Miraban las estrellas, Samuel buscaba palabras, pero nada lograba salir de sus labios. Su garganta estaba seca. Y la única forma en la que pensaba para humedecerla, era besarlo. Quería tenerlo para él, de una buena vez. Pero era cobarde. Muchísimo. Se arrepentía, casi siempre le tiraban "una onda" para acercarse a Willy, y nunca hacía nada. Aunque la verdad sería que él haría cualquier cosa por él. Pero no por sí mismo. Y se odiaba, no crean que no.
Creyó que sería fácil. Sacarlo de la casa una noche, sin la compañía de sus amigos. Visitar el muelle mientras ambos comían un hot dog juntos. Y finalizar la velada en la playa de Santa Mónica. Sentados en una lona bastante amplia. Eso le impedía acercarse al chico. Todo lo arruinaba. No podía dejar de pensar en ello.
Algo borró todos sus pensamientos, dejándole con la mente en blanco, y totalmente paralizado. La mano de su amigo. Se posaba sobre la suya, mientras se acomodaba más cerca de su cuerpo.
Guillermo comenzaba a tener frío, y temía resfriarse nuevamente. Ambos habían tenido una especie de angina. Y como cualquier persona, odiaban los antibióticos. Así que mutuamente les tocaba cuidarse. Junto con la ayuda de sus madres en España.
— Lo siento, Vegetta, sólo tengo algo de frío —se irguió sobre sus piernas, resoplando sobre sus manos aliento caliente.
— ¿Quieres que regresemos? —No quería, pero peor sería que se enfermase. Se atrevió a deslizar la palma de su mano por la espalda de Guillermo.
Willy pensaba responderle, iba a decirle que no había problema. Que quería quedarse a ver las estrellas. También que el hot dog de California estaba riquísimo. Y que la caminata por el muelle le había hecho bien. Que la salida le había gustado. Pero se detuvo. Porque al darse la vuelta; al voltearse para mirar a su mejor amigo, su mejilla había chocado contra la de Samuel. Haciéndole daño en la mandíbula.
— ¡Vegetta! Perdóname... —la mano de Willy llegó a su labio inferior, el cual era recorrido por un hilo de líquido rojo escarlata. El moreno mantuvo la expresión de dolor, mientras masajeaba su mejilla—. No sabía que estabas tan cerca...
— Descuida, Willy, sólo déjame limpiarme —bajó la vista, mientras tomaba un pañuelo descartable de su bolsillo. Su compañero se lo arrebató de las manos, con la intensión de curarle él mismo.
— ¿Puedo? —Lo miró apenado por la situación. Realmente era torpe. Y acababa de arruinar la noche.
Lo peor de todo aquél lío, era que ambos se sentían igual. Avergonzados, torpes y presentían haber molestado toda la salida. Samuel no alzó la mirada. No quería mostrar cómo se notaban las venitas de sus ojos. Tampoco su rubor repentino. Se aguantó el llorar del dolor en ese momento.
Guillermo le tomó el rostro con firmeza. No titubeó un segundo más. Pasó el fino papel sobre su labio, intentando que no quedaran trozos de él y ningún resto de sangre. Agachó la cabeza, mientras alzaba la de su amigo para observar debajo de su mentón. Deslizó por su cuello el trapo, pintado de un color bordo.
Él no se dio cuenta. Pero Samuel le seguía cada paso. Caricia sobre su piel. Cada mirada que caía sobre la herida. Y lo estaba destrozando. Willy se detuvo un minuto, presenciando el moretón que le había causado. Corrió su dedo por la cortada que tenía en el labio inferior. El dueño de aquél labio temblaba. Y él no lo notaba. Se quejó de dolor, entreabriendo los labios. Subió la vista y se encontró con que su amigo cerraba los ojos con fuerza. Quería que lo tragara la tierra. ¿Guillermo sabría que lo estaba por matar? ¿Que le estaba por dar un infarto? Al parecer no, porque la mejor idea que tuvo, fue cortar las distancias.
Samuel abrió los ojos como platos, y sólo para comprender quién era el que lo besaba. El movimiento era suave, para no dañarle más el labio. El beso fue descendiendo desde el centro de sus labios hasta la comisura derecha. Desembocó en su mejilla moreteada.
— Tanto te gusta el morado que ahora lo tienes en toda la mejilla —Willy rió despacio en su oído.
— ¿Te recuerdo quién me la dejó así? —Alzó las cejas.
— No te tuvieron piedad, Vegetta... —acarició su mejilla sana—. Te habrán visto cara de tipo malo.
— Ya, Willy. —Alejó su mano. Y el más grande creyó haberse expresado mal.
— ¿Lo hice mal? —Bajó la mirada.
— Lo contrario, si no lo hacías tú, yo no me decidía... —Guille sonrió para sí.
— Lamento la herida, en serio —frunció la nariz.
— Descuida, cuando le aplique hielo pasará. —Se acomodó en la lona, para luego correr la vista hacia el mar.
— ¿Quieres volver? —Willy alzó una ceja y posó una mano sobre el hombro de su compañero.
— No, en realidad, me gustaría quedarme un rato debajo de las estrellas.
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One Shots.
FanfictionTodo tipo de one shots residen aquí. ¿No encuentras el ship que te gusta? ¡Déjame tu sugerencia! Disfruta de lo que lees, los he hecho con gran amor. xx.