Atención: Estrella a la vista
Ryujin quería un verdadero árbol de Navidad este año, y quién era yo para negarle. Vale, lo admito, la consiento, la malcrió incluso. Lo he hecho desde que mi hermano y su esposa habían muerto en aquel accidente de coche y ha estado viviendo conmigo desde hace diez años.
No podía creer que ella ya tuviera dieciséis años. El tiempo había pasado tan rápido. Parecía ayer cuando la llevaba a la escuela de la mano. Ryujin se parecía tanto a mi hermano mayor, Hoseok, alto y delgado, de pelo castaño rizado, ojos castaños y una sonrisa dispuesta. A veces tengo un nudo en la garganta sólo al mirarla.
—Date prisa, tío Namjoon, —dijo en voz alta ahora— todos los buenos se han ido. Sweetie, nuestro Labrador con un poco de sobrepeso, saltó al vehículo y se movió pesadamente tras ella.
Llame al perro, pero Sweetie no se influenciaba con facilidad sobre todo cuando Ryujin está preocupada. Donde quiera que Ryujin estuviera, Sweetie la seguía. Cerré el coche y corrí para ponerme al día con mi sobrina en la nieve. Sweetie salto sobre mí y me lamió la mano fría. —Eres una buena chica, —dije con afecto— se supone que no debes de estar sin tu correa.
Sweetie ladró como si entendiera y se fue al lado de Ryujin. Aquel perro tenía una mente propia y hacia lo que quería hacer.
Pero Ryujin y yo la adorábamos.
La ciudad estaba llena ahora con las luces de Navidad. Miré a mí alrededor, absorbiendo todo, tratando de tomar un poco de ese espíritu de la Navidad. Los copos de nieve caían a alrededor y el árbol de Navidad de la ciudad estaba adornado por delante del Ayuntamiento con miles de luces blancas y rojas. —Elige el que quieras, —llamé a Ryujin, que se paseaba a lo largo, admirando los árboles. Me detuve frente al vendedor de árboles que se había instalado en el estacionamiento de la tienda de comestibles y dije: —sólo pon el que ella quiera aparte y te voy a pagar cuando salga de la tienda.
El hombre sonrió y se quitó el sombrero.
—Ryujin, voy a ir a recoger algunos víveres, —grité. Mañana por la noche era el recital de navidad en la escuela de Ryujin. Después, algunos de sus amigos y sus padres irían a casa y habría una pequeña fiesta. Se había convertido en una especie de tradición desde el primer grado.
—No, —dijo, corriendo y agarrando mi mano— tienes que ayudarme a elegir nuestro árbol, tío Namjoon. —Se quito su sombrero y su pelo estaba cubierto de copos de nieve. Preste atención un minuto, estudiando su cara radiante.
Teníamos un árbol artificial en perfectas condiciones en el ático. Lo había usado durante años. Pero por alguna razón, quería un árbol de verdad este año. Yo no estaba demasiado interesado realmente, teniendo en cuenta el peligro de incendio, pero ella siempre lo conseguía de mí, al igual que había hecho hace unos años, cuando quería un perrito y se lo di. Sabía que a pesar de que me hacia el fuerte, me tenía en su manos.