Capítulo 1: El club

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  Se veía bastante ridícula vestida así, si es que su opinión siquiera importaba a esta altura. En principio, no era del tipo de usar tops, ni mucho menos vestidos (y no, Yeji, no importaba que esté al descubierto de modo informal) por lo que el look, de por sí, no iba con ella. Las faldas acostumbraba usarlas, sí, pero ese modelo en particular, ajustado y oscuro, conservaba aún la etiqueta de cuando Chaeyeon se lo regaló, porque le hacían ver los muslos gordos, creía Chaeryeong. Se sentía más como una niña a la que le ponen un vestido para hacerla ver adorable que como una novia que vas a presentar a tus amigas universitarias.

—No lo dices en serio —protestó al ver a su novia acercarse con un collar en la mano —, no me voy a poner eso.

—Vamos, hazlo —protestó Yeji ya un poco cansada de tanto revuelo—. Sólo por esta vez... Por mí, ¿sí?

Después, sacó los labios hacia afuera —una mezcla de pedirle un beso y sencillamente hacer puchero— y frunció el ceño como si su vida dependiera de que tan adorable pudiera verse en ese momento.

—Yo estoy usando un vestido —insistió ante el impenetrable silencio de Chaer—, ¿Cuándo fue la última vez que me viste usar una?

Y si Chaeryeong estaba a punto de rendirse por su gesto de cachorrito mojado, esa frase, sin embargo, sólo logró soltarle la lengua.

—Exactamente —murmuró en un tono bastante cínico.

La respuesta pasiva de Yeji con su confundida expresión de "hice algo mal y no estoy segura qué fue" la ofendieron al mismo tiempo que la ablandaron. Suspiró y le arrebató el collar de las manos en un gesto firme, pero no violento. Ambas se conocían lo suficiente para saber que ese enojo era fingido.

—¿Es una cosa de chicas universitarias? —balbuceó mientras se enganchaba el collar que le restaba más años de los que le sumaba—, ¿ vestido y escuchando Jazz en un bar pulgoso?

—A Lia le gustan estas cosas... Es su día —se excusó Yeji.

Probablemente a ella también se le ocurrían una decena de cosas más interesantes para hacer un sábado por la noche.

Se acercó a Chaeryeong, quien ahora, con el collar listo, se miraba frente al espejo. La abrazó por la espalda y se buscaron el uno al otro la mirada en el cristal. Yeji sonrió y apoyó la cabeza sobre su hombro y Chaeryeong tuvo que esforzarse demasiado para no sonreír también.

—Sí, pero es tu amiga, no la mía —protestó la más joven, haciendo de cuenta que no estaba enternecida por la caricia y el abrazo de su novia, camuflando sus celos con el más infantil de los enojos.

La mirada oscura de Yeji lo leía como un libro abierto. Llevaban la cantidad de tiempo juntas para ambas saber cuándo presionar y cuándo no, con qué cosas tomarse el pelo mutuamente y cuales sólo abrirían una caja de pandora de temas inconclusos. Yeji sabía que ese no era el momento para decir "si no te invitara estarías toda la noche mordiéndote las uñas preguntándote qué hago con mis amigas universitarios", y Chaeryeong sabía que si continuaba con su escenita de celos no haría más que hacer notar cada vez más lo mucho que la relación entre ambos había cambiado en lo que iba del año. Por ahora, le bastaba con eso, con ese par de ojos marrones escudriñando en el espejo, con tener su atención para ella, sólo para ella.

—Bien, bien —reconoció ofendida de tener tan poca fuerza de voluntad. Corrió la mirada, y se separó dramáticamente del abrazo de su novia—. Iré a tu estúpida convención de maricones —agregó aparentando rudeza.

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⏰ Última actualización: Jul 17 ⏰

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El club de las mariconas | ryuryeongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora