Corderita

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(Calum)

Empezábamos a tener una vida moderada, no nos casábamos, pero a mí me consideraban su esposa. Era para mí un cliché llegar a ser la esposa de un futbolista, no quería darle importancia a eso. Él había comprado una casa para nosotros, pero se había inundado antes de por fin irnos a vivir juntos, así que nos encontrábamos en la entrada de la casa, más bien mansión, de un amigo/conocido de mi novio que antes solía jugar con él, pero luego decidió dedicarse a otra cosa.

Era una casa enorme pero muy amplia, tenía un jardín espectacular. En cuanto llegamos salió un empleado a recibirnos y a darnos un rápido tour por el jardín, estábamos a punto de entrar cuando salió un chico alto de cabello negro muy bien peinado, tenía el ceño fruncido, pero parecía una característica de su forma de ser ya que al vernos sonrió aun conservando ese gesto en su ceño. Empecé a sentir una sensación extraña cuando lo vi sonreír de lado mientras me miraba de abajo hacia arriba, como si me repasara rápidamente con la mirada, se veía malditamente caliente haciéndolo. Podía sentir como si sus ojos me desnudasen ahí mismo. No pude evitar bajar la mirada para tratar de disipar y disimular lo que había cruzado por mi mente.

- Hola Calum, mucho gusto de volver a verte y muchas gracias por dejarnos quedar aquí. – dijo mi novio.

- No hay de que Bro. – Respondió el chico... Calum... Calum sonaba delicioso... ¿Qué digo? Yo estoy comprometida ¡por dios! – Solo que los tendremos que quedarnos en el piso de abajo porque arriba están remodelando y yo olvidé la fecha en la que iban a trabajar y no me dio tiempo de avisarte. Espero que ese no te moleste.

- No, mi hermano, que esté ganando fama no significa que no pueda seguir siendo humilde. Y créeme que si los hoteles no estuvieran llenos por el partido final me hubiera quedado en uno para no molestarte a ti ni a tu pareja. – respiré de alivio al escuchar lo último.

- No tengo pareja amigo. – Tragué saliva. – Pero cierto, que mal educado soy. Hola soy Calum, mucho gusto conocerte. – dijo extendiendo su mano para saludarme. La tomé, y no sé decir si fue algo de mi mente o algo real, pero sentí un escalofrío recorrer la zona baja de mi espalda.

- Disculpa Cal, ella es mi novia. Mi amor, te presento a mi amigo. Disculpa que me emocioné de verlo.

- Encantada. – fue lo único que pude responderle.

- El placer es mío... corderita. – dijo eso último en un susurro que solo yo alcancé a escuchar, mientras se alejaba después de haberse acercado a mí para besar mi mejilla. Sentí inexplicablemente mi boca reseca y sabía que ningún tipo de bebida podría calmar mi sed.

Nos dio una habitación bonita, dijo que el colchón de la cama podía ser cambiado si nosotros queríamos, estaban los colchones de las camas de arriba disponibles y que podríamos escoger uno si deseábamos. Sin más se despidió y se fue dejándonos solos en la habitación, yo sentí el alivio en mi cuerpo ya que todo el tiempo que estuvimos en la misma habitación no apartó la vista de mi a no ser para enseñarnos algo. Sentía claramente como me penetraba con la mirada, pero lo que más me tensaba era que deseaba ser penetrada por el más allá de simplemente con la mirada. Por el resto de ese día, no lo volví a ver.

Me concentré en estar cómoda así que a los dos días de haber llegado le pedí a mi novio ayuda para cambiar el colchón porque me el otro resultó incómodo. Me dijo que si esperaba ayudarme pero que justo iba a regresar tarde ese día porque debido a la final que sería dentro de poco le habían pedido entrenar horas extras.

Decidí no molestarlo y salí de la habitación para entrar uno de los colchones que se encontraban en un amplio pasillo y ser yo quien hiciera el cambio. Salí en mi pijama de short a escoger un colchón ya que, a pesar de ser su casa, tampoco había topado con Calum en algún momento, y pensé que no sería la excepción.

5shots: One Shot TalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora