Capítulo Único

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Alexandra Barns, una mujer de 28 años con la piel ligeramente morena, cabello oscuro hasta los hombros y ojos marrones, se encontraba en el jardín de su casa con un martillo en una mano y algunos clavos sujetados por su boca reparando el comedero para aves del jardín, termino de poner el último clavo y coloco el comedero de nuevo en su lugar.

Listo — pensó sonriendo, coloco el martillo y la caja con clavos en la caja de herramientas que traía consigo para después cerrarla, la recogió dándose la vuelta para llevarla de nuevo a su lugar, pero lo que vio solo hizo que su sonrisa se hiciera pequeña.

Su esposa Miranda Crystal, de su misma edad y tono de piel, pero con el cabello castaño ondulado y los ojos verdes, se encontraba en un sofá/columpio dibujando algo con un aura triste.

— Ya está el comedero, mi cielo — Miranda levanto la mirada de su dibujo y le asintió con una pequeña sonrisa para regresar su mirada de nuevo al dibujo, Alexandra suspiro al ver esto, pero no podía culpar a su esposa por estar tan deprimida cuando perdieron a su bebé meses atrás.

Se casaron a los 24 años y un año después, cuando tuvieron su propia casa, les enviado una carta a las Cigüeñas pidiéndoles un bebé. Al principio pensaron que era normal que las cigüeñas se tardaran con la entrega de bebés y eso les dio tiempo a comprar todo lo necesario para su futura hija o hijo, hasta que se enteraron que las cigüeñas habían dejado de entregar bebés hacía mucho tiempo, eso las rompió por completo, ambas deseaban con todo su corazón ser madres y no iban a poder.

Años después intentaron adoptar a un bebé o a un niño/niña, pero no sentían conexión con ninguno de los pequeños que conocían, en algunos orfanatos no las dejaban adoptar por ser ambas mujeres y en otros tenían una lista de espera muy larga, luego se les ocurrió una última idea, inseminación artificial.

Alexandra no podía someterse al tratamiento, debido a que cuando era joven padeció de cáncer en sus ovarios y tuvieron que removérselos para salvarla, por lo tanto Miranda era la única opción, buscaron al mejor candidato y el tratamiento se realizo, fue todo un éxito y Miranda le dio la sorpresa a su esposa de que estaba embarazada cuando tenía dos meses.

Todo fue color de rosa hasta que llego la hora de dar a luz, ese día todo se convirtió en una pesadilla de la cual ninguna despertó...

Miranda la despertó en medio de la noche con horribles contracciones, fueron al hospital corriendo y tuvieron que hacerle una cesárea de emergencia a Miranda, los doctores y enfermeras no las dejaron ver a su bebé, ni siquiera les dijeron el género, simplemente se lo llevaron corriendo, lo cual obviamente las asusto.

Media hora después hicieron que Alexandra saliera de la habitación para darle la desgarradora noticia, su hijo había nacido con un soplo en el corazón y tuvo un paro cardiaco, no pudieron reanimarlo, ella se quedo de piedra al escucharlo decir aquello, no sabía cómo iba a decírselo a su esposa, pero tenía que hacerlo.

Cuando entro en la habitación Miranda solo tuvo que mirar su rostro para entender que había pasado y rompió a llorar de forma desgarradora, Alexandra se acerco a ella para abrazarla y lloro de forma silenciosa mientras consolaba a su muy lastimada esposa.

Los primeros días tras el velorio de su hijo Miranda apenas hablaba, no quería salir de la habitación, hablar o volver a tomar un pincel, y eso último desmorono a Alexandra. Su esposa era una artista por naturaleza, todos los cuadros en las paredes de la casa, las esculturas que decoraban los muebles y el jardín fueron hechas por ella, no importaba su estado de ánimo o como se sintiera, siempre dibujaba para dejar ir sus emociones, pero ni si quisiera miraba su cuaderno de dibujos.

Detrás De La Tristeza Viene La AlegríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora