FUTURO

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CAPÍTULO TRES

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Los días buenos escaseaban últimamente incluso hoy el clima amenazaba con empeorar y el camión que lo recogía para llevarlo a su escuela estaba retrasado.

Ligeras gotas de agua le mojaron las mejillas cuando levantó la vista y acertó al comprobar que llovería.

El pequeño niño de cabello castaño, ojos azules y pestañas abundantes comenzó a andar por la banqueta mojada pensando que se ahorraría tiempo en lo que su transporte llegaba. No avanzó tanto cuando escuchó el claxon llamarlo desde atrás y habiendo reconocido a su camión se subió en él.

Saludó a la mujer que siempre lo recibía con una linda sonrisa y avanzó por el estrecho pasillo buscando con sus ojitos un lugar libre para poder sentarse. Ignoró como todos lo veían de reojo deseando que no se les acercara. No lo hizo, así que avanzó. Cuando lo logró se acomodó y se acercó a la ventana para ver el paisaje. Mucha gente empezaba su día casi de la misma manera, hombres corrían apurados hasta sus autos, luego las mujeres los seguían llevando en sus manos sus almuerzos. Otros en cambio, caminaban con sus hijos por la acera tomándolos de las manos guiándolos a su escuela. Hombres y mujeres en traje, en pijama, casuales siempre desfilaban a esa hora por las calles. Negocios se abrían y muchos autos inundaban de a poco las calles.

Los ojos índigos del pequeño pararon en lo que reconoció como su escuela y de la misma forma en la subió se bajó. Su cabecita baja y sus ojos concentrados en el piso procuraban no chocar con nadie. Llegó a su salón y se sentó en la mesita que ponía su nombre.

El día parecía triste, triste como él. El cielo lloraba y al igual que él nadie lo consolaba.

Sacó sus cuadernos y lo puso sobre su mesa esperando que llegue su maestra.

—Hay un niño nuevo en la dirección y estaba con la señorita. Lo he visto.

—¿Tendremos un compañero nuevo?

Escuchó como sus compañeros hablaban tras de él sobre algo que al principio no le interesó así que se acomodó sobre sus útiles y recostó su cabeza sobre sus brazos.

Los característicos pasos apresurados acompañados de los tacones que tan bien conocía hicieron un bullicio en su clase dándole a entender que su maestra había llegado.

—Buenos días niños.

Los pequeños se pusieron de pie y al unísono corearon el saludo de bienvenida a su maestra.

Todos los niños estaban de pie esperando a la orden para volver a sus asientos menos Louis. Él en cambio, había reparado en el pequeño niño de cabello rubio parado tras de la maestra buscando esconderse tras de ella.

—Pueden tomar asiento —los murmullos sobre quien podría ser aquel nuevo compañero comenzaron a llenar el aire— como pueden ver hoy este apuesto niño está listo para unirse a nosotros en las clases. Vamos, preséntate y diles porqué estás aquí.

Louis sacó un poco la cabeza para poder observar mejor al tímido niño y este lo vio a él.

Dos pasos adelante, respirando profundo y con la frente en alto el niño comenzó.

—Mi... nombre es Ekson, tengo seis años y... estoy aquí porque a mi papá le dieron un nuevo empleo en esta ciudad.

Los murmullos se encendieron de nuevo y algunos aplaudieron dándole la bienvenida.

Mi demonio está enojado {Larry Stylinson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora