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Había una vez, un noble principe heredero seguro de sí mismo, atento, honesto, inteligente, compasivo, carismático, de buen aspecto y romántico a su modo. Tenía todas las características de un "Príncipe heredero perfecto" el mejor y único candidato a futuro emperador.

Pero había un problema, uno solo y era que aquel príncipe, rechazo a todas las candidatas a princesas. No es que ellas no fueran ideales, porque lo eran, pero era el príncipe quién no encajaba con ellas, bueno, el lo sentía así.

Sus padres veían con preocupación en su mirar ya que temían que su hijo estuviera solo por siempre y que no logré encontrar a su pareja ideal, quien lo haga reír y amar con todas sus fuerzas.

Mientras el príncipe suspiraba estando en el balcón de su habitación, detrás de las puertas del palacio se asomaba una terrible noticia y catastrófica notícia.

_¡SU MAJESTAD UN GRAN Y FEROZ DRAGÓN ESTA ATACANDO LAS AFUERAS DE LA CIUDAD!._

Su majestad la emperatriz casi se desmaya al oír tales noticias y el emperador solo pudo fruncir el ceño ante ella.

_Padre..._ Este lo observó y no pudo hacer nada más que suspirar.

_Aún que no quiera... Se que irás allí a la fuerza... Ve.. pero procura regresar con bien, hijo mío._ El príncipe solo sonrió y asintió antes de marcharse con una expresión seria.

El príncipe se marchó con la promesa de la victoria y el bienestar de su pueblo, la emperatriz no hacía nada más que llorar ante esto y su majestad  veía a lo lejos como su hijo se alejaba más y más. Suspiro y sonrió, ya que sabía que el estaría bien.

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Después de una furtiva lucha contra aquel mítico ser, el príncipe se hallaba con una rodilla en el suelo y a duras penas sujetando su espada. Y el feroz dragón estaba como si nada

Jadeaba de cansancio y el dolor en su cuerpo era insoportable, pero no podía rendirse. Se puso de pie, apunto su espada hacia el dragón y frunció el ceño.

_¡AAHHH!..._ Cuando estaba apunto de dar un paso vio a algo detrás del dragón, a lo lejos se acercaba, alguien montado en un caballo, con una brillante armadura y una gran espada.

Todo fue muy rápido y apenas podía procesar lo que había sucedido, pero el dragón yacía muerto frente a el y la brillante armadura de aquel caballero ya no era tan brillante gracias a la sangre. El caballero se acercó, se quitó el casco, apollo su rodilla en el suelo y llevo su mano al pecho.

_¡Perdóneme su majestad! ¡Pero no podía permitir que usted muriera!... Porque.. yo no podría.. ¡vivir una vida en la que usted no esté! ¡Aceptaré cualquier castigo que considere necesario!._

El príncipe no pudo decir nada ya que su corazón latía muy rápido, sentía sus mejillas arder y un leve brillo en sus ojos se hizo notar.

_Caballero... Levanté la cabeza..._ El nombrado dió un leve respingo e hizo lo pedido.

Y estaba confundido, ya que los labios del príncipe presionaban los suyos con fuerza, cuando su majestad se aparto y le sonrió fue cuando reaccionó, su rostro se volvió rojo y cubrió sus labios.

_Tu castigo es pasar el resto de tu vida junto a mi..._ Sonrió nuevamente y se abalanzó a darle otro beso.
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El reí y la reina veían con asombró a su hijo, el cuál se encontraba sonriendo y abrazando a un caballero, el cuál, se notaba avergonzado y rígido al estar frente a ellos.

Se miraron entre si y sonrieron, ya que sabían que su pequeño no estaría solo nunca más.

.°.• MexArg .°.•.°. [C.H] [L.H]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora