando dejamos de besarnos miro hacía mi hermana y le digo, Rosa me voy a quedar. Nos vemos mañana. Ella me dice que me cuide, y que nos vemos mañana. 

El resto fueron risas, caricias, besos, pasión, su voz diciéndome las ganas que tenía todo este tiempo de tenerme así, abrazada caminamos hacia su cabaña. La noche y el mar nos acompañaban. Que delicia nuestro encuentro, en su cama me hizo sentir una mujer muy deseada. No parábamos de acariciarnos, amaneció y dormimos un ratito. Al medio día tuvimos sexo y me fui. Me despidió en su puerta para nuestro primer último beso. 

Retorné a mi hogar, con el hermoso recuerdo de un amor de mar. 





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⏰ Last updated: May 12, 2023 ⏰

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crónica las olas del amorWhere stories live. Discover now