Kiss Me → RT & YY

Flores

Un mes seguido, cada viernes después de cenar, el señor de seguridad lo llamaba para confirmar la entrega de un ramo floral. Era extraño, sumamente extraño que siempre llegasen flores a su departamento sin ningún remitente.

Lo más extraño, que después de cada viernes el arreglo floral aumentaba siete flores más. Y sus sospechas que no quiso darle mucha atención, ahora tenía más sentido.

Porque extrañamente Renato no hacía preguntas referente a las flores, sólo un día lo encontró ojeando las flores pero nada más.

"¿Y esas flores?" cuestionó Renato un sábado por la mañana, muy atento a cómo Yoshimar acomodaba las flores dentro de un jarrón. "¿Quién te las envió?"

"No lo sé, no dice el destinatario" se encogió de hombros Yoshimar recogiendo la cajita de chocolates que veía acompañado de esta. "Pero, me pareció un muy lindo detalle"

"No dijiste lo mismo de las anteriores... es más, lo dejabas en un rincón y ya"

"Es que siento que este de aquí es muy especial" siguió Yoshimar aún en su papel, sonriéndole a las flores, acercándose a olerlas. "Es un muy lindo detalle"

"¿Podrías callarte?"

"Te recuerdo que estás en mi departamento Renato" advirtió Yoshimar dándole una mirada seria. Batallando en no reírse al ver lo molesto que se veía Renato. "Así que te aguantas, sólo son flores"

"Lo sé... sé que sólo son flores, pero me jode que no reaccionas de la misma manera cuando recibes las flores que yo te envío" confesó Renato.

Yoshimar terminó sonriendo por fin mientras se sentaba en su mesa, apoyando sus manos en esta. Viendo cómo la expresión molesta de Renato terminaba en un pequeño puchero que incluso podría terminar en un sollozo.

"Ven aquí"

Renato manteniéndose cabizbajo se acercó hasta el otro, sonrojándose un poco cuando Yoshimar abrió sus piernas para que puedan estar lo suficientemente cerca y apenas pudo alzar su cabeza para mirar así de cerca a Yoshimar.

"¿Qué es lo que quieres pretender Renato?"

"Y-yo..."

"No tartamudees. No voy a morderte"

"Me gustaría que lo hagas"

Yoshimar esbozó una sonrisa, golpeando con su puño el pecho de Renato sin mucha fuerza.

"Estás siendo atrevido"

"No" negó Renato. "No estoy siendo atrevido"

"Por favor, no lo niegues... flores, palabras bonitas, roces inocentes... no soy cojudo"

"Te tengo así y no te he tocado"

"¿Es eso lo que quieres Renato? ¿Sólo quieres cogerme y ya? Si es así-"

"No me malentiendas" aclaró Renato, dándose el atrevimiento de cubrir las mejillas de Yoshimar con sus manos y acercarlo más a sí, ahora sus narices rozándose. "Quiero- no, me gustaría ser tu novio... yo sé que esto suena repentino y puede que te asuste con mis palabras... pero ten presente que mis intenciones son de lo más buenas hacia ti"

"Estás siendo atrevido"

"Vete a la mierda Yoshimar"

Yoshimar debería considerar bien lo que dice. Porque lo siguiente que sintió fue el frío en sus mejillas luego de que la rica calidez por cortesía de las manos de Renato. Sus ojos se abrieron grande al sentir una palma en cada nalga, lo jalaron hasta que sus pecho chocó con el de Renato sus labios casi tocándose.

"Perdóname... pero necesito besarte Yoshi"

Oh, maldición.

Cerró los ojos esperando ansioso el prometido beso, y frunció el ceño cuando escuchó una pequeña risita.

"¿Vez? Yo sabía que tú también quieres" Renato le dijo sonriente, sus manos subiendo hasta la cintura de Yoshimar, perdiéndose dentro de la camiseta y sentir un poco de la piel de este. "Dime... ¿Esto que siento es recíproco?"

"Vete a la mierda" masculló Yoshimar empujando a Renato con ambas manos.

Mala idea, mala idea de subirse a la mesa.

Tonto, tonto, tonto Yoshimar.

Con las mejillas sonrojadas y con el fantasma de las manos de Renato sobre su cuerpo, se encerró en su habitación con su respiración agitada. Odiando más a Renato porque tenía la razón y él no le daría la razón a nadie.

Y para cereza del pastel, tenía una erección ahí presente, su cuerpo reaccionando ante el acercamiento de Renato.

"La puta madre, no soy un adolescente hormonal"

¿Hace cuánto fue la última vez que intimó? No lo recordaba, quizás por eso su cuerpo se hizo más sensible ante la más mínima sugerencia sexual. Sí, claro.