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En una oficina, se encontraba un joven con cabello negro azabache sollozando mientras observaba una fotografía en la que aparecía un niño de 14 años siendo abrazado por sus padres, quienes lucían sonrientes.

El joven, con una mezcla de tristeza y rabia en su mirada, no pudo contener las palabras que brotaban de lo más profundo de su corazón:

– ¿Por qué tuvieron que morir y dejarme solo en este mundo? –Su voz temblorosa reflejaba el peso abrumador de la pérdida mientras sus manos, impulsadas por la impotencia, se aferraban a puñados de cabello en un gesto desesperado.

En medio del silencio sepulcral de la oficina, el eco de su pregunta resonaba sin respuesta, sumergiendo al joven en un mar de emociones tumultuosas.

El vacío dejado por aquellos seres amados parecía insondable, como si el destino hubiera jugado una cruel partida con su vida. Sin embargo, en lo más profundo de su ser, guardaba la fuerza y la determinación para enfrentar este nuevo capítulo en solitario, buscando encontrar un propósito que diera sentido a su existencia y honrara la memoria de quienes ya no estaban físicamente a su lado.

El azabache, todavía envuelto en la tristeza y la rabia por la pérdida de sus padres, comenzó a sentir un ardiente deseo de venganza hacia aquellos que les habían arrebatado la vida.

La idea de justicia se había convertido en su obsesión, y no podía evitar pensar en cómo hacer que los responsables pagaran por sus acciones. Aunque sabía que el camino de la venganza no era el más saludable ni el más sensato, el dolor y la ira lo cegaban y lo empujaban hacia una dirección peligrosa.

En su mente se formaban imágenes de cómo sería ese momento en que finalmente pudiera enfrentarse a los asesinos de sus padres, y cada vez sentía más fuerte la necesidad de hacer algo al respecto.

No obstante, en su interior también sabía que esa búsqueda implacable de venganza solo le traería más sufrimiento y dolor, y que tal vez había una forma más sana y constructiva de honrar la memoria de sus padres sin caer en la tentación de la violencia.

Toc toc

El azabache, sumido en sus pensamientos y emociones, fue interrumpido por un suave toque en la puerta de su oficina. Rápidamente, se enderezó en su silla, limpió sus lágrimas apresuradamente con las mangas de su traje y se esforzó por acomodar sus cabellos desordenados. Antes de hablar, carraspeó para aclarar su voz y dar una imagen de compostura.

Con determinación en su tono, respondió:

– Adelante.

Sus ojos curiosos se encontraron con los del señor de unos 45 años que entró en la oficina. El hombre, mostrando respeto y cortesía, hizo una reverencia antes de acercarse al azabache con un misterioso sobre negro en sus manos.

– Buenas tardes, joven Jeon –volvió a reverenciar respetuosamente el señor de unos 45 años.

– Trae lo que le pedí? ¿Lograste encontrarlos? –preguntó el azabache con ansiedad, esperando una respuesta afirmativa a sus preguntas.

– Sí, aquí está toda la información que logré recolectar. Como sabrá, fue muy difícil encontrar a la familia –respondió el hombre mientras entregaba el sobre al azabache, quien lo tomó con manos temblorosas y lo abrió sin demora. Su mente comenzó a especular sobre el contenido del sobre.

– Familia Kim, vaya, al fin los encontré –exclamó el azabache con una sonrisa de satisfacción en su rostro.

– Si mira más abajo, podrá ver dónde viven, sus nombres y el del hijo –añadió el hombre, señalando hacia la parte inferior del documento.

What Is Love? - KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora