Toda una vida siguiendo la misma rutina, siguiendo las mismas reglas, escuchando las mismas ordenes de las mismas personas. No se me permitió ayudar, opinar o protestar. Se me enseñó que uno solo debe seguir las reglas y ya. No hay otra salida, no existe otra opción, si uno no sigue las reglas, hay consecuencias. Desde muy corta edad se me mostró cómo actuar, como comportarme y como ser. Fui criada para hacer y callar, para no cruzar los límites, para ser capturada.
Si algún día voy a tener el poder, ¿Por qué no puedo pensar por mi misma?
Nunca se me dio poder alguno, incluso sabiendo que algún día lo tendría todo. ¿Cómo se suponía que dirigiera un imperio cuando no se me permitía ni siquiera elegir mi atuendo?
-Eliza, deja de soñar y escribe.
La voz de Isabella interrumpió cualquier pensamiento "rebelde" que podría haber tenido. Tenía que concentrarme y escribir una página entera, ni más ni menos se me había especificado, para leer en la despedida de los reyes de Fénix. Estaba en blanco. Apenas si había podido entablar una conversación con alguno de ellos durante la semana que habían pasado aquí, ¿y ahora se suponía que debía escribir su carta de despedida? Apreciaría que alguien usara el sentido común aquí de vez en cuando.
Como no podía concentrarme, comencé a observar con detalle el cuarto que me rodeaba. Era una habitación medianamente grande, las paredes estaban pintadas de un color naranja oscuro, casi marrón. Las paredes estaban llenas de estantes de diversos tamaños. Los estantes estaba repletos de libros. Muchísimos libros y de todo tipo, grandes, pequeños, cortos y largos, viejos y nuevos. Había de tapa dura y tapa blanda. Estaban separados según su género, cada estante estaba rotulado según los libros que estuvieran en el. Había muchísimos estantes de historia y política, y solo uno rotulado como "ciencia ficción". Esos eran mejor conocidos como "Libros con demasiadas tonterías que se les leen a los más pequeños". También conocidos como mis favoritos. Además había algunas mesas de madera con sillas a juego, no solo era un lugar de lectura, sino también de escritura.
-Eliza, si no empiezas a escribir en cinco minutos, tendré que llamar a tus padres.
-Lo siento,-mire hacia la hoja para evitar la mirada asesina de Isabella- simplemente no se qué escribir.
-¿Por qué no escribes sobre lo agradable que fue tener a la familia real aquí? También puedes recordar cómo fue esperar su llegada y compararla con cómo es tener que despedirse. Escribe sobre cómo se los extrañará y como no podemos esperar para visitarlos nosotros a ellos. Hay tanto sobre lo que puedes escribir, si tan solo te concentraras y dejaras de holgazanear ya tendrías listo tu discurso... esto no es digno de ti, Elizabeth...
Isabella era la única persona en el castillo que no me llamaba Princesa Elizabeth. Tal vez era por qué me conoce desde niña y siente derecho a llamarme diferente para demostrar nuestro vínculo inexistente. Ella era una criada de mi madre, y la misma reina eligió a Isabella para cuidarme y educarme. Como reina, mi madre tenía demasiadas obligaciones, así que tuvo que asignar a alguien que se hiciera cargo de mi cuidado. No me malinterpreten, en el fondo la quería, pero era muy estricta sobre mi educación.
-Lo sé, lo siento. Ya se me ocurrirá algo, gracias Isabella.
Isabella suspiró y luego dijo:
-¿Qué tal si tomas algún libro y vas a leer afuera? Eso siempre te ayudaba de niña, ¿recuerdas? Pero quiero que vuelvas en media hora para seguir escribiendo.
Sonreí por dentro y la miré agradecida. ¿De verdad me estaba dando la oportunidad de tomar un respiro? Debía aprovecharlo al máximo.
-Gracias.
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Un cuento
General FictionUna corta historia que escribí para un concurso (el cual terminé segunda)