Mía Collins toda su vida creyó que ni tenía a nadie, que tenía que ser al mejor de la clase y ser buena hija.
Saber la verdadera historia de su origen la hizo querer vomitar y arrepentirse en lo que en un momento le reprochó a su madre.
Ella solo es...
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"Hogwarts"
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El castillo de Hogwarts era hermoso al parecer de Mía, sus alrededores estallaba de magia y se podía sentir en las puntas de sus dedos.
Al estar frente a una gran puerta todos los alumnos se detuvieron ante la presencia de una mujer un poco mayor con un gran sombrero puntiagudo en su cabeza.
La mujer observo a todos los alumnos hasta que su mirada se topó con la de Mía y un Deja Vu llego a su mente, recordado a una niña de cabello café oscuro y ojos verdes con una mirada soñadora.
Se acercó a Mía y al quedar frente a ella le pregunto.- ¿Quién es usted?
Mía la miro con nerviosismo, pero sonrió con amabilidad.-Oh lo siento profesora, soy Mía.
La profesora la observo esperando escuchar el apellido que con tanto anhelo esperaba volver a escucharlo.
-Mía Collins.-Dijo Mía con una sonrisa.
-Oh por Merlín, eres igual a ella.-Susurró la profesora con nostalgia.
Mía solo la miro con confusión, pero no pudo preguntar nada ya que las puertas del Gran Comedor se abrieron empezando todos los alumnos a cantar y lo que parecía un sombrero en un banquillo igual cantaba.
-Las velas en el techo están encantadas, lo leí en un libro.-Dijo un niño con algunas cicatrices en su rostro, se notaba que estaba demasiado nervioso.
Las voces ya no se escuchaban en lo absoluto, la profesora se posó en frente de todos los alumnos, sacó un pergamino y se dispuso a hablar.
-Serán por nombre alfabético, este es el sombrero seleccionador yo lo p9ndre en sus cabezas y el les otorgará la casa que más valla con ustedes donde puedan crecer de acuerdo a sus aspiraciones.
Mía esperando con paciencia su nombre, sabía que no tardaría mucho en tocarle y eso agradecía a su apellido que iniciaba con C.
La profesora McGonagall se detuvo al leer la persona que seguía.
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