En un abril

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Y fué ahí que me enamoré, en un abril...

Llevaba meses intentando volver a practicar, poder seguir siendo el consagrado y temible guerrero, líder y empresario exitoso, pero sobretodo, alguien con confianza en mi mismo. Pero lamentablemente el destino o lo que sea que guiara mi camino no estaba de acuerdo con ello, y me puso en una situación complicada que me llevó a perder todo lo que tenía. Actualmente sólo cuento con una pequeña versión móvil de mi antiguo y próspero restaurante, unos pocos fieles empleados y bueno, la casa siempre ha sido mala así que no puedo decir que perdí eso también.

Pero algo que hasta ahora me sigue causando incomodidad, es que me pregunten...

— Hola jefe, soy yo de nuevo— Habló aquel hombre con apariencia nórdica— Disculpe que lo moleste, sé que es una persona ocupada pero, quisiéramos saber, ¿cuándo volverá el gran local al que tanto cariño le tenía? No lo queremos apurar pero los chicos y yo creemos haber juntado ya el dinero suficiente para poner todo a andar de nuevo.

Y no estaban equivocados, tenía todo, menos la capacidad de lograrlo, solo que ellos no sabían ese pequeño detalle.

— Yo les aviso capo, dejámelo a mí.

Desde aquel incidente pasé días tratando de volver a entrenar, que se convirtieron en semanas y posteriormente ya habían pasado meses, en los que salía del pueblo para intentar recuperar mi habilidad, en los que me adentraba a cuevas para poder sacar material, para encontrar cosas perdidas para poder vender, a lo que realmente me gustaba hacer, pero cada vez que lo intentaba era lo mismo.

–––––

Me encuentro en la entrada de una cueva bastante alejada, tengo todo listo para bajar, tengo suministros, materiales para sobrevivir, alimentos, armadura, herramientas, todo menos capacidad. Pero necesito intentarlo una vez más. El clima era fresco, llenando la atmósfera de los rezagos que dejó el gélido invierno que estaba a punto de terminarse, podía por fin dejar atrás ese horrible invierno que tanto me quitó. Era una nueva época, un nuevo año, nuevas oportunidades.

Me armé de valor y con todas mis fuerzas avancé, era un lugar bastante grande pero con unas cuantas antorchas como con las que contaba serían más que suficientes para poder atravesar el lugar y poder explorar lo suficiente, sólo esperaba no encontrar enemigos pronto, porque necesito mentalizarme primero. Tuve mucha suerte, con mis sentidos agudizados podía prevenir cualquier cosa que se me cruzara, desde una pequeña cascada filtrada de los muros, hasta la lava fluyendo en algunos canales entre las paredes. Mi viaje era bastante tranquilo, hasta por fin pude recolectar algunos materiales que necesitaba, después de vivir tanto tiempo con las reservas que me dejó mi yo del pasado, hasta que unos sonidos estruendosos empezaron a perturbar la calmada cueva, iba a dejarlo pasar y seguir a otro lado hasta que, escuché un grito un tanto particular.

— ¡Aléjense asquerosas criaturas! ¡Qué hijos de puta, déjenme en paz, solo intento crear mis pociones!

Ese grito me hizo buscar la fuente de ese alboroto y al dueño de aquella peculiar voz que reconocía bien, y más gritando tantas groserías. Quería girarme, quería irme de ahí porque sabía que si el hechicero estaba gritando tanto y tan agitado no debía ser uno o dos criaturas, debían ser muchas, algo que el antiguo yo bien podría lidiar, pero el actual era otra historia. Sin embargo lo que me hizo detenerme fué que de un momento a otro el chico gritó muy agudo de dolor, cuando volteé a ver, pude notar como su tobillo se torció y ahora intentaba huir así de lastimado. Yo podía ser un insensible y lo que quieran, pero dejar a alguien herido así no era mi estilo, menos siendo aquel que aunque no era su amigo, sino su enemigo dicho por el castaño mismo, le caía parcialmente bien y le agradaba molestarlo, no era un desalmado ni indiferente hacia él.

En un abril - One Shot - SpruanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora