En una era ya olvidada existió un rey, uno como ningún otro. Se postraba soberbio sobre su trono, observando con desprecio el rostro de su gente. Era alguien cruel, y severo. Avaro con lo que en principio, no le pertenecía.
Tal vez pensaba que ser monarca le restaba importancia a sus acciones, y, puede que así lo fuera.
Se dice que antes fallecer, sus labios ya resecos por la edad, su rostro fruncido debido a las arrugas, y su mal genio, pronunciaron con resentimientos lo que se conocerían como sus últimas palabras; "Todo sobre la faz de la tierra me pertenece, estamos por encima de cualquiera especie, y yo, como su rey, por encima de ustedes. Mi muerte no cambiará eso"
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Monstruo ©
Fantasy¿Por qué buscamos destruir todo ser que irradie luz? ¿Será por miedo... o necedad quizás? Talvez en el fondo sabemos lo poco especiales que nos vuelve nuestra mortalidad, y sea esa la razón por la que decidimos acabar con todo aquello diferente a no...