[ ¿? ]

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Había sido un día cansado para la chica, iba saliendo de sus clases, el ruido, las voces de los estudiantes y los carros la aturdían, cuando tuvo contacto directo con el sol optó por ponerse su gorra y bajar las mangas de su sudadera.

Seguía siendo esa chica tan rara.

Suspiró pesadamente y comenzó a caminar a prisa, la ansiedad social estaba llegando nuevamente y no quería sufrir una crisis en plena salida. Para calmarse se colocó sus audífonos, la música sonaba en sus oídos, era lo único que le mantenía tranquila. Si, solo la música podría entenderla.
Camino unas cuadras sin cesar, observaba como todas las personas se encontraban tan ocupadas en sus labores, yendo de un lado a otra, era un día con mucho tráfico y las bocinas de los autos se escuchaban desde una cuadra antes, gracias a Dios los audífonos evitaban este tipo de molestia tan irritante.

Simplemente ella se encontraba concentrada en su camino y en la música.

No hasta que su estómago rugió con todas las ganas posibles. Era hora de la merienda, comida o incluso almuerzo, para ella daba igual. No había consumido nada de alimento desde la noche anterior, y solo fue una barra integral sabor fresa con un yogurt natural sin azúcar; esas eran sus comidas.
No quiera pensar en el hambre, entre más rápido llegará a casa, sería mejor. No obstante cada paso que daba, su estómago reclamaba.
Y más cuando el olor a café llego a sus narices,  ese olor que tanto le gustaba y tanta nostalgia le traía.
Se detuvo, se hallaba enfrente de una tienda de autoservicio, sin pensarlo metió las manos a sus bolsillos para sacar unos billetes y entrar a esta, el ambiente fresco la recibía y el olor se intensificaba. Al menos era lo único que disfrutaba-

Error.

Se dirigió a los refrigeradores y sacó tres botes pequeños  color amarillo, al menos ella sonrió victoriosa ante su próxima compra, y quien sabe, si hubiese traído más dinero de lo esperado, podría comprarse todo el paquete. Y así como todo el mundo fue a pagar hacia la caja, para su suerte no había fila. Tomo la bolsa con las natillas de sabor vainilla para dar un último vistazo a la tienda y salir siguiendo su rumbo.

[...]

Nuestra joven había llegado a casa, sus pies le punzaban y en lo único que deseaba era ir, encerrarse en su cuarto y ya no salir.

Ir, encerrarse en el cuarto, comer porquería y media y ya no salir.

Su rutina de diario, de toda la vida.

Suspiro mirando a su alrededor, se dirigió a la cocina para tomar una cuchara no sin antes percatarse de una pequeña nota la cual contenía un recado de sus padres

'Salimos, llegaremos hasta en la noche. En el refri hay comida, caliéntala. Es reciente.
Cuídate mucho'

Genial, ni si quiera mencionaban a donde irían, la casa estaría sola de nuevo, sus hermanas trabajaban la mayor parte de la tarde, llegaban muy noche y aún salían a divertirse o a pasar el rato relajadas fuera de casa. Ella era la única que se encontraba allí.

¿Y le importaba? No.

Hizo la notita en bolita y la arrojó al bote de basura, camino por el pasillo hasta llegar a su espacio encerrándose en un mar oscuro de pensamientos que solo le comían la cabeza. Dejó la mochila a un lado de la puerta, se dejó caer en la silla de su escritorio sacando la etiqueta de la natilla, disgustando el sabor.

Si nos ponemos a analizar su habitación es un completo...

DESASTRE

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⏰ Última actualización: May 08, 2023 ⏰

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